La Alcaldía de Bogotá también debe ser de izquierda
Mientras la derecha parece tener clara su estrategia, en la izquierda no se ve una unidad sólida más allá del apoyo al gobierno Petro.
Ad portas del inicio de las campañas electorales del 2023, comienza la carrera por la apetecida Alcaldía Mayor de Bogotá, un cargo considerado por muchos como el segundo cargo de elección popular más importante después de la Presidencia de la República. Cómo es natural comienza a nutrirse el sonajero de candidatos.
En ese ya nutrido sonajero aparecen varios congresistas de diferentes partidos, y hasta donde sabemos a varios les suena la idea, algunos incluso han aceptado los coqueteos de la prensa y en lugar de rechazar categóricamente el llamado, como mandaría un mínimo respeto a la dignidad que hoy ostentan, dejan abierta la puerta a esa aventura.
El nombre de esta novela podría ser: “Lo que engendra el vacío”. El 19 de junio de 2022, Gustavo Petro y Francia Márquez obtuvieron más de 2.2 millones de votos en Bogotá, una votación histórica cercana al 60%, esa votación genera un razonable optimismo para los sectores progresistas, pero hay un pequeño detalle: ¡Hoy no hay candidato!
En la derecha suenan con fuerza varios nombres, el exministro Diego Molano muy seguramente será el candidato del Centro Democrático y el cuidadosamente despeinado ex director del DANE, Juan Daniel Oviedo, arranca en punta para ser el gallo tapado del uribismo. Nos van a repetir la ya trillada estrategia de lanzar a un candidato inviable con el logo de Uribe mientras la verdadera campaña la hacen por un candidato disfrazado de moderado.
Pero mientras la derecha parece tener clara su estrategia, en la izquierda no se ve una unidad sólida más allá del apoyo al gobierno Petro. Este debería ser el momento de construir un programa riguroso y viable para detonar discusiones profundas sobre el futuro de Bogotá. Esas ideas y esas propuestas son las que dan el sustento a una apuesta política verdaderamente legítima, no el simple cálculo electoral de si uno u otro candidato va a conseguir los votos.
A finales de diciembre sabremos qué congresistas deciden dejar tirada la dignidad para la que fueron elegidos y se lanzan a aventurar en las elecciones territoriales. Eso en general no ha salido bien, una campaña a un cargo uninominal arranca herida cuando comienza con una renuncia. ¿Para qué pedirles a miles de ciudadanos un voto de confianza que termina traicionado a los pocos meses para darle gusto al ego y aspirar a un cargo uninominal?
La crisis de legitimidad de las instituciones, y muy en particular del Congreso, puede llevar a algunos a creer que la opinión pública no castigará a los aventureros, o quizás algunos calculen que la renuncia en año nuevo pasará desapercibida, pero esta actitud da cuenta de un enorme desprecio por la corporación misma. Ser Senador o Representante es un enorme honor entregado a un ciudadano por el voto popular, no es un mero trabajito muy bien pago, los legisladores son en buena medida responsables de moldear la sociedad, pueden crear y modificar leyes, cambiar la constitución, vetar ministros, etc.
Aunque cualquier aspiración personal es legítima, no tendría mucho sentido renunciar al Senado, por ejemplo, para aspirar a ser alcalde de un municipio de quinta o sexta categoría, pero el protagonismo político y del descomunal presupuesto de la Alcaldía de Bogotá podrían ser una gran tentación para más de un impaciente.
El diseño institucional de la capital hace que la Alcaldía refleje nuestro sistema hiperpresidencialista, el Alcalde se convierte en una especie de copresidente de la República, pero ante todo, el Liévano es considerado una antesala a la Casa de Nariño y casi todos lo que llegan a este cargo creen que los eligieron para hacer la escuela presidencial y no para tapar huecos, recoger la basura y destapar cañerías. En lugar de preocuparse por solucionar los problemas grandes y pequeños de la ciudad, se dedican a pantallar o a consolidar proyectos altamente personalistas, dándose autobombo con los recursos públicos.
Las condiciones están dadas para que en Bogotá también triunfen las ideas del cambio, es momento de que el Pacto y los sectores progresistas de la ciudad construyan las propuestas viables que van a consolidar en la Capital el proyecto de cambio que hoy comienza a gobernar Colombia.
Carlos Carrillo
Concejal de Bogotá
@CarlosCarrilloA