Más allá del cuerpo: el costo de un clic en la vida de una modelo webcam en Colombia
No todo lo que brilla es oro, pero Viviana vio en el modelaje webcam la luz que podría sacarla de una difícil situación financiera, ¿pero a qué costo? Aquí su historia.
Carlos Valencia
05:28 p. m.
No todas las historias comienzan de la misma manera, aunque hay factores que hacen similares unas y otras. En Colombia hay algo que, si no es determinante, al menos podría ser el ‘chispazo’ o el primer paso en un camino que no todos queremos, o podemos, andar; o tal vez sí.
Para Viviana, una joven de 28 años recién cumplidos para el momento de la entrevista, trabajar como modelo webcam fue una opción que la sacaría de apuros, aunque no imaginó todo lo que le iba a pasar.
“La industria” del modejale webcam
En la “industria” trabajan miles de personas que vieron en sus atributos, personalidades y otras características, que para algunos llegarían a ser ‘defectos’, una oportunidad de ganar mucho dinero, una idea claramente alimentada por el ‘voz a voz’ y otros testimonios tan cercanos como los de amigos o lejanos como de desconocidos en redes sociales.
En este universo, al que Viviana entró con 24 años, encontramos entonces a “la que es modelo webcam, la que se dedica solo a hacer contenido para adultos…”, pero, a pesar de los ‘casos de éxito’ que resonaban por las llamativas cantidades de plata que recibían, no todo el camino fue pisar pétalos de rosa y billetes.
“Empezó por necesidad”
Viviana ya era mamá para el momento en que todo inició, cuando un hecho particular se convirtió en ese factor determinante del que hablábamos:
“Empezó por necesidad, porque mi hijo estaba pequeño y él en ese tiempo se enfermaba mucho, entonces me echaban de los trabajos porque pedía muchos permisos e incapacidades. Lo hice más por necesidad y empecé en un estudio de garaje”.
Sin embargo, empezar en este mundo no fue lo que imaginaba. Aquel sitio no era precisamente un estudio de garaje, sino una aparente fachada con la que se podrían saciar las fantasías de una pareja que aprovechó el poco conocimiento de una mujer joven e inexperta sobre “la industria”.
Encontró aquel lugar como muchos colombianos, a la vieja usanza, sin usar redes sociales: en los clasificados de un periódico. Y llamó aún más su atención que quedaba cerca de su casa, contemplando que debía irse hasta su nuevo trabajo caminando, ya que no tenía plata suficiente para los buses.
“Fue una experiencia horrible”
Viviana considera que esa primera experiencia como modelo webcam, fue “pagar la novatada”, y además no obtuvo mayores ingresos, incluso no alcanzó a lograr ni un mínimo para esa época, pero no lograr la meta económica que se imaginaba no fue lo peor. Tuvo que pagar con ‘intereses’ al ser víctima de aquella pareja.
Aunque no era un estudio y mucho menos profesional, le hicieron algunas exigencias como si lo fuese: tomaron fotos de su cédula, pusieron un horario muy poco convencional, no por las horas, sino por la razón para elegir ese intervalo de tiempo; hicieron una sesión de fotos que ella espera olvidar para siempre, y, además, le daban instrucciones durante las transmisiones para saciar sus fetiches.
De primerazo me tomaron un tipo de fotos que ojalá nunca yo las vuelva a ver
Su horario era de lunes a viernes de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, tiempo en el que el pequeño hijo de la pareja estaba en el jardín, pues en su ausencia su habitación se convertía en la oficina no solo de Viviana, también de otras jóvenes que daban los primeros pasos en “la industria”. Cuando el infante tenía jornada pedagógica, ellas no iban a trabajar.
Eran tres chicas en total. Viviana y una compañera debían transmitir en la misma habitación, por lo que se turnaban la cama del niño y el tapete. Por si eso fuera poco, estaban obligadas a ver todo lo que hacía la otra.
Cuando ella se cansaba, cambiábamos
La tercera joven podía trabajar desde el cuarto de la pareja. Muy a pesar de eso, todas debieron ver cómo “de la nada”, los esposos sostenían relaciones sexuales frente a ellas.
“A veces se sentaban hasta con gafas negras que uno no sabía si estaban mirando o durmiendo. Era súper raro y siento que sí era un fetiche de pareja”.
