Abuela recorrió 10.000 Kms en moto para apoyar a Colombia

María Elena mide un poco más de un metro con 50 centímetros y a primera vista es la típica señora que cualquiera esperaría ver sentada en una mecedora, dedicada a ver novelas la mayor parte del día y preparar postres y otras especialidades para sus familiares y nietos.

Ella partió el 29 de mayo de Pereira como pasajera de su hijo Mauricio, un joven de 30 años cuya pasión son los viajes y las motocicletas, por lo que ha recorrido cerca del 90 por ciento de Colombia en estos vehículos.

"Dicen que es una locura que ella este haciendo esto y en moto", relata Mauricio al explicar la reacción de las miles de personas que han encontrado en el camino y que suelen quedar boquiabiertas al ver que la mujer que viaja en la parte de atrás de su motocicleta de alto cilindraje tiene el cabello gris, líneas de expresión en el rostro, camina pausadamente y  es su madre.

"En Perú una banda de harlistas detuvo su marcha, se acercó a nosotros y le dijeron que ellos se creían muy guapos, pero frente a ella eran unos pobres gue…", apunta el joven, reconociendo que viajar con su madre le ha traído buenas experiencias, como cuando se acercan mujeres a tomarse fotos con su progenitora y él puede charlar un poco con ellas.

Por su parte María Elena, acostumbrada a recibir toda clase de preguntas de los demás viajeros sobre su aventura, dice que es la primera vez que lo hace y que su relación con el creador es la que le permite tener esta experiencia. "Yo me siento muy segura por el Señor, porque desde que él me guíe yo sé que me va a ir bien".

Aunque no es una aficionada, deja en claro que el objetivo del viaje es apoyar a la selección Colombia. Por eso han estado en todas las ciudades en las que ha jugado la 'tricolor': Belo Horizonte, Cuiabá, Brasilia, ahora en Río de Janeiro, y se disponen a partir hacia Fortaleza para el partido que la selección disputará contra el anfitrión del torneo, Brasil, en los cuartos de final de la Copa del Mundo.

"Se apoya a la selección Colombia y por ahí derecho se conoce el mundo", añade.

Entre risas, confiesa que no le dijo nada a su médico del viaje que tenía pensado realizar cuando fue chequeada por última vez en el mes de mayo, por esos dolores que por razones que ella encuentra inexplicables, en ocasiones, siente en diferentes partes de su cuerpo. "Yo siempre he tenido buena salud, no soy enferma de nada", dice, mientras su hijo cuenta que la primera vez que le dijo que quería acompañarlo al viaje, que él estaba planeando realizar desde el Mundial de Fútbol anterior, Sudáfrica 2010, no creyó que fuera en serio.

"Yo le dije: claro mamá, no hay ningún problema solo hay que cruzar Ecuador, Perú y llegamos al Brasil", indica, explicando que se dio cuenta "que la cosa era en serio" cuando ella comenzó a comprar alimentos y objetos para el largo camino que les esperaba, entre esos una carpa, porque en los miles de kilómetros que han recorrido a veces no han encontrado en donde hospedarse y pese a la lluvia, al frío o al calor han tenido que tenderse sobre el suelo para pasar la noche.

"Yo pensé que solo iba a aguantar hasta Ecuador y tenía listo lo del pasaje para que se devolviera en bus hasta Colombia pero pasó Ecuador y venía mejor que yo", apunta Mauricio.

En las  palabras de María Elena los escollos propios del viaje, como cuando estuvieron varados durante dos días en Belo Horizonte por falta de un repuesto para la moto, no parecen mayor cosa, porque ella habla de la  generosidad que han encontrado en las personas con las que se han topado, de los cielos estrellados que han observado y de los cientos de lugares que han recorrido. 

Como mensaje a los jugadores de la selección dice que "si el Señor muestra un camino y nos abre puertas es porque él nos va a ayudar", asegurando que pese a que Brasil es un rival complicado "para Dios no hay nada imposible". 

Al ser preguntada, prefiere no indicar cuál de los jugadores del combinado nacional es su preferido, como una madre que se abstiene de mostrar favoritismos hacia sus hijos, consciente de que esto puede encender los celos de ellos.  

Hasta el momento, lo único que le ha resultado chocante del viaje es cuando su hijo disminuye la velocidad de la motocicleta o quiere detenerse. 

"A mí me molesta cuando anda despacio porque nos juntamos con otros motociclistas y  quieren parar a los 400 kilómetros. Nosotros podemos hacer hasta 600 kilómetros en un día", asegura.

Su hijo corrobora lo dicho por ella al manifestar que no siente temor cuando sobrepasan  las grandes tractomulas de Brasil, que cuentan con más de un remolque, y sienten que son succionados por ellas.

"A resultado muy buena copilota, no me regaña para nada", asegura el joven agregando que pese a viajar con su madre ha podido tomarse unas cervezas y departir con otros jóvenes en el recorrido. 

A su esposo, demás hijos y nietos, quienes trataron de persuadirla en varias ocasiones para que no realizara el viaje, les dice que no se preocupen que ahora solo les faltan recorrer unos 2.000 kilómetros en Brasil, antes de emprender el viaje de retorno a Colombia, de nuevamente 10.000 kilómetros.

"El que confía en el Señor debe saber que para donde él abre puertas es porque a uno le va ir bien", puntualiza la mujer, que aunque parecería disfrutar de la adrenalina señala que nunca ha pensado, ni pensará, subirse a una montaña rusa.