La cruel terquedad de mirar el pasado y condenarnos a él

Es tal la pereza y falta de preparación para ofrecernos un futuro, que el despiadado socialismo en sus delirios termina convirtiéndose en un monstruo más letal que lo que tanto critica. En cada discurso asumen los problemas del presente con problemáticas y dolencias de hace 200 años, utilizando la misma retorica populista y mesiánica de sus pesadillas; citan erróneamente textos de autores que nunca dijeron lo que citan, confrontando constantemente a los medios y a las instituciones; hablan deudas históricas que ellos mismos se gastan en sus rarezas, usando excesivamente sus puños al aire o sus banderas de la muerte como símbolos emocionales de algún delirio; cuestionan la división de poderes y todos los días la desestabilizan, ponen de vocero a un pastor que seguramente la única oveja que cuidó terminó comiéndosela; en fin todo, obsesivamente todo, lo concluyen con culpabilidades hacia los otros, porque ellos nunca se equivocan.

Se la pasan hablando de puentes mientras dividen a la sociedad entre ricos y pobres, empresarios y empleados, y negros y blancos. Tienen una excitación particular por demostrar con hechos notorios todas sus incoherencias; hablar de inequidad desde fastuosos restaurantes en París, criticar los desfalcos mientras vuelan con las familias a sus terruños a pasar el fin de semana.

Pretenden manejar la economía social de Colombia y dar clases sobre generación de riqueza cuando nos saben sumar ni 50 + 1; citan a autores que nunca han leído y escriben sin sentido, ortografía y orden lógico sobre alguna idea que no conecte con otra, ¡Y las bodegas celebran e interpretan!

Llevan 3 años manejando a su antojo la salud del país y le echan la culpa a Uribe, iban a acabar el ELN a los 3 meses y le echan la culpa a Duque; todos son anuncios y doctrinas. Imaginariamente se mueven como el ejército de Hitler pasando revista para que su líder esté bien y que nadie de las tropas se le oponga a su mesías, el que se atreva a hacerlo puede pasar al pabellón de fusilamiento editorial para hacer el jabón de la dignidad con la que bailan tantos negros, mujeres, feministas, profesores e indígenas que le creyeron a esa corriente, hoy manejada por la inteligencia, mesura y aplomo de alguien que iba a acabar el COVID a los 15 días de descubierto mientras molía una pelota de caucho.

Así todo, en la crueldad de sus delirios y en una agenda que no propone nada, que nos estancó en retahílas de 100 años de soledad y resentimientos inocuos que en vez de hacer que se construya la nación poderosa que no han podido implosionar, surja el fango pegajoso y vergonzoso que impulse una pobreza argumentativa que les genere votos y aplausos del lado del cuestionado muro que alzaron para dividir nuestra nación.