‘El abismo de Sara’: la historia de una sobreviviente de abuso que lucha por tener justicia

Sara Muñoz es una mujer que lleva 10 años buscando justicia por un presunto caso de abuso del que fue víctima a manos de un policía.


Noticias RCN

nov 11 de 2024
09:01 p. m.


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‘El abismo de Sara’ es la segunda historia de una nueva entrega de ‘Retrato Hablado, la otra cara’. El relato de una mujer que sobrevivió a la violencia sexual y que lleva una década buscando justicia para que su presunto victimario pague.

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En la tarde de un lunes de puente festivo, Sara Muñoz recibió una llamada inesperada que le cambiaría la vida.

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La mamá del mejor amigo de su novio se comunicó con ella para invitarla a una fiesta de cumpleaños, y aunque al principio no quería ir, pues estaba de pelea con su pareja, al final aceptó la invitación.

Esa noche perdió contacto con su familia y a la mañana siguiente fue hallada tirada a la orilla de una carretera. Lo que sucedió después de la fiesta es objeto de investigación y el centro de este reportaje.

La noche que todo cambió para Sara

En Circasia, Quindío, fue donde Sara creció y pasó los mejores momentos de su infancia. Allí, recorriendo una de las calles, ella recuerda cómo dejó de ser una niña tras sufrir la peor experiencia de su vida.

El tercer lunes de noviembre, hace 10 años, la invitación a una cena de cumpleaños lanzó a Sara Muñoz a un abismo. Después de ese día, su madre tuvo que bañarla y alimentarla con líquidos por un golpe que había padecido.

Sara tenía 18 años, una familia con padre ausente, pero sólida, y el anhelo de graduarse como auxiliar contable. Vivía en Circasia, donde nació, y tenía un novio: Jeffrey.

Ese novio, con el que estaba de pelea en esos días, tenía un amigo policía. Aunque ella casi no trataba con él, ese día todo cambiaría, pues la madre del subintendente Jhon Edward Marín, la invitaría a una celebración en su casa.

María Mercedes Ruiz, la mujer en cuestión, niega que haya llamado a Sara para insistirle que fuera a su casa, y que no había invitaciones porque no era una fiesta.

Sin embargo, Sara asegura que trató de evadir la invitación, pues a la mañana siguiente debía sustentar una tesis y porque no le gustaba salir a fiestas. La madre de Sara respalda su versión.

¿Qué tenía el último trago que bebió Sara?

En la fiesta había siete adultos, un niño y mucho licor. Allí, el policía le empezó a hablar y le pidió que se quitara un anillo que portaba y que se le había regalado su novio Jeffrey, quien llegó minutos más tarde a la reunión.

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Jhon Edward Marín la invitó a bailar, ella aceptó y en ese momento la madre del policía pasó y le alzó el vestido delante de los demás invitados. No obstante, la mujer niega haberlo hecho.

Sara recuerda haber tomado dos tragos por voluntad, y un tercero por la fuerza. Según ella, desde ahí cambió todo. Después de intentar llamar para pedir un taxi, el policía le habría arrebatado el celular para impedir que se fuera.

Sara no recuerda como salió de la casa. Su familia estaba preocupada, pues eran las 3 de la mañana y ella no regresaba. De inmediato llamaron a Jeffrey, él fue a buscarla a la vivienda donde era la fiesta, pero antes de que pudiera averiguar algo, una patrulla de Policía llegó a la casa de Sara con noticias.

Los interrogantes en el caso de Sara

La forma y las condiciones en que Sara fue encontrada, pusieron en alerta a las autoridades de Circasia y a las urgencias del hospital. Ahí empezaba otra historia y muchas preguntas quedaron en el aíre.

¿Cómo salió de la fiesta? ¿Qué pasó con ella?

Sara fue hallada en un puente, a orillas de una carretera en la vía Armenia—Circasia. Pero lo que fue reportado como un accidente de tránsito en la madrugada del 18 de noviembre del 2014, tenía un trasfondo muy distinto.

