Abuelas españolas combaten el confinamiento con baile y jardinería

María ‘Marichu’ Zabala, Mercedes Aceituno, Pepa Peña y Doris Blas es un grupo de mujeres de más de 60 años que se reunía frecuentemente para trabajar en el huerto comunitario detrás de la basílica del centro histórico de Madrid.

Estaban acostumbradas a verse tres veces por semana, pero por cuenta del coronavirus ya no saben si lo volverán a hacer.

El virus, que ya ha dejado a más de 8.000 muertos en España, obligó a las amigas a que se separaran y ahora, cada una desde su hogar, adaptó su rutina diaria al encierro.

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Desde su apartamento, ‘Marichu’, repite los pasos de baile de una sevillana que en días anteriores había aprendido en una residencia para adultos mayores.

Mientras espera pacientemente a que el confinamiento acabe, la madre de cinco hijos y abuela de doce nietos, se entretiene cultivando verduras en macetas improvisadas que hace con objetos reciclables como botellas de leche.

La mujer de 74 años dice que “lo aguantaremos” refiriéndose a la crisis sanitaria que vive su nación y que tiene a sus habitantes aislados desde el 14 de marzo.

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Mercedes Aceituno, de 81 años, dice que está acostumbrada al encierro, pues a los 18 años llegó a Madrid para trabajar como empleada doméstica; sin embargo, siente una gran nostalgia por no poder ir a ver a sus amigas en el huerto.

Doña Mercedes toma todas las precauciones para mantener el virus alejado, desinfecta con cloro terrazas y balcones de su apartamento y procura no salir de su apartamento si no es necesario.

A diferencia de otros adultos mayores, no tiene que salir para abastecerse, pues una vecina le deja en su puerta algunas provisiones y ella le agradece el favor con deliciosos platillos.

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Por su parte, Pepa Peña, se sometió al aislamiento con su madre de 85 años luego de pasar un gran susto cuando sufrió de un ataque de ictus.

“A casa nos vamos, porque allí se podía contagiar” dijo Pepa tan pronto le avisaron que su mamá se encontraba fuera de peligro.

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Finalmente, está Doris Blas, quien hace lo posible por no ver el noticiero porque según ella “tampoco resuelve nada pensar: '¡Madre mía! Todos estos muertos, ¡qué horror, qué horror!".

La mujer de 65 años prefiere pasar el rato leyendo, viendo la misa por internet y rezando para que la situación mejore pronto.

Las cuatro amigas esperan ansiosas para verse de nuevo e incluso ya se citaron "cuando se calme todo esto, para tomar una cervecita en una terracita, todas juntas", dice Marichu.