¿Colombia, Tomás la decisión? | Por: Catalina Suárez Bedoya
Yo no sufro de miopía política ni de indignación selectiva como el senador Gustavo Petro, quien criticó a Tomás y dijo que era un heredero de la democracia.
Por: Catalina Suárez Bedoya
@CatalinaSuarezB en Twitter
Es paradójico que una persona que jamás haya estado en el mundo político genere tanto murmullo y tantas reacciones por aparecer en la portada de una revista. Tomás Uribe --como los grandes-- genera mucho ruido.
Tomás, que hoy en día está dedicado 100 por ciento a su familia y a sus asuntos empresariales, no deja de recibir coqueteos políticos para que sea él uno de los que retome las banderas que por tantos años ha trabajado su padre, Álvaro Uribe Vélez.
Los argumentos van y vienen, pero muchos no pueden dejar de ver con buenos ojos su presencia como un elemento unificador alrededor del cual se puede continuar con un proyecto político de confianza inversionista, seguridad democrática y cohesión social.
Sin duda, hay muchos alfiles de Álvaro Uribe que han trabajado de la mano con el expresidente y anhelan continuar con su legado. Hay mucho trabajo y merecimiento detrás de cada uno. Sin embargo, como es natural en un escenario así, las colectividades empiezan a sopesar los merecimientos a la configuración de alianzas, e incluso, a los pequeños roces entre liderazgos.
Pero de ahí mismo nace el reclamo por la presencia de Tomás Uribe ya que este sería la pieza unificadora para completar ese complejo rompecabezas, para evitar el desgaste de la competencia interna y para que cada uno de los liderazgos empiece a ubicarse en sus aspiraciones políticas con conciencia clara de sus posibilidades.
Ante la real posibilidad de que el expresidente Uribe no regrese al Senado, desde ya su partido ve necesaria una buena planeación en la próxima carrera electoral, en la que las máximas figuras del partido --en vez de desgastarse en disputas internas-- puedan perfilarse como las personas que empujen las listas al Congreso.
Mientras tanto Tomás, como los grandes políticos, ha decidido tomar el asunto sin sobresaltos y con prudencia para no dejarse seducir por decisiones impulsivas y cometer errores de los políticos novatos.
Sin duda, como dicen por ahí “lo heredado no se hurta”, y la serenidad, amor por la Patria y paciencia son algunas de las virtudes que le han enseñado desde casa a Tomás.
Afortunadamente, yo no sufro de miopía política ni de indignación selectiva como el senador Gustavo Petro, quien criticó a Tomás y dijo que era un heredero de la democracia. Sin embargo, parece que se confundió con su hijo.
Los mismos que hoy critican a Tomás son los mismos que aplauden sin mayor asomo de crítica que el hijo de Gustavo Petro, Nicolás, haya participado en elecciones por la Gobernación de Atlántico y al día de hoy sea diputado por ese departamento. Quizá lo único que les causa resquemor es que Nicolás haya quedado en segundo lugar.
¡Senador, ojo con esas confusiones! Entre otras, porque no le veo nada de malo que su hijo esté en política. Así mismo, sería muy positivo ver a un hombre con todas las cualidades de Tomás Uribe.
¿De verdad piensan que ser hijo de determinada persona es necesariamente un impedimento para participar en la democracia electoral? En mi opinión personal, no.
Ojalá Tomás siga haciendo su nombre, tal y como lo ha hecho en el mundo empresarial. Ojalá veamos más personas como él en política: sinceras, prudentes y cero fantoches. ¿Colombia, tomas la decisión?
*Estratega de comunicaciones y analista política