Nunca se han desarmado
Colombia es una Nación fuerte y resiliente. Un país de gente buena que tristemente se ha ido adormeciendo.
Qué garantías de paz nos puede ofrecer un gobierno que en su militancia tiene a senadoras dedicadas a quemar detractores, un gobierno que por encima del sufrimiento de los niños, nombra a alias “taladro”, “tornillo” y hasta “alicate”; mejor dicho, la ferretería completa, de “gestores de paz”. Violadores, acosadores y asesinos de esos mismos niños a los cuales y nada raro, seguramente podría promocionar el mismo líder en las líricas de la provocación en masa por la satisfacción plena de llevar la contraria.
Las acciones de empresas estatales sólidas en las cloacas más desastrosas de la las estrellas del universo, llenas de eufemismos con los que pretenden redecorar apartamentos en Rosales; la “potencia mundial de la vida”, que sataniza a deportistas, artistas y maestros por pensar diferente. Ni la propia hija del presidente tiene derecho a expresar una opinión contraria porque en manada la acosan sistemáticamente los mismos promotores de “la política del amor”.
La tabla de los valores, totalmente invertida en la maraña de la infantil y pobre gestión de cada cartera. Vacunas que hay que botar porque se vencen, medicamentos que no le entregan a la gente, el hampa alborotada, líderes sociales que no pueden hablar porque los matan, dos años de un Ministerio de la Igualdad que solo ha entregado 5.000 mercados en La Guajira, mentiras permanentes y la mermelada que tanto detestaban deambulando por el Congreso con representantes que no saben ni lo que promulgan.
Nada que los cuestione es permitido. Un medio los evidencia con Nepotismo demostrado y prefieren, antes que atacar el vergonzoso anuncio, satanizar al medio y a quien lee la noticia. El naciente fervor en las calles por el que tildaban a Duque de “sordo”, hoy les demuestra en cada rincón del país la insatisfacción extrema que se tiene y escogen minimizar el agobio prendiéndole fuego con nombramientos cuestionados.
Todos los días hay una noticia más escandalosa que la anterior y sin pena alguna, sin referencia al suceso, ponen de tiro al blanco a quienes hacen las denuncias, dejando entrever que nunca se han desarmado ni desmovilizado. Con el delirio de persecución del que teme que lo evidencien y lo condenen. Hablan mal del pasado, despluman el presente y crean historias fatalistas de un futuro del que también pretenden atornillarse alimentando el ambiente que más les gusta, el del caos.
Colombia es una Nación fuerte y resiliente. Un país de gente buena que tristemente se ha ido adormeciendo o dejando amedrentar por las forzosas formas bélicas de la editorialización amenazante de esta gente. No podemos dormirnos más, ni hacernos los sordos frente a la torpeza, la ignorancia, o los mismos caprichos de algo que nos está llevando a un abismo en donde la riqueza, el progreso, las buenas maneras y el respeto, están abolidos para beneficio de ellos.