Tatiana Piñeros, la alcaldesa trans que busca terminar con los prejuicios sobre Ciudad Bolívar

Tatiana Piñeros (c) ha querido que su gestión se base en el trabajo ambiental y la protección de los animales. / Foto de Instagram: @tatianapinerosl

La historia de una activista social y política que no pudo llegar al Senado y es faro para integrantes de la comunidad LGTBIQ+.


Noticias RCN

oct 10 de 2023
04:23 p. m.

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En las alturas de Ciudad Bolívar, en donde las montañas son adornadas con casitas de colores y los vientos de la sabana ululan como suaves susurros, Tatiana Piñeros, la alcaldesa de esta localidad, emprende un viaje en un medio que se encuentra suspendido entre el pavimento y el firmamento: el Trasmicable. Se trata de un transporte construido a modo de teleférico, con cabinas que se deslizan por un cable fijo que va de estación a estación. Está compuesto por una línea de servicio comercial de 3,34 kilómetros de longitud, cuenta con un total de cuatro estaciones, fue inaugurado el 27 de diciembre de 2018 e inició operaciones comerciales el 29 de diciembre del mismo año. Su recorrido inicia en el Portal del Tunal, pasa por las estaciones de Juan Pablo II, Manitas y Mirador de Paraíso, beneficiando así a miles de habitantes locales, al tener un transporte digno y eficiente que les permita llegar a sus hogares, por más apartados que estén.

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Bajo el cielo celeste y luminoso de la mañana, en el cual se asomaban un par de nubes, la alcaldesa se prepara para montar en el Trasmicable, el sistema que, además de unir los barrios empinados de la localidad con el resto de la ciudad, es una travesía que la conduce por medio de una obra de la ingeniería moderna y es el producto de la historia de la acción social y de la cultura de su gente. Allí está Tatiana, quien desde muy niña sintió que algo en su interior no correspondía con el rol que la sociedad le había determinado por nacer en el cuerpo de un hombre.

Mientras se aproxima a la estación del Tunal, en el aire se siente la emoción que tiene por entrar, aunque se mezcla con la naturalidad de su rostro al ser algo usual para ella. El Trasmicable llega y se desliza majestuosamente como si de un cóndor andino carmesí hecho de metal se tratase. Con la mayor tranquilidad, con una suave sonrisa, entra a la cabina, tomando lugar en uno de los asientos que lucían con acabados de madera y contemplando a las personas en sus actividades diarias.

“Hay que ponerse en los tacones de los demás”, es una de sus frases favoritas. Por eso, miraba con atención desde la cabina del Transmicable a estudiantes en sus escuelas, educándose para un futuro; a vendedores ambulantes, tratando de salir adelante; a niños jugando en los parques, y señoras que compraban al mediodía los ingredientes necesarios para empezar a hacer el almuerzo. Tatiana ahora hacía una pausa. Se concentraba en las casas que, aunque tienen diferentes formas, materiales y colores, se acomodan perfectamente una con la otra, formando un paisaje de ensueño que en ese momento era enmarcado por las piezas transparentes que funcionan como ventanas.

La suave brisa que se lograba colar por las rejillas de la cabina acariciaba el rostro de Tatiana. A medida que el transporte avanza, la alcaldesa logra intercambiar algunas palabras con algunos ciudadanos que la logran distinguir. En el rostro de las personas se dibujan sonrisas, abrazos y palabras que llenan el aire para quien es la encargada de ser la guardiana del bienestar y los intereses de los habitantes locales, actuando como su voz y representante frente al gobierno nacional y distrital. Piñeros escucha cada una de sus peticiones, historias, consejos y preocupaciones. Cada una de estas conversaciones ayudan al crecimiento del tejido social que siempre la ha caracterizado.

Con apariciones en varios medios de comunicación, su discurso es un río caudaloso que corre en las aguas de la pasión por la inclusión pública. Esto se vio evidenciado cuando Tatiana Piñeros había decidido postularse al Senado de la República de Colombia, para convertirse en la primera mujer trans en aspirar a ser parte de él, ya que aseguraba que el Congreso debía tener una reforma con personas que representaran la misma pluralidad y diversidad que es el mismo país.