Con el pasar de las horas, las versiones cambiaron. Sara no solo estaba golpeada, estaba llena de pasto seco en el cabello, con sustancias desconocidas en la sangre y había sido abusada.

María Mercedes Ruiz, madre del policía, había llegado antes que la madre y hermana de Sara al hospital. Al parecer, se hizo pasar por una tía, para poder ingresar y ver a la joven.

Según las versiones del subintendente investigado, la mujer salió con él en una moto, pero ella asegura que estaba drogada y que no recuerda nada.

Lo que pasó después del tercer trago es confuso para ella. Recuerda que cuando despertó estaba desnuda en la cama de un motel. En su denuncia aseguró que después de ser abusada, fue golpeada y dejada inconsciente.

Recobró el sentido una semana después en el hospital de Armenia, a donde fue remitida por su estado grave. En ese momento ya existía una denuncia en contra del policía, quien asegura que fue una relación consentida y que ella cayó de la moto por accidente.

El novio de Sara, por quien conoció a Jhon Edward y a su madre, no le creyó y le dio la espalda.

El grave dictamen de Medicina Legal

Las secuelas del abuso y las lesiones que sufrió han llevado a Sara a urgencias frecuentemente. Su cuerpo cambió, vive con dolor y a veces se le dificulta dormir durante noches enteras.

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Psiquiatría forense le dio incapacidad permanente. Debido a la contusión cerebral le dieron un pronóstico que era casi una sentencia: los médicos no sabían si la joven volvería a caminar.

Fui abusada, golpeada y tirada como si no hubiera pasado nada con nadie, como si no hubiera existido y no hubiera sentido dolor.

Al comienzo de la investigación era un misterio la forma en la que Sara había terminado abandonada en una carretera a las afueras de Circasia. Según la versión entregada por el policía, ella cayó por accidente de la moto en al que se movilizaban y, supuestamente, él esperó hasta que la trasladaran hasta un centro asistencial antes de irse.

El cuadro clínico de Sara esa madrugada era crítico. Tenía una contusión cerebral hemorrágica, golpes en la rodilla, signos de arrastre en los dedos, desgarro vaginal y totalmente dormida.

El dictamen de abuso sexual fue el peor, pero no el único. Días después, un neurólogo le dijo que podía quedar postrada para siempre en una cama. Sin embargo, el apoyo y amor de su familia, la ayudó a caminar de nuevo.

Años después, mientras hacía sus prácticas de la universidad, conoció a quien hoy es su esposo. Hasta cuando ella se lo contó, él no supo lo que había detrás de la simpatía de su amada. Hoy es su compañero de lucha.

Una búsqueda incansable de justicia

Han pasado 120 meses desde que inició el proceso, por lo que Sara tuvo que convertirse en su propia abogada, pues sus recursos no alcanzan para pagar los honorarios de alguien.

El caso por presunto abuso sexual ha saltado varios obstáculos. La Fiscalía ha pedido la preclusión del caso, pues considera que no hay pruebas suficientes para demostrar el abuso. Dicen que no hubo gritos y que las cámaras del motel donde fue violada Sara no muestran comportamientos de resistencia.

A pesar del dictamen de Medicina Legal, Sara ha tenido que luchar con uñas y dientes para que su proceso continúe. Aunque la defensa del presunto responsable apeló, el Tribunal Superior de Armenia ordenó que continúe el caso.

El subintendente ya fue imputado por el presunto acceso carnal violento a Sara Muñoz. Sin embargo, no aceptó los cargos. Además, Jhon Edward Marín tiene una investigación disciplinaria en la Policía, sobre lo cual su abogado dice que fue absuelto.

Mientras tanto, Sara pasa noches sin dormir y pasa por una montaña rusa de emociones a la vez que intenta ejercer de la manera más amorosa y consciente su maternidad.

Su hija llegó a darle vida a toda la familia, pero sobre todo a Sara, quien a pesar de que no tenía en sus planes ser madre, lo ha hecho de forma excelente.

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