Confunde el presidente fuero con inmunidad
La figura presidencial tiene como función buscar la unidad nacional para buscar que todos caminemos en una dirección que lleve al progreso del país, pero Gustavo Petro no es la persona que puede hacer eso.
Una cosa es que el presidente goce de un fuero que lo hace “diferente” a los demás ciudadanos al momento de tener que enfrentar a la justicia y otra cosa es que tenga el presidente una inmunidad que le permita pasar por encima de la Constitución y las leyes.
Gustavo Petro, quien fue miembro de un grupo terrorista que recibió una amnistía e indulto por parte del Estado, al parecer quedó con la idea de que esa amnistía tendría efectos atemporales cubriendo no solo lo que había hecho hasta ese momento, sino que también cobijaría sus acciones futuras. Eso, reforzado con prescripciones como lo que la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia esgrimió para no investigar el tema de la bolsa llena de fajos de dinero de origen dudoso en el que el país enteró lo observó engolosinado contando billetes, le han dado al actual presidente la impresión de que sus actos siempre quedarán impunes.
Sumando también capítulos en los que Gustavo Petro ha sido salpicado, pero ha salido bien librado, como el caso de las motos eléctricas, o el desastre del modelo de basuras, el pánico económico, el fiasco de la máquina tapa huecos, etc.
El actual capítulo, el de la violación de los topes de financiación, se está ventilando en redes sociales y en los discursos del presidente. Tal vez ya ha mencionado “golpe de Estado” más veces de lo que ha dicho “calentamiento climático” o incluso que “genocidio en Gaza”.
Y no solo señala a los opositores de planear un golpe de Estado, en sus discursos han venido en aumento los ataques a las instituciones por parte del presidente, acusando a las cortes y sus magistrados de violar la ley y de ignorar su fuero presidencial para investigarlo -y a su campaña- y tejiendo una red de mentiras que atrapa a quienes lo siguen, que son personas que están convencidas de que Gustavo Petro tiene el derecho, por ser presidente, de pasar por encima de la separación de poderes y casi que le atribuyen el poder para legislar desde su cuenta de X.
Mientras eso sucede, el CNE evalúa sesionar en una guarnición militar pues sus magistrados temen por su seguridad. El discurso incendiario del presidente está dividiendo cada vez más el país. En un país que quedó fracturado por el proceso entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc y que no ha podido cicatrizar sus heridas, el discurso de Gustavo Petro le echa limón a esas heridas.
La figura presidencial tiene como función buscar la unidad nacional, construir canales de comunicación entre los distintos grupos de personas para buscar que todos caminemos en una dirección que lleve al progreso del país. Pero Gustavo Petro no es la persona que puede hacer eso. Su talante no es el de buscar consensos, es el de buscar la anulación de quien piensa distinto. Observar sus intervenciones en distintos puntos del país, descalificando a los magistrados, promoviendo la idea de que se está cocinando un golpe de estado y de que ya se dio la orden de matarlo, todo eso para adornar su narrativa de que se está ignorando su fuero presidencial.
Gustavo Petro es tal vez, de lejos, el peor presidente que ha tenido Colombia. No solo no cumple su función de buscar la unidad nacional, sino que divide cada día más pues tiene un ego más grande que las necesidades del país. Va a dejar el país en grandes problemas de institucionalidad y la historia lo juzgará por eso, y en ese juicio no habrá fuero que lo proteja.