Colegios de inclusión: del dicho al hecho
La sociedad ha exigido mayores niveles de aceptación y acompañamiento a todas las minorías tradicionalmente excluidas.
Según el Ministerio de Educación Nacional, la inclusión significa atender con calidad, pertinencia y equidad a las necesidades comunes y específicas que los estudiantes con discapacidad presentan.
Para lograrlo ha sido necesario que gradualmente el sistema educativo defina y aplique concepciones éticas que permitan considerar la inclusión como un asunto de derechos y de valores, lo que está significando implementar estrategias de enseñanza flexibles e innovadoras que abren el camino a una educación que reconoce estilos de aprendizaje y capacidades diferentes entre los estudiantes.
Así pues, la política de inclusión de la población con discapacidad busca transformar la gestión escolar para garantizar educación pertinente a estudiantes que presentan discapacidad cognitiva, síndrome de Down y otras condiciones físicas. El Ministerio de Educación afirma que toda esta población tiene potencialidades para desenvolverse dentro del espacio educativo y social y pueden acceder a los diferentes niveles y grados de la educación formal de Colombia.
En el caso del Liceo Francés de Bogotá, esto no ocurrió cuando los padres del pequeño Emiliano fueron aceptados hace unos meses en el colegio y días después su cupo fue rechazado. El colegio, como institución privada tendrá sus argumentos internos para admitir o rechazar a sus alumnos como lo hacen todos los colegios privados. En el caso del Liceo Francés llama la atención el cambio de parecer al aceptar a Emiliano y meses después rechazarlo. Se ve una incoherencia en el actuar que sería muy importante para sus padres y para el entorno familiar, que el colegio pudiera aclarar.
Hoy no solo ha avanzado la ciencia y la medicina para atender muchos casos de discapacidad cognitiva, sino la sociedad en general ha desarrollado y exigido mayores niveles de aceptación y acompañamiento
a todas las minorías tradicionalmente excluidas. No solo se trata de abrir la sociedad a las mujeres o a la población LGBTI o a los migrantes.
Una verdadera sociedad inclusiva debe permitir que niños con Síndrome de Down puedan interactuar y vivir su infancia y adolescencia en la etapa escolar con los cuidados pertinentes y recomendaciones médicas y en una institución escolar compartiendo con los demás niños y niñas sin ser segregados.
Ser inclusivo no es solo aceptar y ser tolerante con posiciones ideológicas, de género o culturales. La educación inclusiva debe dar la posibilidad de acoger en la institución educativa a todos los estudiantes, independientemente de sus características para que en un futuro sean también orgullosos adultos formados y aporten a la sociedad.