¿Y si el León no fuera Verde? Sobre el caso de León Fredy Muñoz | Por: Catalina Suárez Bedoya
Llama poderosamente la atención el silencio tan profundo de muchos líderes políticos y de opinión o los influenciadores de redes sociales.
Por: Catalina Suárez Bedoya
@CatalinaSuarezB en Twitter
León Fredy Muñoz, representante a la Cámara por el partido Alianza Verde, fue acusado por la Corte Suprema de Justicia por tráfico de estupefacientes, ya que en mayo de 2018 le encontraron 160 gramos de cocaína en una requisa en el aeropuerto José María Córdova de Rionegro (Antioquia).
Aquí y en cualquier parte del mundo debería ser un escándalo mayúsculo el hecho de que un congresista sea atrapado en un tipo de delito de tal envergadura. No obstante, parece que al interior del mundo político colombiano la noticia no parece tener la relevancia ni la magnitud suficiente para mover las olas de la indignación y el reproche público.
Más allá del hecho de que al representante se le deban otorgar todas las garantías al debido proceso y que sea la justicia quien deba determinar si es válida o no la defensa de Muñoz --quien alega que se trata de un montaje de sus enemigos políticos--, llama poderosamente la atención el silencio tan profundo de muchos líderes políticos y de opinión o los influenciadores de redes sociales tan acostumbrados a ser altisonantes y expresar su indignación con los casos de corrupción o, incluso, con detalles tan insignificantes como escribir mal un tweet o una salida en falso en declaraciones públicas.
Pensemos por un momento qué hubiera pasado si León Fredy Muñoz, no fuera representante por el partido Alianza Verde sino de alguno de los partidos de gobierno. Sin duda, la factura que le estarían cobrando sería incalculable y de seguro estarían salpicando a sus aliados políticos, a sus familiares y a su partido.
Recordemos que el representante llegó al Congreso de la mano y con el apoyo de importantes figuras de su partido como la hoy alcaldesa Claudia López y el excandidato presidencial Sergio Fajardo.
Por supuesto, no hemos visto ni el más mínimo reparo del sector político que ellos encarnan. E incluso, hemos asistido a algunos suaves pronunciamientos de solidaridad con el congresista que fue capturado con el alcaloide en su maleta. ¿En dónde se les escondió la indignación?
Ahora bien, al ser imputado por el delito de tráfico de estupefacientes y una vez tomó posesión de su cargo en el Congreso de la República, el proceso contra Muñoz fue remitido a la Sala de Instrucción de la Corte Suprema, que terminaría por no ver nada delicado en la conducta del representante y resolvió adelantar la investigación sin disponer la privación de su libertad.
Quién sabe qué hubiera determinado la Corte Suprema si el personaje en cuestión fuera otro, ya que ha sido tan implacable con el expresidente Uribe o el exministro Andrés Felipe Arias o fue tan laxa con las conductas del hoy prófugo de la justicia, Jesús Santrich.
Hoy muchos tienen indignación, por supuesto, pero parece ser bastante selectiva. Pareciera como si hubiesen delitos malos solo cuando la ven en la orilla contraria y delitos buenos cuando corresponden a sus aliados.
Dan rugidos de leones cuando la corrupción es ajena, pero maúllan como gaticos ante lo que sucede al interior de sus colectividades. ¡En fin, la hipocresía!
*Estratega de comunicaciones y analista política