Catalina Pérez, de ser vista como extranjera a ser la sonrisa de la Selección Colombia

Catalina Pérez se está convirtiendo en un emblema el arco de la Selección Colombia femenina.


Noticias RCN

ago 25 de 2023
01:34 p. m.



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En las escuelas de fútbol siempre hay dos panoramas. Por un lado, el de todos los pequeños queriendo anotar goles y sacarse a sus amiguitos a punta de improvisadas filigranas, y por el otro, el grupo de dos o tres niños que, sin ser conscientes del riesgo ni el dolor, aprovechan su inocencia para volar de palo a palo con tal de que ningún balón entre a su arco. 

En el segundo, casi ninguno llega por voluntad propia, sino porque le toca. Pasa que estar debajo de los tres palos, embarrase y aguantar pelotazos como si fueran balazos a quema ropa también enamora. No hay otra explicación, es una vocación. 

Sin pensarlo y sin quererlo, como casi todos, Catalina Pérez se está convirtiendo en un emblema el arco de la Selección Colombia femenina. Un caso atípico, pero emotivo. Hace poco en la Selección Colombia masculina hubo un DT que decía que los futbolistas que no crecieron en el país no tenían sentido de pertenencia y que por eso no eran convocados en su ciclo. Pues bien, 'Cata' es el ejemplo perfecto para derrumbar ese mito como un castillo de naipes. 

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De Boca Ratón a la Selección Colombia: así se forjó Catalina Pérez

Pérez nació en Bogotá y a los cuatro años, en busca de una calidad de viuda mejor, sus padres decidieron mudarse a Boca Ratón, en Estados Unidos. Con la idea de que sus hijos practicaran un deporte, Alejandro Pérez y Luz María Jaramillo matricularon a su hijo mayor, José Pablo, a una escuela de fútbol sin ser muy motriz, y a Catalina, en clases de tenis, pues era una disciplina femenina. 

'A 'Cata' se le notaba la 'vena' deportiva desde muy niña. Madrugaba para ir a entrenar, aunque el tenis no era de su agrado, pero un día encontró su gran vocación. Su madre la llevó a recoger a José Pablo a una de las clases de fútbol, y al ver la pelota rodar de un lado a otro con 22 personas corriendo por detrás, chocando y pateando, fue un deleite para la que apenas era una niña. 

De inmediato pidió entrar a una escuela de fútbol. Sus padres se sorprendieron, pero con el susurro del fútbol femenino que en Estados Unidos era cada días más preponderante, aceptaron la idea. Pérez arrancó en una escuela del pueblo y a los seis años entró a Team Boca, el equipo de Boca Ratón que contaba con competencias estatales y nacionales que le podían dar mayor fogueo. 

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En ese entonces, cumplía en la posición de volante, la que más le gustaba a Catalina. Nunca se había probado en el arco hasta que un día, el entrenador del equipo del colegio Saint Andrew's pidió a sus jugadoras que rotaran el puesto de portero, pues a nadie le gustaba estar ahí. 'Cata' fue la primera en intentarlo e impresionó. Cada vez que le daban la oportunidad a otra, la cambiaban para que atajara de nuevo la colombiana, quien haciendo pucheros y frunciendo las cejas, se quejaba porque en ese entonces le gustaba jugar como volante. 

Todo se cura con amor. Tanta fue la insistencia, que Catalina fue dejando alma, vida y corazón en cada atajada hasta que se enamoró de la posición. En adelante empezó a crecer y seguía deleitando a los demás en cada torneo que participaba, en especial a Scott Baker, Pablo Narváez y Fernando Valencia, sus principales maestros. 

Este último ha sido su gran guía. Valencia, un manizalita que aceptó acoger a Catalina Pérez como su principal discípula y fue por recomendación suya a uno de sus contactos, que la Federación Colombiana de Fútbol le puso la lupa y la convocó por primera vez a la selección femenina sub-20 con tan solo 14 años. Elegida. 

Como ella misma se lo reveló a NoticiasRCN.com, a Catalina la hicieron sentir como una extranjera. Su larga y rubia cabellera y su acento medio enredado la hacían ver diferente para sus compañeras. No oculta que se sintió mal, pues a pesar de no haber vivido mucho en el país, siempre lo ha llevado en el corazón y su sueño siempre ha sido cantar el himno a todo pulmón con la camiseta 'tricolor' puesta, como ahora lo hace. 

Dejar todo para ir detrás de su sueño a Italia

Pasó el tiempo y Catalina empezó a forjarse como una realidad en el arco internacional. Por los principios que le ha dejado su familia, nunca dejó el estadio y los equilibró con el deporte. De hecho, el fútbol la llevó a ser becada en las más prestigiosas universidades de Estados Unidos. Tras graduarse de un MBA, empezó a trabajar en un prestigioso banco en Boston mientras se recuperaba de una de las tres roturas de ligamento cruzado anterior que ha sufrido en su pierna izquierda. 

El tiempo le alcanzó para llegar con lo justo a los Juegos Panamericanos Lima 2019, en los que fue pilar fundamental de la única presea dorada de una selección Colombia, independiente del género y categoría, en un ciclo olímpico. Historia pura. 

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La sublime actuación de Catalina fue premiada con una sorprendente oferta de la Fiorentina de Italia. Ella, dudosa de si dejar su puesto en el banco para cumplir su sueño, escuchó la voz de su madre: "vete y sé feliz haciendo lo que siempre has soñado con todo tu corazón. Ten fe y sé valiente". Ese espaldarazo fue sin duda el mejor impulso que necesitaba la arquera para ir detrás de su anhelo de toda una vida. 

El mejor viaje de todos. De la 'Fiore' pasó al Betis de España y luego regresó a Italia para vestir la camiseta de Napoli. Allí coincidió con la casualidad de que el arquero del equipo masculino también era colombiano: David Ospina. Compartir con uno de sus ídolos fue otro sueño cumplido que la ha llevado a seguir aprendiendo y creciendo para llegar cada vez más lejos. 

Catalina Pérez y su secreto para superar las adversidades: la fe

Tras unos años en Europa, Catalina Pérez decidió jugar por primera vez en Sudamérica. En la última temporada defendió el arco del Avaí de Brasil y tras terminar contrato en junio espera que el Mundial femenino la devuelva a la élite europea. 

Un sueño cumplido e inesperado llegar hasta este punto. Superar tres roturas de ligamento en una misma rodilla y tener que dejar una promisoria carrera empresarial para irse a vivir sola a Italia en busca del gran sueño de su vida. Sin embargo, tiene un secreto para confiar en que en el horizonte vendrá un mejor plan que el que ella ha pensado. 

"Sin duda la fe. Dios me da la fuerza cuando siento que no puedo más. Ha puesto a personas increíbles en mi vida que me han ayudado a parar y a darme cuenta que esta no es mi historia, es la historia de todas esas personas. Es como lo que Dios quiera conmigo y yo entregarme totalmente", le dijo a este portal. 

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Este viaje no para y le faltan muchas millas por andar. Por ahora se enfoca en terminar el Mundial de la mejor manera, el segundo de su carrera tras Canadá 2015. Los golpes no la derrumban y menos con la compañía de su familia en la tribuna, su mayor tercero. En adelante le queda seguir soñando en grande y dejarse sorprender por las bendiciones que le llueven del cielo. Como lo soñó cuando pequeña, el balón ahora la lleva a todas partes. 

"Es como esa ilusión de niña pequeña que uno tiene este sueño dorado y se pregunta si podrá cumplirlo. Sí, los sueños se cumplen, los milagros existen. El trabajo da recompensas. Es una sensación demasiado bonita", concluyó. 

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