Perdónalos, porque no saben lo que hacen
Esta situación pone de manifiesto la necesidad imperante de que el gobierno actual se esfuerce en mejorar su desempeño.
En cuanto al resultado de las elecciones locales, a pesar de las afirmaciones audaces de los fervientes seguidores de Gustavo Petro, como Don Izquierdo, quienes alegan que no sufrieron una derrota e incluso llegan a afirmar, de manera exagerada, que esto constituye una victoria, es evidente que en las principales ciudades, el voto no se inclinó hacia un candidato en particular, sino que representó un voto de rechazo hacia el gobierno. Es claro que la derecha, que ha ejercido el poder en el país durante décadas, aprovechó la cuestionable gestión del presidente para sembrar el miedo y, a través de ese miedo, intentó lavar sus propios errores. Para aquellos que ven a Petro como un mesías, es válido reconocer que logró perdonar los pecados de los políticos tradicionales al punto de estos presentarse como una alternativa salvadora para la democracia.
La estrategia de la derecha se enfocó en resucitar el mito del castrochavismo, sembrar dudas sobre la legitimidad del gobierno y crear una falsa sensación de urgencia ante la posibilidad de que Petro saliera victorioso. Estos individuos lograron engañar a un considerable número de personas, a quienes podríamos llamar "los verdaderos engabobos". Resulta que el sentimiento de aversión hacia el presidente Gustavo Petro ha llevado a algunos a celebrar la victoria de candidatos cuestionables.
Si, Petro pactó con la politiquería para llegar al poder, pero la solución no era volver a elegir a quienes llevaron que el pueblo buscará en Petro la solución. ¿O es que sinceramente se creen el cuento que Alejandro Char es un gran demócrata? Volvieron a elegir a quienes tanto daño le han hecho a Colombia, y no deja de dar rabia cómo celebran las victorias de políticos que representan la política clientelista y corrupta, como Alejandro Char, Federico Gutiérrez y Dilian Francisca Toro.
Pareciera que han olvidado que en el pasado, sus administraciones representaron una amenaza tanto para la democracia como para las finanzas públicas. La animosidad hacia un gobierno diferente, a pesar de Days Vásquez y Nico Petro, llevó a muchas personas a votar por políticos que históricamente no han trabajado en beneficio del pueblo, sino en su propio interés, y uno que otro vago, como Carlos Fernando Galán. Sin embargo, para estos individuos, este aspecto parece no ser una preocupación; lo que realmente importa es que Petro no siga en poder, porque en su retorcida mente la izquierda no tiene derecho a gobernar.
Esta columna no tiene como objetivo respaldar a Gustavo Petro. Sinceramente, una parte de la responsabilidad de que ciertos individuos poco confiables estén volviendo al poder recae en él. No obstante, esta situación pone de manifiesto la necesidad imperante de que el gobierno actual se esfuerce en mejorar su desempeño. Si no lo hace, existe el riesgo real de que volvamos a ver a figuras problemáticas ocupando cargos gubernamentales. Esto podría llevar incluso a escenarios en los que personas como Jota Pe Hernández, cuya idoneidad e ideología fascista son motivo de preocupación, lleguen a ocupar la presidencia.