Pero para ella hubo algo mucho “peor”: recibía órdenes del hombre y su esposa para hacer ciertos actos durante la transmisión. Ella no quería hacerlo, y tampoco obtenía una remuneración, lo que empeoraba el escenario.
Prácticamente les estaba regalando un show en vivo a ellos, uno virtual a los usuarios, y no estaban pagando
La plata, esa necesidad que la llevó a incursionar en este mundo, no llegó como esperaba en el primer mes. Solo recibió $130.000, lo que se sumó a la carga emocional que soportaba por los vejámenes a los que era sometida, entonces, la idea de que ‘eso’ no era lo suyo empezó a rondar su mente.
Es de anotar que la ganancia no era solo para Viviana, sino también para los dueños del ‘estudio’, quienes recibieron el 50% de lo obtenido gracias al trabajo de la joven aquel mes.
“Casi todas las modelos siempre pasan alguna novatada en algún estudio de garaje. A mí me tocó esa”.
Cuenta que afortunadamente contó con el apoyo de su pareja, y recordó entre sonrisas que al no saber nada sobre su nuevo trabajo, imaginaba que debía contar con un arsenal de vestidos eróticos, pero al no tener los recursos, él utilizó una tarjeta de crédito para comprarle disfraces, cuatro en total. Pero se llevaron una sorpresa al entender que debía estar completamente desnuda la mayor parte de sus jornadas.
Consideró que hicieron un “gasto innecesario”, pero ese primer mes tuvo el respaldo económico del papá de su hijo.
También contó con el apoyo de su mamá, aunque nunca se enteró de su primera experiencia. Trata de recordar a diario el consejo que le dio: “Si lo va a hacer, hágalo bien, que valga la pena”. Pero siempre existieron las dudas.
¿60-90-60? El físico requerido en la "industria" webcam
Durante la entrevista, Viviana confesó siempre haber tenido lo que llamó un complejo por el tamaño de sus senos, algo que para ella podría ser un obstáculo en un mundo de cuerpos esbeltos y voluptuosos.
No obstante, sus pechos no fueron el impedimento que ella creía, y se llevó otra sorpresa: “Cuando entré a la industria me di cuenta de que hay gustos para todo”.
“En esta industria lo que más gusta es lo raro. Tú puedes ver mujeres bonitas, operadas, súper acuerpadas y ya, y es el estándar al que están acostumbrados. Pero también vas a ver mujeres súper velludas, súper gordas, pero de verdad gordas que se meten comida entre sus gorditos y les pagan muchísimo dinero; o las que son extremadamente flacas también les va bien”.
Pero esto claramente depende de las personas consumidoras del negocio webcam. Los usuarios juegan un papel muy importante: “Hay usuarios sucios. Los europeos son como los más loquitos y que tienen gustos raros”.
Para ella hay una parte ‘buena’ y es el valor por el cuerpo, la autoestima y el amor propio, independientemente del tipo de físico que se tenga.
Con el tiempo, aquel complejo que tenía sobre su físico fue desapareciendo y es que se ingeniaba formas distintas de enseñar su cuerpo, particularmente sus senos.
“La forma en la que yo los mostraba era buscar un ángulo, que se vieran más grandes. Ya después era súper normal”. En un momento dado comprendió realmente que “hay gustos para todo”, y recordó el caso particular de uno de sus compañeros:
“Él es paisa, y era un 'enanito'. Se disfrazaba de ‘Minion’ todos los días y su traje tenía descubierta la cola. Ese hombre hacía una cantidad de dinero que no te imaginas, y solo saltaba. Ahí me di cuenta el tipo de complejos que yo tenía, se me quitaron”.
Y sí, para los gustos los colores. Viviana tenía muy claro que quería operar sus senos y cuando logró hacerlo muchas cosas cambiaron.
“Operarme fue difícil porque lo hice y perdí muchos usuarios que siempre estaban conmigo porque les gustan las mujeres naturales, o con senos pequeños, entonces llegué a arrepentirme en algún momento, pero me operé fue por mí, no por mi trabajo”.
El ‘salto’ a lo profesional en la industria webcam
A raíz de esa primera muy mala experiencia en el estudio de garaje, una amiga de Viviana, que también trabajaba como modelo webcam, le contó sobre su trabajo con otra plataforma en la que en tan solo una quincena triplicaba las ganancias de aquel sitio administrado por los esposos. Decidió entonces probar suerte.
