El sufrimiento de una cirugía plástica irresponsable que se transformó en empresa
Lo que comenzó como una decisión por vanidad se transformó en el punto de quiebre en la vida de Liliana Urrego, la mujer que vio en su tragedia una oportunidad.
Noticias RCN
04:15 p. m.
Liliana Urrego es la protagonista de una historia de resiliencia, una mujer que sufrió cadena de complicaciones médicas que marcaron un antes y un después en su vida, una decisión desafortunada que la llevó a hacer empresa en Colombia.
En plena pandemia, se sometió a varias cirugías plásticas: liposucción, abdominoplastia e implantes mamarios, convencida de que era la mejor inversión en su imagen, una decisión que se convirtió en una pesadilla que trajo consigo infecciones, heridas abiertas, dolor físico y emocional; además de una transformación inesperada.
Fui ese 1 de 1.000 que todo le sale mal, pero hoy agradezco que me haya pasado. De no ser por eso, Luvanna no existiría”, recordando aquellos días en los que su cuerpo colapsaba.
La historia de Liliana no es solo la de una paciente con mala suerte quirúrgica. Es la de una mujer que decidió reinventarse desde el dolor.
Luego de tres intervenciones adicionales para salvar su vida, de ver su piel abierta por segunda vez, de cargar con un drenaje durante casi tres meses y perder peso de forma alarmante, supo que no quería quedarse en la frustración y ver en ella una gran oportunidad.
Sufrimiento de una cirugía plástica transformado en empresa
Mientras recibía aquellos dolorosos masajes postoperatorios de múltiples intervenciones de reconstrucción, aseguró que tuvo una revelación:
“Estaba acostada en la camilla y pensé: yo quiero un negocio como este”, y así nació un centro de estética integral que hoy define como una mezcla de su identidad, la energía de la Luna, y el recuerdo de una mala experiencia convertida en oportunidad.
Aunque comenzó con una socia, las cosas no fluyeron. “No recomiendo hacer sociedades con amigas, la amistad se dañó”. Al disolver esa alianza, decidió también borrar todo rastro energético del pasado y rebautizar su emprendimiento con un nombre más conectado con su esencia.
Los desafíos de hacer empresa en Colombia
La expansión de Luvanna llegó pronto, tal vez demasiado. Abrieron cuatro sedes en Bogotá, pero no estaban preparados. “Nos aceleramos. No sabíamos hacer pautas ni estábamos sólidas en la sede principal”, admitió.
Al poco tiempo, debieron cerrar las demás sucursales. Salitre Plaza, la principal, estuvo a punto de desaparecer también. “Un ángel me habló y me dijo: ten paciencia. Y aquí estoy. Eecidí volver a intentarlo y funcionó”.
Con proyección de abrir sedes en Medellín, Liliana Urrego planea seguir creciendo, pero con los pies en la tierra. “Ya sé qué errores no volver a cometer. Hoy tengo claro lo que quiero y cómo lo voy a lograr”.
Para quienes están emprendiendo, su consejo es:
Tengan paciencia. Insistan. Persistan. Vale la pena soñar en grande.
Liliana fue ese "1 de 1.000", pero también es una en un millón: la que decidió sanar ayudando a sanar.
La empresa que nació de una cirugía plástica irresponsable
Luvanna es un centro de medicina estética profesional que ofrece desde limpiezas faciales, bótox, hilos tensores, tratamientos corporales, plasma rico en plaquetas, entre otros servicios para el bienestar y la belleza, el balance ideal para la vanidad.
Más allá de los servicios, lo que diferencia a empresa es la calidez humana. “Las mujeres no solo vienen por belleza, vienen porque quieren ser escuchadas”.
La resiliencia de Liliana se traduce en su capacidad de ver oportunidad donde hubo dolor y de él ver nacer un negocio con propósito y de volver a empezar cuando todo parecía perdido.
Soñé en grande, toqué fondo, y volví a subir. Hoy sé que vale la pena insistir.