El misterio que se suma al asesinato del subintendente de la Policía Jhon Armando García

La familia de John Armando García sufre por no saber el paradero del único hijo que tuvo el uniformado y quien desapareció con su mamá.


Noticias RCN

oct 11 de 2023
09:36 p. m.

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Entre las relaciones sentimentales del subintendente y abogado John Armando García Castiblanco hubo una que fue la más larga y reconocida por su familia. Fue la relación que sostuvo por más de una década con la madre de su único hijo, aceptada por un juzgado de familia en Bogotá como Unión Marital de Hecho.

“Lorena es la compañera que él tuvo durante 11 años”, explica la madre de la víctima, mientras cuenta por qué tras la muerte de John Armando esto se convirtió en un nuevo drama y en otro misterio para la familia porque hace más de cuatro años no volvieron a verla y tampoco a su nieto.

Esta también fue la pareja reconocida como compañera permanente del uniformado por la Policía Nacional, organismo al que servía cuando fue asesinado en circunstancias que aún son un misterio, la mañana del 8 de agosto de 2016. La adolorida madre recuerda cómo fue la relación con su nuera y el niño en los meses siguientes a la tragedia:

“Después de que él murió ella estuvo, como se dice, cerca de nosotros. Que no tenía plata para el niño, que no tenía mercado, que no tenía trabajo. Y toda mi familia, desde yo misma en adelante, trabaje, reúnale lo que él le daba mensualmente, 200.000 pesos le daban mensualmente, y de mi parte yo le sacaba mercados cada ocho días, de 50, 60 mil pesos. Cuando el niño entró a estudiar me sacó prestado que, para la matrícula, que para la pensión… que no tenía para el uniforme, vine y le compré yo misma el uniforme”.

"Ni del niño volvimos a saber": madre del subintendente John Armando García

Luz Deicy, una de las hermanas del subintendente, se muestra extrañada ante la ausencia de la mujer: “Mi mamá la apoyó económicamente, en todo se le apoyó a ella, y de un momento a otro recibió también un dinero y ni del niño volvimos a saber”.

La madre habla con indignación al recordar cómo se enteró del pago de esa indemnización por parte de la Policía Nacional. Cree que esto, en parte, produjo el distanciamiento.

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“Cuando me vine a enterar, a los dos años, que a los seis meses de que había muerto mi hijo le habían dado 22 millones y ella nunca tenía un peso, y a nosotros era a los que nos estaba pidiendo plata y ella hay tenía sus 22 millones en el bolsillo”

La situación también afecta al padre de la víctima, Ángel Custodio García Valiente, un cultivador de papa en Boyacá, quien vio a su nieto en algunas ocasiones antes de la muerte de su hijo, y otras tantas cuando fue a visitarlo después de ocurrido el crimen.

“Íbamos y veíamos el niño porque Ascensión venía de Bogotá y ella iba a ver al niño, yo también iba de aquí, iba al apartamento y allá lo visitaba y le llevaba por ahí manzanitas, unas manzanas verdes que a él le gustaban”.

La búsqueda del hijo de John Armando García

El apartamento al que se refiere es el que le dejó su hijo al niño y a la madre de este. Pero luego se enteraron que había sido arrendado a terceros y entonces se volvió imposible encontrarlos:

“La señora no sé qué pasó, pues ya sucedió todos estos casos, la señora se perdió y ya no nos volvió a dejar ver el niño. Hemos bregado a ver al niño y no se ha podido. Ya hace más o menos unos seis años que no lo veo”, relata el padre de John Armando. 

El abuelo estuvo algún tiempo siguiendo algunas pistas en Tunja, llevado por el deseo de ver al pequeño: “Y así, de un momento a otro ella arrendó el apartamento y se había ido a vivir en Tunja para el lado de los Muiscas, por allá estuve porque yo sabía la casa donde una hermana, y por allá estuve, y nunca. Ya se perdió, no la volvimos a encontrar”.

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Meses antes de la pérdida de contacto con ellos, cuando empezaron las tensiones, María Ascensión Castiblanco logró una medida por parte de la Procuraduría que les garantizaba ver a su nieto y pasar un tiempo con él, sin embargo, no lograron hacerla efectiva. Todo esto ha generado grandes dudas, que incluso escalaron a las dificultades que el subintendente tuvo en su relación con la madre del niño, como advierte la señora:

“Tengo muchos interrogantes: ¿Por qué no se lo dejaba sacar a él? ¿Ya después de que murió por qué no nos lo dejaba ver a nosotros? ¿Qué le está haciendo? Si es nuestra familia le está negando una familia a este niño ¿Por qué no nos lo deja ver? 

El interrogante mayor: ¿Quién asesinó al subintendente John Armando García?

Pero el interrogante que se abrió por la situación con el menor y su mamá no es el que más desvela a esta familia de campesinos boyacenses. La duda mayor apunta a las circunstancias en que se produjo el asesinato de su hijo:          

La duda que tengo con la Policía, que está negando siempre la muerte de mi hijo

Este duro cuestionamiento se debe, en parte, a la apelación por parte de la Policía Nacional a la sentencia del Juez 64 Administrativo de Oralidad de Bogotá que ordena reparar a los García Castiblanco. Esta decisión les trajo cierto alivio, pero el vacío en sus vidas es enorme. 