Tatiana, como cualquier otro ser humano, se encontraba inundada de ansiedad, pero de la misma forma sentía esperanza por una posible elección. Estaba segura de sus capacidades como profesional, activista y persona, porque muy dentro de su ser latía la convicción de que podía hacer la diferencia, abrir la gran puerta del Congreso, para que entraran todas las voces, los sueños y las convicciones de su gente.

Cuando el ocaso se estaba aproximando y el sol del atardecer estaba tinturando el horizonte para finalmente desaparecer, los resultados electorales habían llegado. La candidata, junto con su equipo de campaña, observaba con un notable nerviosismo cada uno de los votos que fueron contados. La tensión que se sentía en la sala era más que palpable, como si el destino de todas las personas a las cuales les había prometido representar estuviera pendiendo de un hilo. Entonces, finalmente llegó la noticia, los resultados finales no fueron positivos, Tatiana se enteró de que no fue elegida para el Congreso. En aquel instante, sintió que todo lo que estaba a su alrededor se había detenido por un par de segundos, sus ojos eran el espejo que reflejaba lo que sentía en su interior, una mezcla de melancolía, desilusión y tristeza. Sin embargo, también era consciente del orgullo por todo lo que había logrado con su candidatura.

‘‘No conseguimos la credencial, pero sí una experiencia importante que me hizo acercarme a las regiones como candidata, para observar sus distintas problemáticas y realmente hacer labor social, para optimizar la calidad de vida de todos los colombianos’’, aseguró Piñeros frente a su experiencia como candidata al Congreso.

A pesar de su derrota, sabía que ese no era el punto final de su trayectoria política. Desde que inició, sus ideales seguían intactos y su compromiso con su país era más fuerte que nunca.

Comenzó trabajando en el Fondo General de Contraloría de la Nación a la corta edad de 18 años, generando amor, cariño y mucho respeto por el ámbito público, reflexionando sobre todo lo que se pueda lograr para transformar ciudades, países y vidas. Luego se graduó como contadora pública, especializándose en Recursos Sociales; al comenzar su maestría, empezó a dejar de sentirse cómoda con su propia identidad.

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En las aulas de su universidad, comenzaría una historia de metamorfosis que retaría las convenciones y abriría las puertas a la autenticidad. La maestría que estaba por terminar se tornó en algo más que sólo un título académico; se convirtió en un emblema de su propia transformación. Con el tiempo, abrazó su verdadera expresión, desafiando cada una de las imposiciones, prejuicios e imaginarios que la sociedad le había enseñado. Además, cada vez su voz se volvía en algo más fuerte, tal y como su aceptación.
‘‘Como mujer trans tenía que asumirme como mujer trans en una sociedad que es conservadora, machista y que discrimina la diferencia. Yo no me sentía cómoda en un rol masculino. Me siento una mujer, aunque tengo que admitir que tenía miedo de perder lo que ya había conseguido como profesional’, declaró Tatiana al pensar en uno de sus mayores retos en su trayectoria.

Entiéndase como una persona trans a aquel que resignifica su género a manera de identidad y/o de orientación sexual. En Colombia, con la revolución sexual que se ha evidenciado a lo largo de las décadas, las personas transexuales han luchado incansablemente por su reconocimiento y sus derechos, con el fin de la exploración de la sexualidad más allá de lo heterosexual, en una sociedad que, en muchos aspectos, ha sido lenta en aceptar y respetar su identidad de género. Gracias a distintos activistas que con sus miradas cambiaron el paradigma, el país ha dado pasos lentos pero seguros para la protección de los derechos de la comunidad LGTBIQ+, como se muestra en el Capítulo 1 de la Constitución de 1991, artículo 13, en el que se castiga, por medio de la Ley 1482 de 2011, la discriminación. Sin embargo, ahora el dilema está en si se está cumpliendo la Constitución como se debería para cobijar a las disidencias sexuales y de género.

Junto con esto, nace el proyecto de la Ley integral Trans, que tiene como objetivo el garantizar la calidad de vida para las personas transexuales en Colombia, en aspectos como la salud, la educación, los derechos sexuales, los derechos laborales y de reconocimiento para el Estado. Además de mitigar los casos de discriminación y violencia, que van desde la familia hasta las instituciones.

