El campesino que vivió en carne propia la guerra en Dabeiba y hoy le apuesta a la paz

La segunda parte del informe especial de Noticias RCN ‘Dabeiba, la vida después de la muerte’, trae la historia de una víctima que fue testigo del delinquir sangriento de los paramilitares.


Noticias RCN

ago 12 de 2024
10:04 p. m.


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La historia en Dabeiba está marcada por la guerra. En aquel rincón de Antioquia, la violencia se convirtió en algo rutinario, dejando cientos de heridas en los habitantes que aún guardan los estragos en sus memorias.

La violencia fue rutinaria en Dabeiba

Sin duda alguna, una de las épocas más siniestras en el municipio fue la década de los 90. Los habitantes quedaron en la mitad del fuego cruzado entre el Bloque Noroccidental de las Farc y el Bloque Elmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Las ráfagas de los fusiles aún retumban en Dabeiba. Con el paso de los años, la violencia se mantiene lúcida en los recuerdos de la población. El dolor y la muerte se esparcieron por el resto del Urabá antioqueño.

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En una tarde de 1997, tropas del Ejército llegaron a Dabeiba. Como señal de bienvenida, Carlos Enrique Torres le ofreció arepas con chocolate a un oficial. Él tenía un humilde local que administraba junto a su esposa. Sin saberlo, este gesto hizo que el uniformado le revelara un secreto que lo dejó helado.

El secreto que un oficial le reveló a Carlos

La misión del Ejército no era salvar a nadie, su propósito era otro. “Venga Carlos, usted es una buena persona. Es mejor que se vaya de aquí, porque toda la gente que tenga negocios en este corredor se va a morir”, esto le dijo el oficial.

Para ese momento, la violencia no era sorpresiva para Torres. A medida que el conflicto armado se intensificaba, él veía cuerpos y sangre derramada por Dabeiba. Los cadáveres se los llevaba el río.

Haber presenciado en carne propia la violencia de aquel entonces hizo que sintiera que la advertencia del oficial era real. Torres puso a salvo a su familia e intentó hacer lo mismo con sus vecinos.

Algunos de sus amigos se rieron cuando él les contó la situación. Muchos de sus vecinos prefirieron quedarse. Llegada la noche, tropas del Ejército y paramilitares saquearon las tiendas y se llevaron a todo aquel que encontraran.

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Uno de sus vecinos era el ‘señor Beltrán’. Carlos recordó lo que le hicieron: “Se lo llevaron por la vía Chigorodó hacia abajo, lo torturaron, le sacaron los ojos y lo asesinaron”.

Para ese momento, el caserío era un territorio controlado por el Frente 58 de las Farc. Al mando del grupo armado estaba Joverman Sánchez, conocido en aquel entonces como alias ‘Manteco’ o ‘Rubén Cano’.

“Aquí hubo una remetida paramilitar contra las comunidades campesinas. Toda la gente que estaba alrededor del cerro Paramillo fue víctima de desplazamiento”, relató Sánchez.

Los paramilitares llegaron al corregimiento por el control que tenían las Farc. La labor de las AUC era clara, acabar con todo a su paso. La más mínima sospecha de nexos con la guerrilla era motivo suficiente para asesinar a alguien.

Quemando casas, saqueando locales o dejando en escombros los hogares de las víctimas; así fue como los paramilitares acabaron con el corregimiento.

El mito de ‘Escalera’

Uno de los hombres más sanguinarios fue alias ‘Escalera’, un paramilitar que alcanzó a ser conocido al interior de las Farc. Sánchez asegura que en Dabeiba, ‘Escalera’ asesinó a más de 1.150 personas.

Carlos creía conocer a la persona detrás del mito de ‘Escalera’. Por eso, volvió a Dabeiba para confirmar sus sospechas. Sin embargo, se dio cuenta que estaba equivocado.

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“Aquí me encontré con un primo hermano mío que se llamaba Javier Rojas alias ‘La Escalera’. Muy malo, malísimo. Yo tenía idea que él trabajaba con el Ejército o con las AUC, pero no estaba seguro de eso. Entonces le conté la historia de lo que me había pasado y me dijo: esos son enemigos que lo señalaron. Vámonos mañana, matamos a toda esa gente y los tiramos al río”, contó Carlos.

Carlos Torres le apuesta a la paz con quienes emplearon las armas

A pesar de la curiosidad, Torres decidió no tentar a la muerte y dejar atrás su hogar, el negocio y la tierra que durante años trabajó: “Todo se perdió, solamente quedó la parcela”.

La guerra no iba a ser para siempre. Las voces de paz en el corregimiento fueron fundamentales para darle fin a la zozobra de todos los días. Cuando hubo un poco de paz, los desterrados volvieron; entre ellos, Carlos.

Con ayuda de créditos y su esfuerzo, Torres lentamente fue recuperándose económicamente del destierro. Sin olvidar lo que pasó, pero creyendo en la paz, le estrechó la mano a quienes un día se fueron por el camino de las armas. Junto a ‘Rubén Cano’ y un exsargento, trabajan juntos por las víctimas en Dabeiba.

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