La época ‘rosa’ seguía sin aparecer, pues, aunque el tema económico empezó a fluir mejor, la falta de sueño empezó a pasar factura.
“Empecé a agotarme porque ya no dormía, no descansaba, porque trabajaba toda la noche, llegaba y el niño no estaba en el jardín porque estaba malito, entonces no dormía en el día y en la noche tenía que alistarme para salir otra vez”.
El agotamiento hizo que su peso bajara considerablemente, se adelgazó bastante, según recuerda, pero posteriormente, con el mejoramiento de la salud de su hijo, cambió su horario a la mañana. Todo empezó a ir mejor.
En este nuevo estudio, a su llegada, le regalaron un kit con implementos para iniciar su trabajo, le hicieron la correspondiente capacitación sobre la página. Un ambiente muy distinto al sitio en el que todo empezó.
“En el primer estudio me sentí violada en muchos aspectos, insegura conmigo misma y ya tenía que estar desnuda al lado de una chica, la pareja también me veía; nunca me tocaron, pero sí sentía que estaban violando mi privacidad. A diferencia del otro estudio, me sentí hermosa, me pude vestir, me sentía bonita, segura. Vi los cambios extremos y ahí me sentí bien”.
“Se me vino el mundo encima”: El momento en que familiares se enteraron de su trabajo
Tomar la decisión de ser modelo webcam no es algo sencillo, pero hay factores que lo hacen mucho más complicado, entre ellos la opinión de los seres queridos, como en el caso de Viviana, pues su familia no se enteró de su trabajo como ella hubiese querido.
“Ya cuando pasó un tiempo, más o menos un año, se enteró mi familia, y se enteraron mal porque se rotó un video mío; yo dije: ‘se me vino el mundo encima, ya no quiero hacer esto, siento que ya no voy a poder’”.
Entonces dejó de trabajar, le pesaban aquellas reacciones de sus familiares sobre lo que hacía, pero hubo algo que la hizo retomar el rumbo. Pasados aproximadamente 20 días, llegó un consejo que no esperaba:
“Un día mi jefe me habló con la psicóloga - porque uno tiene psicólogos - y él me dijo: ‘Es su familia, pero ellos no van a ir a tocarle la puerta a decirle si ya comió o si su hijo ya comió, si necesitaba algo’. Y yo, bueno, sí, es verdad, dejé ese tema a un lado, no le di importancia. No los busqué para darles explicaciones, pero sí fue difícil”.
Saben a qué me dedico y pues no dicen nada
Pero la preocupación no acabó ahí. Hubo dos personas cuya reacción causaba más angustia en Viviana: sus abuelos.
“Fue difícil el pensar que se enteraran porque es complicado explicarles a las personas que viven en otra época, con pensamientos diferentes, cómo hago dinero, si de hecho para ellos en este momento es difícil pensar que en la pandemia mucha gente pudo trabajar desde casa”.
“Al día de hoy mi abuelito es el único que no lo sabe bien. Él sabe que soy modelo, pero no de qué. En algún momento me preguntó y le dije que modelaba lencería porque él vio unas fotos en mis redes. Mi abuela sí porque está muy actualizada, tiene todas las redes sociales, y yo no tengo bloqueado a nadie de mi familia, entonces todo lo que pongo lo ven”.
Otro de los que se enteró de una forma inadecuada fue su hermano, quien reaccionó de mala manera.
“Él nunca en la vida me había dicho una mala palabra, solo ese día. Me dijo que yo era una perra y sentí morirme. Llamé a mi mamá y le decía que no le estaba haciendo daño a nadie, que nadie me tocaba”.
“Ya con el tiempo le expliqué, y para él en este momento es complicado por el tema de los amigos, entonces a veces me dice ‘bloquea a tal persona’, pero ya se dio cuenta que los amigos tienen perfiles falsos y no voy a saber, entonces lo molestan, por lo que es incómodo el tema. A veces soy su acudiente y también se siente incómodo”.
Piensa en el momento en que tenga que explicarle a su hijo a qué se dedica, sin embargo, lo vivido con su hermano es una experiencia de la que aprendió. Aún es muy joven, pero sabe que tarde o temprano se tendrá que enterar y espera ser ella quien se lo cuente.
“Obviamente en algún momento le tengo que decir, porque internet es internet y el contenido nunca se va a eliminar, pero siento que está muy pequeño para lograr entenderlo. Tendré que decírselo con las palabras adecuadas”.
