Crisis de inseguridad en Barranquilla
¿Existe solución? Bueno, eso depende de a quién se le pregunte. Algunos expertos locales aseguran que sí.
El fenómeno de la extorsión que enfrenta la ciudad de Barranquilla es complejo porque rompe con los paradigmas clásicos de la explicación del crimen. Recuerdo bien mis primeras clases de penal, en las que el profesor aseguraba que la criminalidad es de alguna manera una consecuencia negativa a la falta de oportunidades y la desigualdad social. Tema que me intrigó. Empecé a notar componentes económicos en la criminalidad, el concepto de costos de oportunidad. Incentivos y racionalidad jamás debieron desaparecer del estudio del derecho.
Contrario a lo que mi profesor asegura, la criminalidad de vocación económica (la más común a mi juicio) no se da por la falta de oportunidades, sino más bien por una combinación de incentivos y de condiciones socioeconómicas.
La racionalidad del criminal es aceptar que el delincuente piensa igual que todos nosotros al emprender cualquier aventura, como elegir una carrera, una pareja o un trabajo: selecciona los pros y contras de sus decisiones. Si encuentra que el crimen es rentable, lo más probable es que se incline a cometerlo. Por eso en los últimos años el fenómeno de la extorsión se ha incrementado; es menos riesgoso que un hurto y también más lucrativo que un trabajo no penalizado.
De hecho, un fenómeno interesante es que la extorsión se da en ciudades con mayor acceso a bienes básicos y más estables económicamente. Es decir que la ciudad de Barranquilla enfrenta con tanta fuerza la extorsión porque la política nacional de seguridad es inutilizable y porque tienen una población económicamente productiva que incentiva la lamentable práctica.
En comparación al mismo periodo del 2022 y según datos de la policía nacional, los casos de extorsión aumentaron en un 236,7 % entre enero y marzo. Y aunque las instituciones se esfuerzan por mejorar estos indicadores, pareciese que van en aumento sostenido. La problemática se ha extendido al punto de que ya no son los arroyos, el desempleo o la corrupción los principales problemas: el 76,6 % de los barranquilleros asegura que es la inseguridad, según una encuesta realizada por Invamer.
Sin embargo, es simplista culpar a la administración local, cuyas responsabilidades se limitan a lo estipulado en el ordenamiento legal. Barranquilla sufre una crisis de extorsiones que afecta negativamente el pujante crecimiento del tejido empresarial, pero esa problemática la viven las principales ciudades del país. En lo que va transcurrido del año, Bogotá (235 casos) ha encabezado el lamentable ranking de extorsiones, seguido por Medellín (180 casos) y luego Barranquilla (110 casos). Sin duda se trata de una dinámica nacional, cuya solución no ha sido en ningún momento una prioridad del Gobierno nacional.
¿Existe solución? Bueno, eso depende de a quien se le pregunte. Algunos expertos locales aseguran que sí, pero cuando se les pregunta sobre esas soluciones, la poesía académica y la metafísica rimbombante sepulta toda suerte de tecnicismo. Barranquilla es una ciudad que se ha caracterizado por integrar los cuatro enfoques del progreso: el Gobierno, las empresas, la academia y la sociedad civil. Esto permite que se proyecte en escenarios que parecen distantes, pero que cuando se alcanzan no se vieron tan difíciles. Una respuesta corta a la solución de este lamentable problema es paradójicamente la descentralización político-administrativa, es decir, ¿podemos soñar con una ciudad autónoma? Una que localmente pueda poner en funcionamiento proyectos de cárceles productivas, justicia eficaz y desincentivos a la delincuencia.
La flexibilización de la tenencia de armas es un tema sobre la mesa, el uso responsable, como es el ejemplo de Suiza, apunta a tener grandes resultados en temas de seguridad, sin embargo, falta la responsabilidad en los dos grupos que niegan esa posibilidad: los que quieren que sigan prohibidas porque simplemente les temen, y los que la usarían de manera irresponsable.
Sin embargo, hay otros tipos de iniciativas privadas en materia de seguridad. Por ejemplo: ¿qué ofrecen las empresas privadas de seguridad en materia de extorsión? Es muy positivo que la próxima política de seguridad —que está a poco de su formulación— logre una estrategia administrativa, académica y económica que apunte a contrarrestar los crímenes. Barranquilla se ha caracterizado por la constante articulación. Seguramente este problema a superar no será la excepción.
@carlosdazajr - Director de divulgación de Colibre