“Pues no sé sumercé, cómo explicarle. Pues bien, por un lado, pero…” al pronunciar estas palabras sobre el alivio que produjo la sentencia, el padre se quiebra. Lo mismo que le ocurre a la madre cuando intenta describir a su hijo: “Él era un muchacho muy alegre, extrovertido para mí era el mejor hijo del mundo”.

La búsqueda principal de los papás y hermanos de John Armando es la verdad que hay en el trasfondo de este crimen: 

“Lo más importante para mí es que se esclarezca este hecho, y que aparezcan los responsables de esta situación”, afirma el padre. Y la mamá, por su parte, hace preguntas claras y contundentes:

¿Con qué se beneficiaban o por qué se beneficiaban? ¿Por qué lo mataron, por qué le quitaron la vida?

La primera batalla por justicia tras la muerte de John Armando 

Cada silencio, cada lágrima que dejan escapar mientras cuentan esta historia, retrata algo, solo algo, del dolor que lleva a cuestas esta familia de campesinos que estaba muy orgullosa de tener a un hijo en la fuerza pública:

“Pues yo era alegre porque él estaba allá y estaba sirviendo a la patria y era un buen personaje allá en la Policía”.

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Nadie habría pensado que su vida podría terminar de esa forma, es decir, asesinado en su propio lugar de trabajo, lejos de cualquier escenario peligroso o en una persecución a delincuentes. No. Apareció muerto y les dijeron que se había suicidado, lo que les planteó una primera batalla para desmentir esta versión, como advierte Luz Deicy García Castiblanco:

“Y pues de ahí ya empieza una historia, por decirlo así, una batalla. La lucha de limpiar el nombre de él. Que no quedó como una persona que simplemente la pordebajearon y de acuerdo a la presión no aguantó y se suicidó”

Las pistas borradas en la investigación por la muerte del subintendente García

Ahora esperan que la Fiscalía resuelva la pregunta fundamental: Quién o quiénes son los responsables del crimen contra el subintendente. Pero, llama la atención la cantidad de elementos que hacen falta para avanzar en la identificación del o los asesinos, como señala Yefrin Garavito, director de la Unidad de Investigación Criminal de la Defensa:

“Uno de los grandes problemas de este caso es que las cámaras de seguridad que hubieran sido pieza fundamental dentro de este proceso no fueron recolectadas en su momento por parte de la Policía Judicial”.

Tampoco apareció firmada la minuta donde se registraba el ingreso a su lugar de trabajo la mañana en que fue asesinado, en las oficinas que ocupaba en ese tiempo la Dirección de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, en el sector de El Lago en Bogotá. Sin embargo, allí nadie escuchó ni siquiera el disparo que le propinaron después de golpearlo y estrangularlo

“Donde hay Policía a la entrada, donde le requisan a uno qué lleva, cómo viene y todo, que eso pasó en mi caso”, explica indignado el padre, quien estuvo en esas instalaciones al igual que la madre.  “Llevamos 7años y hasta este año fue que medio se movió, después de la pandemia”.

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El investigador Yefrin Garavito también explica que hay algo que dificulta aún más la búsqueda del o los responsables: “En las manos de la persona que fallece no encontraron células epiteliales que permitan demostrar que efectivamente tuvo un altercado con otra persona”.

Denuncias por acoso al subintendente John Armando García

Entre los cabos sueltos están la desaparición del computador del subintendente, que le entregaron horas después de la muerte a la madre, pero al rato le quitaron. Y también están sin aclarar, por lo menos ante la familia, las versiones de acoso laboral y amenazas por parte de un teniente que fue señalado por compañeros de la víctima y por dos de sus parejas sentimentales. 

“Y llegó hasta el punto de decirle que no servía (…) ya hasta el tiempo que llevaban empezó como a pordebajear su trabajo”, dice la hermana, quien oyó las denuncias que le hicieron al oído algunos de los policías que trabajaron en ese tiempo con John Armando.

Noticias RCN conoció el nombre del oficial, y consultó a la Policía Nacional sobre la situación de este. La respuesta es que se le hizo una investigación disciplinaria y continúa activo. 

Doña María Ascensión también recuerda la sorprendente respuesta que le dio su hijo una de las veces que lo sintió angustiado por la sobrecarga laboral y le recomendó que denunciara esta situación. 

“Entonces decía: mamita no puedo, no puede uno decir nada, no puede uno decir nada porque lo amenazan a uno con los seres más queridos y continuamente me llamaba por eso”.

Aunque la Policía Nacional apeló la sentencia que ordenó la reparación directa a los padres y hermanos, ellos tienen fe en la repuesta de la justicia por la contundencia de las pruebas que descartaron el suicidio y determinaron que fue un homicidio. 
También esperan que la mentira que empezó a desmoronarse con la intervención de Medicina Legal se diluya por completo y la Fiscalía descubra quién o quiénes mataron a John Armando. 

María Ascensión Castiblanco vivió en el campo hasta cuando la carrera de su hijo en la Policía la impulsó a un cambio drástico

Porque él era mi todo realmente… él era mi todo

Para estar cerca de él, dejó su finca en Boyacá y se fue a vivir a Bogotá, pero tomó una decisión más difícil después de su muerte.  “No es que quiera estar en Bogotá lo que quiero estar allá es saber la verdad de mi hijo…  saber la verdad de la muerte de mi hijo y de mi nieto”.

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