Las ganancias como modelo webcam: ¿cuánto recibe alguien nuevo en la industria?
Aquella noción de que de un día para otro se van a recibir importantes ganancias por ser modelo webcam se aleja un poco de la realidad, para Viviana al principio fue muy complicado, financiera y emocionalmente, pero con un estudio más serio, empezó a ver una luz que le traería algo de tranquilidad.
Asegura que iniciarse como modelo webcam es similar a una red social, pues es con el tiempo que se van obteniendo seguidores y fidelizando usuarios. Y aunque sí hay casos de quienes aún siendo nuevos generan cantidades de dinero absurdas en un día, no fue su caso.
La primera quincena en ese segundo estudio fueron $1.200.000.
“Entonces dije: de pasar de $130.000 en un mes a una quincena de $1.200.000, bueno, me estoy haciendo más del mínimo. Para ese entonces yo siempre me gané el mínimo, entonces partía de ahí, y decía, desde que me haga mínimo el mínimo, estoy bien”.
Es importante aclarar que las ganancias varían según muchos factores como el estudio, si los modelos son o no independientes, de los usuarios y la plataforma en la que trabaje, entre otros.
"Cuando vi que empezó a fluir empecé a cambiar muchas cosas en mí, porque siempre, desde muy pequeña, trabajé. Entonces cuando pasé por esa época de tener que decir: ‘amor, me regalas para mis toallas y mis cosas’, fue horrible. Empecé a tener una independencia económica que no la cambio por nada”.
La pandemia en un estudio webcam
Pasado un año y medio en ese segundo estudio, decidió dar un nuevo salto, argumentando que allí nunca quisieron actualizarse. “Estaba muy quedado en cuanto al modo de transmisión, y yo veía que en otros estudios sí lo hacían”.
Se retiró y llegó a un nuevo estudio, sin saber que poco después se declararía una pandemia mundial, y debió tomar una nueva y radical decisión:
“En pandemia me interné en el estudio, a vivir con chicas. No nos dejaban salir a nada. Contrataron una persona que nos cocinaba, nos compraba galguerías y todo, pero ella era la única que podía salir. Duré internada unos tres meses”.
Esto cayó muy bien a su bolsillo. Cuenta que para esa época su jefe les dijo que podían trabajar, pero internadas, condición a la que muchas más accedieron, y el dinero empezó a llegar.
“Nos dimos cuenta que la cantidad de dinero que hicimos internadas fue muchísima, porque todo el mundo estaba encerrado. Y como muchos estudios quebraron porque no trabajaron; y la competencia directa de nosotras son las latinas como tal, pues prácticamente que Latinoamérica en su 70 % no trabajó. Entonces esos usuarios que estaban regados en otras modelos llegaron a nosotras”.
A empezar de cero, otra vez, en la industria webcam
Aún así, había algunos peros y uno de ellos bastante delicado. “La convivencia con mujeres es difícil, y éramos 22 modelos internadas, entonces imagínate aspectos como el baño, la cocina, la lavada (de ropa)”.
En sus palabras, se aburrió, y a eso se sumó la necesidad de ver a su familia, entonces optó por independizarse. Compró su computador, una buena cámara y empezó a transmitir sesiones desde su casa.
Ya no le tenía que dar un 50 % a nadie, era todo para mí.
Volvió entonces a empezar de cero, y explicó que la cuenta con la que trabajan las modelos no la suelen entregar los estudios, debido a que es mucho mejor para el negocio que se queden facturando para la empresa.
Dice que a los usuarios les gusta mucho comprar el Snapchat de las modelos, lo que aprovechó sus últimos días en el estudio, y empezó a obsequiarlo para así incrementar el número de seguidores. Hecho esto, salió de donde estaba.
“Me podía hacer la mitad de lo que estaba haciendo antes, y era la misma cantidad de dinero porque ya todo el porcentaje era para mí”.
En esta modalidad de trabajo empezó a bajar el rendimiento, pues si antes transmitía 12 horas, en su casa lo hacía unas 3, y llegó al punto de buscar excusas para no hacerlo. Aunque de igual manera le iba bien, dice.
En números sí hubo una mejoría. En el estudio de garaje logró $130.000 en un mes, en el estudio profesional facturó $1.200.000 en una quincena, y cuando se internó durante la pandemia recibió en promedio $4.000.000 semanales, es decir, unos $15.000.000 al mes.
