La justicia llegó a una familia en Barranquilla 29 años después: esta es la historia
Nancy Mestre fue asesinada en 1994. La perseverancia de su papá para buscar justicia, permitió que el crimen no quedara impune.
Zila Oviedo
08:30 p. m.
Nancy Mestre Vargas no es una víctima colombiana, hace parte de centenares de mujeres que a cada hora tienen un mismo destino en todo el continente americano.
Ella es una víctima universal y cuando las víctimas son universales desde cualquier parte del mundo se abre paso la justicia. Hace pocas horas Martín Mestre, papá de Nancy, las entendió cuando escuchó de un tribunal de Brasil que fue aprobada la extradición del asesino de su hija.
“Se mantuvo la esperanza y la conciencia de que había que seguir investigando y motivando a las autoridades también, se motivó a Interpol, a la Policía Federal de Brasil”, señaló Martín Mestre, papá de la víctima.
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Con esto se sentenció el regreso a Colombia de Jaime Saade, que hace 29 años desapareció mientras Nancy, agonizaba en la Clínica del Caribe de Barranquilla.
Un padre que tiene intacta la imagen de su hija
Desde ese tiempo su papá mantiene intacta la imagen de su hija. Una joven de 18 años, alegre, estudiosa, de cabello dorado largo y ojos vivaces, que quería ser diplomática.
“Nunca pensé parar, pero si llegó un momento en el que sentí desfallecer por el tiempo, el cansancio, el trabajo mío que tenía que atenderlo. Pero nunca pensé en apartarme de lo que estaba haciendo”, indicó su padre.
Dos años después de la muerte de Nancy Mestre, la justicia colombiana condenó a 27 años de prisión a Jaime Saade por asesinato y violación. Y se convirtió en el objetivo de Martín Mestre, quien estableció un contacto frecuente con las autoridades colombianas y con Interpol para compartir información y que al final lo llevó a Belo Horizonte, Brasil, donde el asesino tenía otro nombre, pero fue capturado.
“Comenzamos hace dos años cuando fue capturado Saade”, puntualizó su padre. Dos años y medio tardó la extradición, pero ayer sintió que todo valió la pena. Cada una de las más de 230 mil horas que buscó sin descanso al homicida de su hija.