Incoherencias que alimentan la pobreza

Una economía estancada; la división social supurando por las ampollas del avivamiento constante del revanchismo.


Andrés Hoyos
may 16 de 2024 11:06 p. m.
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El esquema de selección laboral en el mundo y en el sentido objetivo del enfoque del talento humano, se han trazado diferentes fundamentos característicos que le apuntan a la escogencia del personal bajo las premisas de las mejores opciones para un cargo, el cual sin importar si es operativo, logístico, estratégico o directivo, se alimenta de características positivas que impacten en los indicadores y el sentido misional de las organizaciones. Es decir y sin hablar carreta, se escoge al que mejor desempeño, preparación y características tenga para el beneficio integral del trabajo que va a realizar y el valor y el aporte a la marca a la que representa.

Nadie contrataría a empleados con problemas personales que impactaran negativamente en la reputación de su marca o los mismos trabajadores. Alguien que divida, satanice, critique cada proceso, fomente la división entre los colaboradores, no cumpla con su manual de funciones, llegue tarde a todas sus reuniones y sólo hable mal de la compañía, sin duda no duraría un segundo en su cargo, así tuviera una fanaticada que le aplaudiera cada desacierto.

Hoy tristemente en Colombia, y en una escala mucho mayor a una compañía, vemos con gran preocupación que el gerente escogido para exaltar y darle valor a nuestra marca, lo único a lo que se ha dedicado es a criticarla, mancharla con división, revanchismos y un profundo desconocimiento, al punto de querer denunciar desde el Estado al propio Estado por desconocer compromisos de los que fue promotor en el pasado.

Una economía estancada; la división social supurando por las ampollas del avivamiento constante del revanchismo; una fanaticada que no ataca los argumentos del contrario sino que amenaza e insulta en bloque al que los emite; una sociedad ya acostumbrada al escándalo permanente, al anuncio provocador del inicio del día; el sentimiento huérfano del hijo que debe odiar la hora en que su papá llega a la casa a pegarles a los hijos y a su madre con el argumento de “quererlos mucho”.

A los cantantes los critican por cantar, a los periodistas por investigar e informar, a los abogados por indagar. Ya ni los jóvenes pueden hablar sino es para aplaudirles sus disparates viscerales y antitécnicos desde todo punto de vista. Hoy amigos, tenemos un presidente que en vez de estar hablando de bienestar para todos, de generar riqueza, oportunidades, unidad y progreso, se la pasa hablando mal de su propio país, detestando la “oligarquía” a la que pertenece, ridiculizando los mismos colegios a los que van sus hijos, satanizando los viajes que él mismo se ha pegado, condenando la misma desinformación que muchas veces cita como argumentos que luego tiene que borrar entre las letras mal puestas de su pobre ortografía.

Hoy, y más allá de lo que queda en el proceso de selección equivocado de este gerente, queda encendida una alerta preocupante de fanatismo monetizado y provocador de sus seguidores, que al llamado sensato a la razón y a la corrección, siempre opta por arreciar más su postura bajo criterios bélicos que pretenden sembrar el miedo permanente del revanchismo inentendible del loquito que odia, critica y condena todo lo que vive y representa.

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