Posar de moderado

Que el presidente Petro no pertenezca a la izquierda tradicional no significa que sus posturas sean moderadas.


Daniel Peñaranda
jun 24 de 2023 06:00 a. m.
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En Colombia ha circulado la idea de que los recientes cambios de discurso y gabinete del gobierno no representan un viraje hacia la radicalización, sino más bien una respuesta a la "intransigencia" del centro político . 

Se sostiene que el presidente Petro, lejos de acercarse a los extremos, ha moderado su discurso en los últimos años y que la falta de apoyo programático del centro ha sido producto de pura mezquindad. Esta percepción dista mucho de la realidad. En al menos tres aspectos, Petro sigue lejano al centro.

En primer lugar, el centro promueve una rigurosidad científica que ha brillado por su ausencia durante el último año. Bajo la consigna de "lo técnico es político", que podría generar una discusión importante sobre lo que consideramos como evidencia, se ha descartado cualquier información contraria a las reformas. Por ejemplo, ante la ya desechada reforma laboral, el partido de gobierno se encargó de estigmatizar cualquier duda respecto a los posibles efectos negativos sobre el desempleo y la informalidad.

Dicha reforma, que en la práctica consolidaba desigualdades que afectan mayoritariamente a poblaciones rurales, negras e indígenas, fue defendida a capa y espada acusando a los disidentes de esclavistas y técnicos al servicio del capital. El nivel de ostracismo fue tal, que el presidente sugirió que no existía tal cosa como un mercado laboral para deslegitimar una investigación del Banco de la República que modelaba los efectos de la reforma.

En segundo lugar, el centro es, por naturaleza, pragmático. Si algo ha caracterizado a las reformas del gobierno, ha sido el viejo dogma de la izquierda de considerar incompatibles el ánimo de lucro y la provisión de derechos. La reforma a la salud es un claro ejemplo. Bajo el eslogan de "la salud no es negocio", la reforma propone reestructurar todo el sistema para que sea un Estado débil y cooptado por el clientelismo, especialmente en las regiones más desiguales de Colombia, quien provea los servicios de salud.

No existe una sola evidencia de cómo esta reforma será mejor que el modelo actual en términos de equidad, calidad o eficiencia. Sin siquiera considerar si una provisión mixta en salud podría mejorar la capacidad estatal, aprovechar los conocimientos del sector privado y mitigar los problemas del sistema actual, se asume que todos los problemas del sistema se acaban con la desaparición de las EPS. 

El Gobierno se niega a aceptar, a pesar de la propia evidencia del sistema actual, los errores del sistema anterior y las voces de expertos, que el modelo exclusivamente público puede profundizar las desigualdades en salud.

Finalmente, el centro es cauteloso y se concentra en los efectos no deseados de sus propuestas. Sin embargo, las diferentes carteras parecen no tener claro cómo sus reformas afectan a otros sectores e incluso a diferentes áreas dentro de un mismo sector. Quizás la mejor ilustración de esto ha sido el manejo de la transición energética, negando hasta el cansancio su efecto sobre la tasa de cambio o la desfinanciación de la política social a mediano plazo.

Que el presidente Petro no pertenezca a la izquierda tradicional no significa que sus posturas sean moderadas. La salida de voces disidentes, la ruptura de la coalición con los partidos tradicionales o la estigmatización a los medios de comunicación sugieren que quien se niega a ceder es el gobierno. Si el presidente quiere estabilizar el curso de su gobierno tendrá que moverse bastantes grados al centro. Tendrá que ser más riguroso, pragmático y cauteloso y no solo intentar posar como tal.

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