“Eso tiene varios nombres, - fichas, tokens - entonces son monedas virtuales. En un estudio una modelo viene ganando el 25 % de la producción. Hablemos de 1.000 tokens; el usuario cuando paga 1.000 tokens está invirtiendo 100 dólares, de eso la página como tal siempre se va a quedar con la mitad, o sea 50 dólares, a nosotras nos quedan 50 dólares, pero de ahí parte el estudio y la modelo, entonces de los 100 dólares que invirtió el usuario, al estudio le quedan 25 y a la modelo 25. Aun así, se hace mucho dinero”.
“Todo esto aburre, cansa. Hay días que no quieres”
Pero a pesar del dinero, llegó un punto en el que Viviana no se sentía bien, y estando en el estudio debía cumplir su horario, como cualquier otro empleado de una empresa, pero con la implicación de depender de su actitud para recibir ganancias.
“Las mujeres somos muy hormonales, muy emocionales y hay días en los que uno no quiere absolutamente nada, pero en los estudios te multan, y te dan solo uno o máximo dos días al mes, que los puedes usar en tu periodo, pero si te dura una semana, tienes que ir cinco días más a transmitir y buscar la forma en que puedas trabajar”.
Estaba en una encrucijada, pues a pesar de haber estudiado, el ejercer su carrera no le iba a dar los frutos que el modelaje webcam sí.
“Yo decía qué voy a hacer de mi vida porque el día en que ya no quiera esto, no tengo experiencia laboral en nada. Estudié secretariado ejecutivo y auxiliar administrativo, o sea como para ser secretaria, pero yo decía, no quiero ser secretaria y ganar un mínimo sabiendo lo que me gano acá”.
“Esto es agotador física y mentalmente. Te cargas de los problemas de los usuarios porque uno se vuelve psicólogo, llegan usuarios locos”.
Me pasó algo horrible y pensé que me iba a volver loca
Viviana tuvo que vivir un hecho que la marcó, y que no va a poder olvidar fácilmente. Al iniciar en el modelaje tuvo claro que no quería hacer performance de niña, y es que, al parecer, son varios los que piden a las modelos actuar como menores de edad.
Y es precisamente en esta época difícil que atravesaba que un día uno de los usuarios le pidió conseguir una paleta, y hacerse dos colas con el cabello. En su momento quiso negarse, pero al recordar la mala racha que atravesaba, accedió.
El show fluyó normal en un principio, hasta que algo hizo más sombrío el ambiente. Le pidió que simulara estar forcejeando con él, como si estuviese abusando de ella. Recuerda haber querido negarse nuevamente, pero había la posibilidad de que la reportaran, pues el sujeto ya había pagado y podía alegar que la joven no cumplió con lo pactado.
Le dijo que en cualquier momento activaría su cámara. Mientras tanto le pedía halarse la ropa como si fuera él su agresor. Cuando finalmente la encendió, Viviana presenció que aquel hombre estaba abusando a una menor de edad. Inmediatamente reportó lo ocurrido y el usuario del victimario.
“Me sentí tan culpable… Decía que yo incentivé e hice que esto pasara. Para mí fue la peor experiencia que pude vivir en la industria”.
Para ese entonces su jefe la envió a un psicólogo, pero ella no quería seguir más en el modelaje. Pasaron varios días desde esto.
“Luego me hicieron entender que él era un loco, que yo no podía hacer nada (…) Después de eso me tomé un tiempo, mi jefe entendió, y cuando volví lo hice con toda”.
“Me siento en la capacidad de hacerlo sola”
Finalmente salió de aquel estudio para ser independiente, contrató un fotógrafo para hacer una sesión e ir distribuyendo contenido con el paso de los días, pidió ayuda a un amigo cercano para que la apoyara en el monitoreo de la cuenta, y no cobraba exageradamente.
“Yo decía que no se justifica pagar el 50 % porque ya me sentía en la capacidad de hacerlo todo sola, y sí, siempre pude (…) Yo estaba era perdiendo plata”.
Además, contaba con seguidores que ya no usaban la plata directamente en la plataforma, sino que le compraban fotos. Así que por un par de imágenes le daban hasta 100 dólares. Así recibía eventualmente $400.000 colombianos, para ese entonces.
El inglés para las modelos webcam
Se imaginaría uno que no es tan determinante en esta labor saber inglés, pero Viviana considera que, aunque su nivel conversacional no es malo, prefiere siempre que las charlas con extranjeros sean por escrito. Aunque admite que no ha aprendido el idioma por “pereza”, pero que de saberlo hablar fluidamente sus ingresos serían mucho mayores.
