Mujeres que inspiran RCN: ‘Cáncer: un regalo mal empacado’, la historia de Lina Hinestroza
Lina es sobreviviente de cáncer de mama. A través de su enfermedad aprendió la diferencia entre vivir y estar viva. Ahora se dedica a inspirar.
En Mujeres que inspiran hemos conocido supervivientes al cáncer y cada una con una historia diferente tras esta enfermedad. El relato de hoy es sobre la creadora de Alma Rosa, una fundación que busca educar y empoderar a las mujeres alrededor del autocuidado y la detección temprana del cáncer de mama. Se trata de Lina Hinestroza, a quien el cáncer enseñó la diferencia entre vivir y estar viva.
La historia de Lina Hinestroza
Después de superar la enfermedad que un día le llegó sin pensar que sería para transformar su vida, Lina Hinestroza hoy puede decir que controla más sus alimentos, sus hábitos y que desde su experiencia puede ayudar.
Mi diagnóstico de cáncer de mama fue en agosto del 2013. Ya este año voy a cumplir 10 años, estoy excelente de salud.
Lina también pasó por la complejidad del tratamiento, el miedo o la incertidumbre de lo que podría pasar con ella, pero sobre todo con su familia. El diagnóstico de cáncer de mama la aterrizó.
“Lo primero que yo sentí fue culpa porque había pospuesto mis exámenes, mis chequeos, las citas las había cancelado porque tenía unas reuniones de trabajo y sentía que era más importante que mi salud. Digamos que más que el miedo a morir, fue esa culpa de sentir que yo podría dejar a mis hijos adolescentes, a mi esposo, a mis papás, mis hermanos y que todo había sido por negligencia mía, porque me había dejado de última, porque no había sido la salud la prioridad”.
Y quizás fue esa circunstancia la que le ayudó a entender los cambios que debía hacer para su vida. También le mostró cómo afrontar lo que llegó con el cáncer: una realidad, que lo cambia todo.
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“Uno cree todo lo que falta por vivir y todo lo que he venido posponiendo porque así como pospuse mis citas de control, venía posponiendo muchas cosas, muchos abrazos que había que dar, muchos perdones que había que pedir, muchos encuentros que se iban dejando de lado porque uno cree que las amistades y que la familia son eternas. Entonces tener estas situaciones es muy valioso porque nos dan un foco en lo que verdaderamente es crucial y nos ponen en la vulnerabilidad de la vida en la que vivimos todos los días, pero que no le damos importancia porque suponemos que va a ser eterna y no. Eso fue fundamental porque digamos que con esa premisa de que la vida es una y que es un ratico vivo ya de ahora en adelante”.
Fue así como en ese proceso de aceptar el cáncer de mamá, Lina tuvo un nuevo propósito, el de ayudar. Por eso hizo en Medellín una fundación para acoger a mujeres con el mismo diagnóstico.
“Cuando yo estaba en quimioterapias me impactaba mucho ver que había personas con tantas dificultades para poder enfrentar la enfermedad. No solamente eran económicas, había muchas pacientes que llegaban sin desayunar, que no tenía ni siquiera plata para el bus, para regresar al metro, para devolverse a su casa, y también eran personas con unas con una soledad emocional muy grande. Dije, no: aquí hay algo, no puede ser que nosotros sigamos después de haber vivido esto sin poder acompañar a muchas personas y sobre todo sin poder llegar con un mensaje que es: la detección temprana es igual a vida”.
Fundación Alma Rosa, inspiración para otras mujeres
Para fortuna de muchas mujeres e incluso dos hombres con diagnóstico de cáncer de mama, desde hace 9 años existe la fundación Alma Rosa. Una de sus integrantes es Daissy, quien pasa por este proceso, pero recibe no solo el apoyo de su familia, sino por lo menos 300 mujeres.
“El llegar a encontrarme con esas mujeres que son tan empáticas, que han vivido este proceso, algunas sobrevivientes, fue algo tan bonito y tan maravilloso porque realmente uno siente que sí se puede, que es cambiar esa manera de pensar, abrazar la enfermedad para que de alguna manera que nos ayude a nosotros para ver lo positivo de todo esto. Es el vivir y disfrutar. De verdad que poder llevar ese mensaje de vida a muchas personas ha sido muy satisfactorio en mi proceso”.
Ese positivismo es lo que transmiten en Alma Rosa para ver y enfrentar la enfermedad de una manera diferente. Hace parte de la transformación que logró Lina al compartir su experiencia, pero solo lo logró luego de entender y aceptar el cáncer.
Cuando uno logra sobrevivir y se da cuenta de que cada día es un milagro y que tiene un diagnóstico como estos, encuentra la diferencia entre vivir y estar viva.
Experiencia que comparte en 17 capítulos del libro: 'Cáncer, un regalo mal empacado’, en el que narra cómo logró convertir la adversidad en un proceso constructivo y enriquecedor.
“Recordar, devolverme a esos momentos de vulnerabilidad para que este libro pudiera ser de verdad de ayuda, no solamente para el paciente, sino para los familiares, para los acompañantes, para los cuidadores, para esa persona que están al lado de esos que pasando por cualquier tipo de cáncer, que no saben que está bien o que está mal, yo comparto no solamente mis aciertos sino sobre todo mis desaciertos y los de muchas personas que han vivido la enfermedad y que han hecho cosas que les ha facilitado el proceso para hacerlo más bonito, más amigable, sobre todo más tranquilo. Así como han cometido y hemos cometimos errores que no queremos que la gente vuelva a cometer, entonces eso es lo que está aquí”.
La frase: 'Cáncer: un regalo mal empacado', nació tras una conversación con un sacerdote en el proceso de aceptar el cáncer, ahora es un libro que cuento con el apoyo del escritor y terapeuta Walter Riso. Los recursos obtenidos por la venta del libro serán destinados a la fundación.