Felipe de Edimburgo: un príncipe leal y rey de lo políticamente incorrecto

Foto: AFP.

El príncipe Felipe de Edimburgo se caracterizó por su carrera militar, su gran lealtad a la reina Isabel II y a su tendencia a lo "políticamente incorrecto".


Noticias RCN

abr 09 de 2021
06:58 a. m.

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El príncipe Felipe de Edimburgo, quien murió este viernes 9 de abril de 2021 a los 99 años, se caracterizó por gran lealtad a su esposa, la reina Isabel II -de quien fue su sombre por más de seis décadas. También es recordado por su tendencia a lo que muchos consideran como "políticamente incorrecto".

Hace unos años y con su distintivo sentido del humor, aseguro: "es mejor desaparecer que alcanzar la fecha de caducidad".

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Felipe fue el consorte que más años ostentó el récord de longevidad, al igual que su esposa, quien llegó al trono en 1952. De hecho, desde 2009 superó a Carlota, la esposa de Jorge III.

La misma reina Isabel, poco dada a las demostraciones de cariño en público, lo describió como "mi roca, mi fuerza y mi sostén".

Después de haber participado en más de 22.000 actos oficiales, se retiró de las actividades públicas en 2017.

En alguna oportunidad Lord Charteris, exsecretario privado de la monarca, aseguró el valor más grande de Felipe de Edimburgo fue ser "el único hombre del mundo en tratar a la reina como un ser humano, de igual a igual".

Felipe, quien asumió con mejor o peor disposición su papel de secundario, siempre permaneció detrás de la reina como exige el protocolo. Años después su popularidad vino en alza en el corazón del pueblo británico.

Su salud fue deteriorándose con el pasar de los años. A los 97 años seguía conduciendo su automóvil, y en 2019 se registró un accidente de tráfico que lo involucraba. Pero a las críticas, volvió al volante y sin llevar el cinturón de seguridad. Pasaron tres semanas hasta que, 'acorralado' por la presión, entregó su permiso de conducir.   

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Indiferente al qué dirán

Una tribu de Vanuatu llegó a venerarlo como una divinidad ligada a los espíritus del volcán Yasur.

Su temperamento fue calificado como "volcánico", sin ninguna consideración por lo políticamente correcto, aunque en los últimos años se calmó.

"¿Habéis logrado que no os comieran?", preguntó a un joven británico que venía de viajar por Papúa Nueva Guinea en 1998.

"Vosotros tenéis mosquitos, yo tengo periodistas", dijo en Dominica en 1966. Luego compararía a los periodistas con los monos de Gibraltar.

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En otra ocasión, un niño le confesó que quería ser astronauta y el duque le respondió que estaba demasiado gordo para volar.

Cuando se le preguntó si le gustaría visitar la Unión Soviética, dijo: "Me encantaría visitar Rusia, aunque esos cabrones asesinaron a la mitad de mi familia" (en alusión a la suerte de los Romanov).

Su entorno le oyó maldecir mil veces su suerte, gruñir contra la pérdida de valores o contra las locuras de sus cuatro hijos en los años 1980, y hasta contra "los malditos chuchos" de la reina, siempre pegándosele a las piernas.

"La gente tiene la impresión de que al príncipe Felipe no le importa nada lo que piensen de él y tienen razón", dijo el exprimer ministro Tony Blair en sus memorias.

NoticiasRCN.com con información de AFP.

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