‘‘Definitivamente, es necesaria una ley que recoja todas las situaciones, problemáticas y necesidades de todas las personas trans, no por intereses particulares, sino porque las personas trans, a través de la historia, hemos sido relegadas, discriminadas y segregadas. Como mujer trans puedo decir que hay dos factores importantes que convergen: el desplazamiento y la explotación sexual. Por ejemplo, cuando una persona trans hace visible su identidad de género, su misma familia es quien se encarga de sacarla de su núcleo, o en zonas de conflicto son las primeras que son desterradas. Sumado a lo anterior, a las mujeres trans, en el imaginario social, casi que sólo se les ha dado el papel de trabajadoras sexuales, porque no vemos a mujeres trans trabajando en el servicio público o en un supermercado, haciendo labores básicas, porque se le cierran los espacios, como se puede ver. Una ley integral trans reconocería que en muchos casos es vital las cirugías y las terapias hormonales que ayuden a exteriorizarse y verse como interiormente quieren verse, lo que reducidiria los temas de biopolímeros y de cirugías clandestinas. Es necesaria para llegar a una verdadera igualdad’’, expresó Tatiana frente a la Ley integral Trans.

Ya como Tatiana Piñeros, su auge llegó junto con su puesto como directora de Gestión Corporativa de la Secretaría de Integración Social, de la mano de Gustavo Petro, lo que causó rumores y controversia en distintos sectores de la población que no estaban de acuerdo con ella ni con el ahora presidente de Colombia. Después de esa experiencia, pasó a ser directora en el Instituto Distrital de Turismo de Bogotá y también ejerció como directora financiera de la Secretaría de Gobierno y en la Alcaldía local de Bosa.
“Yo no puedo decir que soy la mayor representante y toda esta cosa, no, pero creo que las personas LGTBIQ+ se han sentido bien representadas frente a mi papel como mujer trans en la administración pública y mi trabajo. De manera indirecta he venido abanderando y liderando estos espacios de exigencia de derechos, de igualdad y de respeto. A nosotros que no nos valoren por cómo nos construimos, sino por lo que podemos aportar a la sociedad. Cuando llegué a la administración, a duras penas había dos o tres mujeres trans por contratos, ni siquiera en planta. Cuando salí, había como 70 mujeres trans trabajando en la alcaldía”, dijo alguna vez en una entrevista para el medio Vice.

Hoy en día, en el vibrante y pintoresco corazón de Ciudad Bolívar, la localidad número 19 del Distrito Capital de Bogotá, con una densidad poblacional de más de 600 mil habitantes, Tatiana Piñeros se desempeña como la primera alcaldesa transgénero en asumir el cargo en una localidad en Bogotá.

En una amplia oficina con grandes ventanales de cristal que tenían como vista un paisaje urbano, acompañada de su pequeño perrito Pomerania, Tatiana se siente segura. Al verla, sus ojos se iluminan como estrellas fugaces, cuando conversa de cómo ha cambiado los paradigmas en su gestión.

Aunque un nuevo reto ha llegado con su puesto como alcaldesa, que es luchar contra los prejuicios que se tienen con los habitantes de Ciudad Bolívar, todavía siente que puede lograr más.

‘‘Ciudad Bolívar es más que lo que Bogotá piensa de ella, tiene una gigantesca riqueza oculta, comenzando por sus habitantes, personas trabajadoras, que, lastimosamente, han tenido que vivir con la estigmatización. Algo que me impactó, recién llegada a la Alcaldía, fue escuchar a personas que me contaban que muchas veces no les daban el trabajo cuando sabían que vivian en Ciudad Bolívar, sin conocer los espacios culturales que se encuentran en la localidad, como el Museo de la Ciudad Autoconstruida, el primer Trasmicable de la ciudad de Bogotá, murales y diferentes miradores para que observen la periferia rural’’, confesó Piñeros, como una invitación para cambiar la mirada que se tiene de la localidad.

Pero tal cual como el Trasmicable desciende, los rumores de la ciudad se van disipando. Desde esta altura privilegiada, se puede observar cómo la diversidad de la comunidad se entrelaza como hilos de un tapiz colorido en un entorno rural. Como una melodía de coraje que resuena en los corazones de quienes sueñan un futuro más inclusivo y diverso. Sus ojos, que han visto la oscuridad del rechazo, ahora anhelan iluminar el camino hacia la igualdad y la transformación.

Por: Juan Nicolás Garcés Serrano - CrossmediaLab de la Tadeo.

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