Es la Casa de Nariño, no un cuartucho de guerra

No se pueden hacer cosas por los pobres, multiplicando la división y empobreciéndolos aún más con doctrinas revanchistas que por lo general terminan en la cárcel.


Andrés Hoyos
dic 19 de 2024 07:00 a. m.
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Este gobierno ha sentenciado al país a una penosa división entre colombianos que seguramente lo que quieren es poder tener algún día justicia y tranquilidad para ir a mercar sin ver las incoherencias gordas de quienes se dicen defensores de la equidad mientras derrochan en lujos personales sin fin, a punto de provocaciones belicosas que tristemente han terminado en CAI incendiados, personas muertas o convicciones judicializadas en un mar de cuestionamientos.

Ya hemos visto estas historias en Bolivia, en Cuba, en Argentina y en Venezuela. Excesos, polarización visceral, muertes de nacionales y realidades desgarradoras a las que apenas parece llegarle la justicia para que ojalá no vuelvan a repetirse nunca.

El orden, el respeto, la transparencia, se ha visto vulnerada por contradicciones disfrazadas de amor, mientras se maltrata a la mujer, se desprotegen a los niños, se desfinancia la ciencia y el deporte y se le ponen lápidas a los proyectos, que sin importar las corrientes, deberían ser para la gente y el bienestar el el progreso.

Parece un absurdo mencionarlo y recordarlo, pero la política está diseñada para gobernar en la búsqueda de beneficios para todos. Que se fundamente técnicamente y racionalmente una escala donde la economía repunte, la equidad avance y las oportunidades abunden no solo para los que comparten una ideología, sino en la integralidad lógica que reconozca a todos, sin prejuicio de su pensamiento.

Nunca ha sido así, y no es algo exclusivo de esta forma política que hoy nos proponen, pero lo cierto, y con datos, es que este particularmente ha sido el gobierno que más ha radicalizado al país y le ha puesto una lápida a quienes piensan diferente y tienen otras opciones que pretenden ensordecer con ataques personales sin fundamento.

Hablar de oportunidades no es darle una embajada a alguien que en sus formas y características no posee el comportamiento para ser un representante del país, esto sin mencionar la nula preparación para llenar ese cargo; hablar de educación no es reducirle el presupuesto a la misma y no haber gestionado la construcción ni de 10 escuelas o universidades. No se puede hablar de liderazgo en el transporte sólo con anuncios literarios de cosas que nunca se van a hacer.

En síntesis, no podemos hablar de ser potencia mundial de la vida, cuando maltratan día y noche a las mujeres que no comparten sus formas, cuando no se diseñan políticas para proteger a la niñez, cuando no se incrementa el presupuesto para la cultura, el deporte y la ciencia, cuando no les giran a las EPS los recursos para que la gente no se muera por falta de medicamentos esenciales; en fin. No se puede hablar de progreso cuando lo único que se promueve es el revanchismo, la falta de criterio y discernimiento.

Qué diferente sería si se entendiera esto. Si las luchas realmente fueran por los gobernados y no por ellos mismos. Qué nivel de país tendríamos. Esta vez tampoco fue, ojalá surja alguien que entienda de fondo el criterio social de construir, sin implosionar la dura campaña que se avecina.

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