¡Estamos a tiempo para corregir la chambonada del metro!
El debate de sí es elevado o subterráneo es completamente estéril, está zanjado hace un siglo.
Bogotá no necesita un metro para cumplir un requisito, no necesita construir un proyecto de más de $35 billones de pesos para que los ciudadanos puedan ir los fines de semana a tomarse fotos. Bogotá, como cualquier ciudad de su tamaño, necesita una red metro para dignificar la vida de millones de ciudadanos que padecen a diario el desastre de Transmilenio.
No hacer bien la línea uno es mucho más grave de lo que algunos creen, es en buena medida, garantizar que nunca, ni en 100 años, tengamos una verdadera red de metro. Por eso es tan importante el anuncio de que el presidente Gustavo Petro ha entablado un diálogo con el consorcio chino para hacer bien el “medio metro” de Peñalosa.
Recordemos que en el proyecto de metro subterráneo de Bogotá se invirtieron más de $135 mil millones de pesos en estudios y diseños para iniciar su construcción. En 2016, la mezquindad política del exalcalde Enrique Peñalosa hizo que buena parte de la plata del metro se fuera a Transmilenio y dejó el componente férreo reducido a su mínima expresión, increíblemente el metro de Bogotá será un alimentador de los buses.
El debate de sí es elevado o subterráneo es completamente estéril, está zanjado hace un siglo. Siempre será preferible soterrar el tren para liberar el espacio en superficie. Pero las diferencias entre el proyecto propuesto por Petro y el contratado por Peñalosa van mucho más allá de la tipología.
Bogotá pasó de tener un proyecto de 31,64 kilómetros y 27 estaciones a uno de solo 23,9 kilómetros operacionales y 16 estaciones. Este cambio no es menor, tener pocas estaciones hace que el metro elevado tenga grandes distancias entre ellas, situación que el mismo Peñalosa “soluciona” con la genial idea de embutir una troncal de Transmilenio por debajo del metro, con las estaciones de buses llenas de enormes columnas de concreto en el medio.
El metro subterráneo se proyectó con 46.000 pasajeros/hora/sentido en hora pico al comienzo de operación y una proyección de entre 73.000 y 81.000 pasajeros/hora/sentido a futuro, mientras que el elevado llegaría a tan solo a 26.500 pasajeros/hora/sentido al comienzo de su operación y a solo 53.500 pasajeros/hora/sentido en el 2050 de acuerdo con el documento CONPES 3900. Para engañar se inventaron un valor teórico de 72.000 pasajeros, es un valor hipotético y no a realidad del proyecto contratado.
El efecto económico de construir la chambonada de Peñalosa es incalculable. No solo por el desvío de miles de millones de dólares a Transmilenio. Es indudable que la construcción del viaducto va a generar interminables trancones, largas caminatas a los ciudadanos para acceder a los buses y desvíos del tráfico mixto por sectores residenciales durante los más de seis años que tardará, en el mejor escenario, la construcción del metro y la reconstrucción de la troncal Caracas.
¡Todo ese sacrificio en tiempo y dinero para asegurar que el monopolio de los buses continúe! No podemos permitir que semejante cantidad de dinero se tire a la basura para construir un metro de consolación incapaz de cambiar definitivamente el paradigma del transporte en Bogotá.
Carlos Carrillo, concejal de Bogotá
Twitter: @CarlosCarrilloA