COP25: una cumbre más y otro fracaso estruendoso

"Esas cumbres desnudan la hipocresía de muchos países, que no ponen sobre la mesa de discusiones todas las razones por las cuales el clima se está echando a perder", aseguró el meteorólogo colombiano Max Henríquez sobre la Cumbre del Clima en Madrid.


Noticias RCN

dic 16 de 2019
05:19 p. m.

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El reciente premio Nobel de fisica, el profesor Michel Mayor, descubrió en 1995 el primer exoplaneta girando alrededor de una estrella diferente a nuestro Sol, lo cual desató una enorme exitación en la astrofísica y una verdadera revolución en la ciencia.

Se pensó de inmediato que allí podria estar la solución a los problemas de asfixia que hoy en día sufrimos en nuestro planeta Tierra. Veinticinco años después Mayor y su colega Didier Queloz recibieron el reconocido merecimiento por su descubrimiento extraordinario, pero a la vez sentimos una gran frustación de saber que allá al exoplaneta 51 Peg b, o a los otros 4 mil más descubiertos desde entonces no podemos ir, porque no tenemos la manera de hacerlo con la tecnología actual.

Por el contrario un reciente informe de la ONU indica que van a venir enormes sufrimientos para la población humana sometida a toda clase de contaminaciónes, entre las cuales el cambio climático es una consecuencia de esa realidad palpable.

Vea también: La urgencia climática se queda sin una respuesta firme en la COP25

Los científicos que participan desde hace 30 años en el estudio de las variables del clima y sus tendencias como parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, han escrito en todos sus tres reportes elaborados hasta el momento, que es innegable el efecto humano y que esta tendencia va sin control, a pesar de las 25 COP-s que se han realizado sobre el tema en esos años.

La humanidad destruye la naturaleza de forma imparable, mientras los delegados, y los gobiernos que ellos representan en las reuniones sobre el clima están más preocupados de obtener tajada en la reparticion de la torta de las ayudas para adaptación, y son culpables de inacción real y concreta que ponga fin a ese problema crucial para nuestra civilización. Esas cumbres desnudan la hipocresía de muchos países, que no ponen sobre la mesa de discusiones todas las razones por las cuales el clima se está echando a perder.

Están amenazadas la seguridad alimentaria en un mundo con cada vez más gente y una tercera parte de las tierras productoras de esos alimentos se degradan rápidamente por su mal uso. Desde 1961 la aplicación de fertilizantes ha aumentado casi 10 veces más y se ha doblado la cantidad de agua utilizada para su irrigación.

La deforestación se ha multiplicado por igual y los continentes se calientan dos veces más que el conjunto del planeta.


Con ello las sequías y los incendios arrasan más y más zonas boscosas en todos los continentes y las lluvias caen con extrema intensidad causando inundaciones en otros puntos del planeta. El cambio de uso del suelo abre más espacio para la ganadería industrial que atenta contra el clima de manera directa.

A pesar de las reuniones y del acuerdo de París, débil e inútil, las emisiones de gases de efecto de invernadero siguen creciendo. Aumentaron 1.7% del 2017 al 2018, enviando a la atmósfera 33 mil millones de toneladas producto de la combustión del petróleo, carbón y gas adicionales. No hay interés en encontrar nuevas y más productivas fuentes de energía (como la de fusión, por ejemplo) y tampoco se implementan las ya probadas, que se obtienen del sol, el viento, el mar y otras más.

No hay un solo indicador positivo que insinúe un cambio de sentido, así que aparte del aumento natural de las temperaturas de la Tierra desde 1850, que podríamos llamar “período cálido natural alterado por el ser humano”, su efecto antropogénico seguirá contribuyendo inequívocamente a que esos aumentos sean más grandes y rápidos, conduciendo a este planeta hacia un clima más cálido que en la actualidad. Pero, que se puede esperar en las diferentes regiones ante esa perspectiva climática? Cuál va a ser el clima en particular en las regiones tropicales y en latitudes medias?

Me remito a las obras del arqueólogo y antropólogo inglés, Brian Fagan, tituladas: “El Gran Calentamiento”, que se refiere al aumento de las temperaturas de la tierra entre el año 800 y 1.200 de nuestra era, que previamente había sido identificado por el climatólogo inglés Hubert Lamb y quien denominó ese período como “el período cálido medieval”.

Según Lamb y Fagan esos largos, cálidos y no muy lluviosos veranos, y esos inviernos suaves coadyuvaron para que la capa de hielo de los polos se contrajera hasta el punto de permitirle a los Vikingos atravesar el Atlántico norte y hacia Norteamérica en el siglo X, mucho antes que Cristóbal Colón (1.492).

Ese período cálido medieval que hizo subir las temperaturas medias hasta 1.5ºC por encima de lo normal, trajo abundancia y riqueza a Europa por las buenas y generosas cosechas. Pero sus consecuencias fueron amplias y muy desfavorables para amplias zonas tropicales y subtropicales donde predominaron las sequías prolongadas. Los investigadores le atribuyen a esa causa la desaparición de la civilización Maya, y sufrimientos a los Incas. Los eventos del Niño se hicieron más frecuentes e intensos afectando con sequías también a Colombia, Venezuela, los países de América central y del Caribe, e inundaciones a la costa pacífica suramericana. El impacto que produjo el período cálido medieval no se compara con el que se puede producir en las épocas actuales por la altísima vulnerabilidad existente.

El fracaso de la COP25 de Madrid, liderada por Chile, nos dice que estamos abocados a experimentar situaciones de mayor severidad que las que hemos conocido hasta ahora, trayendo, como lo dice el informe reciente de la ONU, mucho sufrimiento a inmensas capas de la población. No hay alternativa, porque somos incapaces como sociedades humanas de cambiar los malos hábitos y costumbres depredadoras y derrochadoras, y el modelo energético con que se mueve la economía basado en el consumo de combustibles fósiles. Nos dominan las multinacionales y su globalización que poco interés tienen para cambiar el statu quo y no hay consideraciones ambientales en la toma de decisiones.

Las sociedades actuales tecnológicas sucumben ante la inmovilidad y en los siglos, y milenios antes del actual, son pocos los buenos ejemplos de civilizaciones que se hayan logrado adaptar a las nuevas circunstancias ambientales y hayan logrado cambiar para salvarse. La nuestra no tiene esa opción, la cumbre de Madrid lo confirma.

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