"Me la mataron cobardemente": la familia de la policía Marcela Granados busca la verdad sobre su hija
La primera parte de la historia de la muerte de Marcela Granados deja muchas preguntas sobre lo que verdaderamente ocurrió.
Noticias RCN
07:59 p. m.
La historia de Marcela Granados Arias tiene diversas facetas. Una mujer que dedicó su vida a su familia y al servicio en sus profesiones. Sin embargo, las circunstancias de su muerte son algo que continúa rodeado de misterio.
"He pensado ir a conseguir a los jefes, a que me digan qué fue lo qué pasó, que me digan la verdad, que no sean cobardes y si algo le hicieron a la niña", sostuvo su padre, Pedro Granados Gutiérrez. Era la luz de los ojos de sus padres. Como varias familias en el país, Pedro y Claudia Milena Arias se han hecho a pulso, luchando contra las adversidades de la vida.
"Nos tocó sacar siempre una monedita ahí, pero le cumplimos los sueños y hoy en día para que me la quitaran cobardemente así", declara Granados.
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En su vida profesional, Marcela entró al arbitraje. Su familia cuenta que siempre les gustó el fútbol, en especial a ella desde pequeña. Su temple y pasión por este deporte la llevaron a ser árbitro de la Liga de Boyacá durante cinco años.
"Ella se vinculó al colegio siendo muy niña, tenía 15 años. Era una pasión muy grande. Ella trataba de ser la mejor persona, y en los partidos era un carácter muy fuerte, ella no se dejaba dominar del jugador", sostuvo Luyi Nonsoque.
Mientras trabajaba como árbitro, en simultáneo, hizo un voluntariado en atención a emergencia con los scouts de Tunja, ciudad donde vivió hasta los 20 años.
El paso hacia la Policía
Marcela Granados siempre tuvo un gusto por la criminalística. En televisión la cautivaba, y después hizo un curso en esta materia. Su madre indicó que ella quería estudiar medicina forense, y por eso, en el 2020, dio un paso importante en su vida profesional, aspirando entrar a la Policía.
"Cierto día me dijo "papá, yo estaba convocada para la Policía y salí favorecida, ¿qué dice papá me ayuda? Le dije claro mamita, lo que necesite con mucho gusto. Yo tenía por ahí unos ahorros en el banco y fui y los retiré, le dije mamita, tome, defiéndase con esto, vamos al día a ver qué más va necesitando", relató su padre.
Marcela pasó tiempo intenso, desafiante, pero feliz en la Escuela de Policía de Santa Rosa de Viterbo, en Boyacá.
"Ella entró a una institución que la guerreó porque mi hija entrando la guerreó en la escuela, fue una de las mejores, fue la mejor compañera, porque a ella le dieron mención de honor por ser la mejor compañera en la institución", explicó la madre,
Pasó a trabajar con la SIjín en Bogotá cuando se graduó como patrullera. Sus compañeros destacaron su proactividad, y los jefes de su unidad la definieron como una persona muy bien capacitada, muy competitiva.
Los cambios de Marcela
A pesar de todo esto, en los últimos meses parecía estar muy estresada, pero sin dar indicios de lo que pasaría el 29 de noviembre. Ese día, había quedado con su hermana para ir a comprarle un celular a su madre. Sin embargo, una amiga llamó a Yuliana, hermana de Mónica, a preguntarle si habían hablado con ella, o sabían algo de ella.
Minutos después de eso, hubo otras angustiosas llamadas, y Yuliana se enteró de que a Marcela le había pasado algo en Bogotá.
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"Yo llegué y le mandé un WhatsApp a las 6 y media: "¿hija qué pasó?, algo pasó en tu seccional, dicen que algo pasó contigo, qué pasó hija contéstame", dijo su madre.
La familia intentaba, pero no lograba contactar a los compañeros de la Sijín. Recibieron un mensaje de un desconocido en medio de su angustia. Este fue borrado por el receptor al poco tiempo, pero Yuliana le tomó un pantallazo, que confirmaba que Marcela estaba muerta. En esa foto aparecía el cuerpo de Marcela sobre un escritorio en el edificio Manuel Gaona de la Fiscalía.
Al llegar a Bogotá, en el lugar donde todo había ocurrido, le dijeron a la familia de Marcela que ella se había suicidado. Dijeron que Marcela salió llorando de una reunión con un jefe, y pasó a la oficina, donde había siete personas, y se disparó en la cabeza.
"La versión que dicen tampoco me cuadra… de que estando todas las personas ahí, ella se disparó porque sí y saliendo de una reunión, algo tuvo que pasar en esa reunión para que llegase a pasar algo", cuenta Yuliana.
La incógnita permanece en lo ocurrido los minutos antes del disparo. Pedro Granados no cree que su hija se haya suicidado, y señala que "me la mataron cobardemente".