Feminicidio en Colombia: un problema estructural subvalorado

Foto: Noticias RCN

Datos de la Policía Nacional estiman que 53 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va corrido de 2023, 12 de ellas en Bogotá.


Laura Alturo

may 20 de 2023
09:00 a. m.

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Al menos 53 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va corrido de este año, según datos oficiales de la Policía Nacional. De estos, 12 casos se presentaron en Bogotá, y aunque se refleja una disminución de registros en comparación con el mismo periodo de 2022, las alarmas continúan encendidas por la exacerbación de las violencias basadas en género (VBG).

Tan solo el día de la madre se presentaron tres feminicidios en el país, uno en Bogotá, otro en Santa Marta y uno más en la cárcel de Cómbita, Boyacá, en donde un hombre que cumplía una condena de 34 años por feminicidio asesinó a su novia durante una visita.

Érika Aponte, Gloria Domínguez y Merly Andrea Rengifo fueron las víctimas más recientes de esta violencia estructural en contra de mujeres y niñas. A ellas, se suman los nombres de Jackeline Álvarez, Yared Pomares, Gina Paola Bocanegra, Melisa Toro, Mariana Rueda, Valentina Trespalacios, Angélica Treco, Jeidy Herrera, Dora Ortiz, María Camila Plazas y cientos de mujeres más.

Aunque en Colombia el feminicidio está tipificado como un delito autónomo gracias a la ley 1761 de 2015, las medidas de prevención se quedan cortas a la hora de proteger a las mujeres en riesgo. Lamentablemente, el panorama de las violencias basadas en género parece cada vez más gris.

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Karla Pérez, abogada de la organización Sisma Mujer, habló con Noticiasrcn.com sobre el panorama de los feminicidios en el país y la importancia de abordar el tema desde una posición contundente y de rechazo respecto a los diferentes tipos de violencia.

Pérez reconoció que, aunque los espacios son cada vez más prestos a hablar y visibilizar las violencias basadas en género, siguen existiendo estereotipos que trasladan la responsabilidad a las víctimas, desconociendo la naturaleza estructural y profunda de esta problemática.

Cabe anotar que en Colombia el feminicidio es reconocido como delito desde el 2015, tras la promulgación de la Ley Rosa Elvira Cely, por lo que no existen registros anteriores a esa fecha que demuestren un aumento o disminución en las cifras de estos casos.

Es importante decir que las cifras son uno o dos casos que llegan de conocimiento al Estado, pero detrás de ellas hay un montón más y un subregistro que no llega porque las mujeres no conocen sus derechos o no tienen posibilidades de acceder a la justicia 

Según la abogada, existen casos que ni siquiera son tipificados como feminicidios, pues la formación de funcionarios en temas de género es escasa, sobre todo en zonas apartadas del país. Por esta razón, muchas de las denuncias de mujeres que son víctimas de violencia terminan siendo registradas como hechos de lesiones personales o injuria por vías de hecho.

Allí radica la importancia de fortalecer las estructuras judiciales y la formación de funcionarios que atienden a las víctimas de violencia, quienes terminan siendo objeto de revictimización constante ante las instituciones, los medios y la sociedad.

Un problema estructural

Tal vez el primer paso para entender la realidad de las violencias basadas en género sea el hecho de nombrarlas como lo que son; dejar de llamar “crímenes pasionales” a los feminicidios, o de tildar de “enfermos mentales” a los feminicidas.

Cargar de responsabilidad a la víctima suele ser mucho más sencillo que señalar al victimario, y esto se ve reflejado en el manejo que se les da a estos temas desde la institucionalidad, desde la opinión pública e, incluso, desde la esfera social.

Para la abogada de Sisma Mujer, una de las muestras de revictimización radica en eliminar el contenido político del concepto de feminicidio, desconociendo el contexto de discriminación estructural que existe hacia las mujeres y niñas en nuestra sociedad.

“Decir que esto no es un tema o no es un problema estructural de violencia y discriminación, sino que son las pasiones que salieron a flor y no pudieron ser controladas, se suma a un discurso que se ha venido posicionando desde la misma institucionalidad lamentablemente, y es que los agresores son enfermos mentales”, indicó.

Quitar la responsabilidad al agresor, con atenuantes que recaen sobre su salud mental, es ahondar en esa idea de que los feminicidios se comenten por pasión, ira o un dolor intenso que lo lleva a cometer el crimen; es quitar el peso estructural y profundamente arraigado que tiene la violencia contra las mujeres en una sociedad acostumbrada a presenciar estos casos y agregarlos a un contador como una cifra más.

La normalización de las violencias y el ejercicio de dominación de hombres sobre mujeres es, muchas veces, el canal de entrada para los feminicidas que, de manera consciente, planean hacer daño a las víctimas como una forma de venganza por no querer acceder a sus deseos o expectativas.

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¿Funcionan las medidas de prevención para proteger a las mujeres?

Para Pérez, aunque en Colombia existe una “legislación robusta” en relación con la protección y atención de mujeres víctimas de violencia, existen fallas en el acceso a la justicia y en los procesos que se llevan a cabo para activar con inmediatez los protocolos para salvaguardar sus vidas.

Muchas veces, las Comisarías de Familia están saturadas o, simplemente, las medidas no cuentan con el poder para disuadir a los agresores y evitar que estos continúen en el ejercicio de violencias físicas, psicológicas o económicas.

Estamos fallando en el tipo de medidas que se están ordenando para proteger a las mujeres y aquí ya hay unas experiencias que nos hablan de qué debería hacerse

En Bogotá, por ejemplo, a pesar de que existen mecanismos como la Línea Púrpura Distrital, las Casas Refugio y las Casas de Oportunidades, a la fecha existen más de 2.300 mujeres en riesgo de feminicidio, según datos proporcionados por la Secretaría Distrital de la Mujer.

Y aunque resulta difícil, en palabras de la misma secretaria, poner un policía por cada mujer en peligro, también es cierto que estas medidas son completamente limitantes, sobre todo cuando las víctimas son madres y tienen que abandonar sus hogares y espacios habituales para lograr alejarse de sus agresores.

Pérez aseguró que hasta el día que no se logre garantizar a las víctimas una recuperación y estabilización emocional completa, no será posible eliminar completamente los ciclos de cualquier tipo de violencia.

¿Por qué, a pesar de sufrir violencia, son las víctimas las que tienen que abandonar sus espacios para protegerse de un potencial feminicida? ¿Qué hace falta para que el sistema cambie de un modelo reactivo a uno preventivo que combata realmente las VBG?

Socialmente, hay una clara subvaloración frente a las violencias contra las mujeres, lo que ha hecho que históricamente exista una brecha evidente en espacios laborales, académicos y políticos. Replantear la forma en la que se aborda y se habla de las VBG es fundamental para lograr transformaciones profundas en la estructura social, que permitan mitigar los casos de violencias y los crímenes en contra de mujeres y niñas en el país.

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