“Tú ingresas a una página donde la chica solamente está hablando y no coge el teclado, le va súper bien porque está interactuando con todos los usuarios, mientras que si estás escribiendo tienes que pasar de chat en chat; y me he dado cuenta que las chicas que saben inglés hacen que todos los usuarios interactúen en una misma conversación, en cambio si estás escribiendo, con uno estoy hablando de mis fantasías, al otro le cuento que estudié… Entonces te vas distrayendo, dejas de ser sensual, atractiva”.
La llegada a OnlyFans
El mercado y cada una de las áreas que dependen de él, está siempre evolucionando, creciendo, y adaptándose a nuevas necesidades. Y Viviana empezó a sentir que sus redes sociales las usaba en banalidades, y no para ponerlas a producir plata, como lo dice.
Cuando subía alguna foto varios de sus contactos preguntaban por si vendía contenido, lo que no le emocionaba mucho porque en Colombia no podía cobrar los mismos 100 dólares o $400.000 por dos fotos.
Pero pensó en que no había ninguna dificultad en subir un par de fotos y ponerle precio a una suscripción mensual. Por lo que decidió intentarlo.
Su primer mes en OnlyFans dice que fue el mejor, argumentando que quizá muchos lo estaban esperando, pero confiesa haber tenido una falla: “hice como tres publicaciones y lo dejé”.
“Entonces los usuarios dijeron, pagué por un mes y no alimentó la página y perdí algunos. Como a los dos meses retomé juiciosa, y empecé a publicar por lo menos dos veces a la semana”.
Pero no dejó del todo la transmisión webcam, lo hace “esporádicamente” combinándola con los ingresos que recibe por OnlyFans. “Lo hago en las noches y me va bien”.
“Siento que este trabajo es bastante agotador, y a pesar de que la gente dice ‘tan fácil que es empelotarse y ganar dinero’, no. Esas personas van y se empelotan como dicen y no hacen plata. Para esto hay mañas, cosas, formas de sacarle dinero a los usuarios”.
En ocasiones sigue arrepintiéndose, pues cuenta que sale a la calle y a los pocos minutos llega un mensaje a su teléfono de algún usuario que asegura haberla visto.
“A veces me arrepiento de haber iniciado en esto porque en la calle soy un objeto sexual siempre, para una persona que ya sabe lo que hago. (…) Piensan que soy prostituta. Para mí ha sido difícil porque me siento señalada”.
Para ella es un trabajo, y en ocasiones como muchos empleados, debe poner su mejor cara y continuar, aunque sienta tristeza, rabia o desaliento. Sigue transmitiendo porque recibe más dinero, pero ya no se fuerza a hacerlo, y así ella misma desdibujó la sensación de que es una obligación, logrando fluir más, lo que de hecho le gusta a sus seguidores.
Asegura sentirse bien con lo que hace, pues le permite ser una mamá presente, pero una “con dinero”, no la que espera que su pareja sea el proveedor.
“Soy la que entrega a mi hijo en la ruta y quien lo recibe. Si me pide algo que cuesta, se lo puedo dar”.
Ya superé eso de qué pensará la gente. Ya no me importa y me liberé de eso.
“Siento que no lo hubiera hecho”
Para cerrar le pregunté si cambiaría algo de lo que ha vivido, y la respuesta reiteró que su llegada a “la industria” fue forzosa, empujada, prácticamente obligada por una situación financiera difícil, y el desespero de tener que responder por su hijo.
“Si hubiera tenido dinero hubiera entrado a la universidad y de pronto no hubiera entrado a la industria. Siempre quise estudiar psicología; yo sé que no estoy vieja, que lo puedo hacer, pero siempre lo quise hacer hace 10 años que estrenaba mi cédula, y siento que toda la vida hubiera sido muy diferente. Lo hice fue por necesidad, porque al principio me sentía obligada, y con complejos, entonces no me sentía bien con lo que hacía”.
“Puedo decir que la mayoría ingresamos a esto por necesidad, porque los trabajos están mal pagos, porque ya no hay empleo, porque están llenas de hijos, necesitan tiempo… Si en ese momento hubiera sido todo muy diferente, no hubiera ingresado a la industria. Todo hubiera sido diferente”.