¡Todos contra todos!: ¿por qué la ira se ha tomado las calles colombianas?
La muerte de un perro a manos de un deportista y el uso del "¿usted no sabe quién soy yo?" parecen demostrar que la intolerancia está desbordada.
Noticias RCN
mar 12 de 2015
12:46 p. m.
12:46 p. m.
La muerte de 'Príncipe', el perro, fue apenas el más reciente caso. Le disparó el motociclista Juan Sebastián Toro el domingo pasado cuando se enfrascó en una discusión con sus dueños. Pero antes pasó que Nicolás Gaviria le gritó a unos policías en la Zona T "¿usted no sabe quién soy yo?" y antes, un taxista obligó a una mujer con un bebé en sus brazos a bajarse de su carro porque ella le increpó que iba chateando.
También pasó que atacaron a policías a pedradas cuando hacían un desalojo, que en vez de ser el taxista el agresor fue el agredido. Pasó que un hombre de apellido Manotas asesinó a su vecino porque le pidió que le bajara el volumen a la música que escuchaba en su apartamento.
Estos casos se han venido registrando con pasmosa frecuencia en Colombia, en donde ya es común conocer videos en los que se ven peleas e insultos casi que en cualquier escenario: desde las afueras de una discoteca hasta el interior del transporte masivo, pasando por los taxis, los colegios y hasta los concejos municipales, como ocurrió en Medellín, cuando en medio de una discusión sobre temas políticos, los ediles casi se van a las manos.
La intolerancia se ha convertido en una suerte de virus que tiene contagiados a los colombianos. Según estudios clínicos, las conductas agresivas de los colombianos han aumentado en 5% comparadas con años anteriores, llevando a que 300 de cada 100.000 habitantes se hayan comportado de forma agresiva ante una situación cotidiana, ya sea con malas palabras o con violencia física en momentos de ira.
Bogotá ha resultado especialmente afectada por este fenómeno: un estudio realizado en 2014 por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, reveló que en la capital hay 377 riñas por cada 100.000 habitantes. Solamente en el 2014, según Medicina Legal, se registraron 44.000 riñas en Bogotá.
Además, hay un problema de porte de armas por parte de los ciudadanos, más específicamente de armas blancas. De acuerdo con la Policía, cada día se incautan 980 cuchillos, navajas y otros objetos cortopunzantes en toda la capital del país.
De acuerdo con Angie Pérez Vargas, sicóloga clínica, la intolerancia que hoy campea en Bogotá tiene mucha parte de su origen en el conflicto armado y el narcotráfico, que heredaron culturas de resolución de conflictos de manera agresiva y que van creando estas costumbres en las distintas generaciones.
"Los niños son como esponjas que imitan el comportamiento que ven en sus padres y lo replican en sus escuelas o con sus amigos más cercanos. Eso va generando una cultura de que el que gana las discusiones es el más agresivo, el que no se la 'deja montar'", asegura la sicóloga Pérez Vargas.
Luis Joven, docente universitario, también relaciona los casos de intolerancia con el consumo de alcohol y sus efectos en el cerebro.
"Si usted compara los casos de intolerancia, muchos de ellos tienen en común que hay personas que consumieron alcohol. Eso pasa con el señor que se envalentona porque le parece que el taxista le está cobrando demasiado, o la señora que tiene problemas con su pareja y que se le sale la ira que tiene acumulada cuando se toma unas cervezas. Por eso es que las estadísticas de riñas se disparan en festividades como Navidad".
Y las cifras apoyan la tesis de Joven. El pasado día de las velitas se presentaron 1.600 peleas en Bogotá. Y para el cierre del año, la Policía reportó que la línea de emergencia 123 recibió un millón de llamadas para que se atendieran casos de personas en medio de riñas.
El sociólogo Fabián Sanabria asegura que se trata de un problema cultural. El experto en comportamiento social dice que los colombianos estamos criados como seres egoístas y envidiosos, que no tienen clara la necesidad de respetar al otro como individuo.
"Desde niños nos inculcan que debemos luchar por lo nuestro. Que somos únicos, que somos los mejores y que nada se nos regala, que tenemos que pelear por lo que queremos", concluye Sanabria.
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