Desperdicio de alimentos en cifras: 10 millones de toneladas se pierden cada año en Colombia
En el mismo país en el que en 2022 más de 166 niños murieron por hambre y desnutrición, 10 millones de toneladas de comida se botan a la caneca anualmente.
Noticias RCN
05:02 p. m.
Los recursos del planeta Tierra son abundantes. Pero abundancia no significa infinitud. La comida es una necesidad vital para la supervivencia de los seres humanos: los provee de bienestar, salud, cultura y placer. Pero necesaria tampoco significa accesible. Al menos no para todas las personas del mundo.
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Que levante la mano el que esté leyendo esto y que jamás ha tirado a la basura un alimento, bien sea porque no le gustó o porque estaba lleno. Todos lo hemos hecho y esos pequeños actos individuales se suman a los 10 millones de toneladas de alimentos que se desperdician cada año en Colombia. Para que se haga una idea, esto significa llenar tres veces en el mismo periodo de tiempo el Relleno Doña Juana, pero no de basura, sino de frutas, verduras, carnes y demás. Eso que tanta falta les hace a unos y que tanto les sobra a otros.
Así funciona la cadena de desperdicio de alimentos
Pero la cadena de desperdicios de alimentos comienza mucho tiempo atrás. Hay pérdidas desde el momento en el que son producidos por los campesinos. Las cifras indican que desde la poscosecha y la venta al por mayor, es decir, la que hacen plazas de mercado, se tiran a la basura 2,05 millones de toneladas de comida. Y ni hablar de los restaurantes y hogares, en los que este dato se sitúa en 1,75 millones de toneladas.
En grandes ciudades como Bogotá y departamentos como Meta, Tolima y Huila el panorama es aún peor: se pierden 3,8 millones de toneladas de alimentos anualmente.
Pero todas estas cifras son solo eso, números. El problema va mucho más allá y es que en Colombia la inseguridad alimentaria es un flagelo que cobra la vida cientos de personas. Solo en 2022, 166 niños murieron por desnutrición, una afección que se define como la “pérdida de reservas o debilitación por recibir poca o mala alimentación”.
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En el mismo país en el que toda esa comida de la que le hablé se desperdicia, los niños se mueren de hambre. Unos tienen que elegir entre las tres comidas del día, otros fallecen por la condición de su cuerpo y quienes sobreviven quedan con secuelas.
Desperdiciar comida no es solo tirarla a la basura. Las consecuencias también son económicas, porque se pierden recursos como el hídrico: por ejemplo, un solo banano requiere 160 litros de agua para su producción.
La problemática también tiene efectos ambientales, pues el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global son generados por dichos alimentos desperdiciados.
El desperdicio de alimentos en cifras
El 12% de estos alimentos desaprovechados se pierden en la capital del país, desde las plazas de mercado como Paloquemao y Corabastos, hasta los restaurantes a la vuelta de su esquina, seguido por nuestros hogares.
Junto a un equipo periodístico de NoticiasRCN.com quisimos ver el problema de cerca y descubrir cómo se están manejando estos alimentos en cada parte del proceso de producción y venta. Esto fue lo que encontramos.
La plaza de mercado de Paloquemao
Qué me diría si le cuento que en medio de una plaza de mercado trabaja una ingeniera ambiental, hay un departamento encargado del manejo de los alimentos y se apuesta por lograr la menor cantidad de desperdicio posible. Pues ese es el panorama de uno de los centros de comercialización de alimentos más importantes del país: la plaza de Paloquemao.
En la dinámica comercial de este lugar, según vendedores, sí se desperdician alimentos, especialmente frutas, pues los compradores tienden a rechazar las que no “se ven bonitas”. Catalina Pérez, creadora de la Fundación Alimentarte Colombia, se refirió al tema de la “estética de la comida”.
“La comida no tiene que ser perfecta, una manzana no tiene que ser ni la más grande o roja, esos alimentos que no se ven bien son los que se desechan porque nadie los compra. En ese orden de ideas todos debemos dejar la estética para otras áreas y comprar estos alimentos con imperfectos. Son pequeñas acciones que sumadas serán un cambio importante”, explicó la experta.
En la plaza de Paloquemao, los vendedores intentan que la comida no se pierda con varias estrategias: venderla más económica, regalarla a restaurantes para la preparación de jugos, donarla a fundaciones o entregarla a personas que pasan pidiendo la comida que sobra, la que nadie se lleva.
Las acciones que se toman desde Paloquemao para minimizar el desperdicio
Desde la administración de la plaza también hay esfuerzos por evitar el desperdicio. Se trata de un centro de acopio con nueve rutas de recolección orgánicas e inorgánicas que pasan por cada puesto a recoger los alimentos que se quedaron, pero una vez estos son puestos en las canecas destinadas para la recolección, ya no sirven para el consumo humano, son basura. Son procesados en una máquina de picado y llevados a una volqueta para ser transportados a plantas de compostaje. En total, 10 toneladas diarias de residuos orgánicos, el 60% de alimentos y el resto de lo que sobra de la venta de flores.
Como esta, las plazas distritales de mercado son epicentro de comercialización de más de 96.000 toneladas de comida al año. En esa dinámica comercial se desperdician cientos de alimentos. Otros, son comprados por los hogares y una gran cantidad por restaurantes para la venta al consumo. En este punto de la cadena también se pierde, por eso visitamos una zona comercial de restaurantes y supermercados en la que encontramos un manejo poco especializado de la comida que sobra.
Para los consumidores, lo que hacen con los alimentos que dejan en el plato o que sobran en el día, es botarlos o regalarlos a empleados o personas de la calle, lo cierto es que el testimonio de trabajadores de restaurantes da cuenta de una sola realidad: lo que no sé verde, se tira a la caneca. Algunos dicen que una baja cantidad, otros que bastante, pero entre mucho y poco, los alimentos terminan siendo desaprovechados.
Lo dijo el Papa Francisco en una de sus célebres frases sustentadas en la FAO: “aproximadamente un tercio de la producción mundial de alimentos no está disponible a causa de pérdidas y derroches cada vez mayores. Bastaría eliminarlos para reducir drásticamente el número de hambrientos”. Pero, al parecer, aunque el camino para aprovechar mejor los alimentos está abonándose, aún hay mucho trabajo por hacer.