Así hereda Popayán su tradición más bella

Cuando los turistas se van, cuando las imágenes vuelven a las iglesias, los más pequeños se preparan para darle continuidad a una hermosa tradición.


Noticias RCN

abr 24 de 2014
10:46 a. m.

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Ser parte de las procesiones de Popayán, una de las más bellas y emblemáticas tradiciones de Colombia, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2009, es un honor, una dignidad que se gana. Y se comienza desde muy pequeño a trabajar por ella.
Aunque muchos no lo sepan, una semana después de la Semana Mayor son los más pequeños quienes calzan las alpargatas y llevan sobre sus hombros la tradición más bella de Popayán. Con el aroma del incienso y el frío de la noche, niños entre cinco y doce años cargan amorosa y dedicadamente réplicas exactas de las imágenes, formándose en la escuela del carguío y  viviendo la más sublime expresión de amor por la Ciudad Blanca.
Desde 1949, Don Pedro Antonio Paz Rebolledo logró organizar una serie de desfiles procesionales con gran solemnidad y proyección. Tanto así que hoy, 65 años después y bajo la regencia de sus hijos Diego Alonso y Elena Paz, y con la colaboración de la Fundación Pedro Antonio Paz, creada en 1995, estos recorridos procesionales engalanan las noches de la denominada Semana Santa Chiquita.
“Es continuar una obra que empezó mi papá de la nada y que quedó tan bien hecha desde un principio que ya es una institución de la Ciudad, nosotros luchamos para evitar que se acabe”, afirma Diego Alonso Paz, hijo de Don Pedro y síndico del paso El Despojo, del Miércoles Santo.
“Se siente mucha satisfacción cuando uno va por la noche y ve que las calles están llenas, uno siente que está haciendo algo bueno por la ciudad”, agrega.
Uno de los colaboradores de las procesiones chiquitas desde hace 28 años y Decano de las procesiones grandes, Alirio Sánchez, se siente orgulloso de ser parte de esta bella tradición y ayudar a formar a las nuevas generaciones en algo tan importante para los payaneses.
“Ser parte es algo muy hermoso, muy lindo porque el mirar los niños, dedicarse a ellos y lograr que aprendan y salgan adelante es muy bonito y uno cada vez quisiera tener más fuerzas para salir adelante y estar con ellos”, asegura.
Elena Paz, hija de Don Diego, resalta que la Semana Santa Chiquita despierta los más hermosos sentimientos en los corazones payaneses. “Se siente el espíritu de mi papá. Es la obra que él dejó para la ciudad y para los niños. Yo me siento llena con la alegría y la felicidad que transmiten los pequeños porque están conservando la tradición”, explica.
La Semana Santa Chiquita inicia el lunes de pascua con la Misa del Carguerito, celebración religiosa en la que los niños que han cargado cinco años consecutivos reciben la condecoración por su trayectoria. Posteriormente entre el martes y el sábado, se llevan a cabo las procesiones respectivas, en las que participan todos los personajes de la Semana Mayor, representados por niños.
Pero más allá de una muestra al público, la Semana Santa Chiquita es ese espacio en el que los más pequeños hacen parte de la tradición que por años ha enorgullecido a la ciudad. Un espacio de reflexión y formación donde el amor y el sacrificio se convierten en la satisfacción de la sangre payanesa que llama al carguío.
NoticiasRCN.com/Valentina Torres Sánchez
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