Cambio o salto al abismo
En 1989 cuando cayó el muro de Berlín se confirmó fracaso del comunismo como forma de gobierno.
Cuando cayó el muro de Berlín en 1989, se confirmó el rotundo fracaso del comunismo como manera de gobierno, sin embargo muchos no han hecho el análisis sobre las fallas sociales, económicas y principalmente de calidad de vida para la gente, que traen los gobiernos comunistas.
El comunismo conlleva a incrementar la pobreza hasta la miseria, lo que implica un retroceso infame en los avances para los ciudadanos.
Veamos por ejemplo, como los altos niveles de pobreza en los países vecinos se incrementan. Por ejemplo en Venezuela, la pobreza extrema aumentó hasta el 76,6%, en el 2021, mientras que el año 2020, se situaba ya en un 67,7%. Después de veinte y dos años en el poder, el sistema de protección de sus ciudadanos se ha destruido por completo.
Los sistemas antidemocráticos, se presentan como un cambio ante las fallas de las democracias, pero lo que hacen es profundizar dificultades y generar nuevos problemas. El sistema de control económico por parte del Estado y su planteamiento polarizador y destructivo, cierra el camino al desarrollo empresarial, a la libre empresa y basa su economía en pocos sectores, principalmente tradicionales, impidiendo la innovación y el impulso al emprendimiento y la iniciativa de los ciudadanos a generar ingresos, riqueza y empleo.
La elección presidencial de los próximos días en Colombia, no es entre un candidato u otro, eso no es lo que se elige. Lo que verdaderamente vamos a elegir, es el sistema de gobierno de Colombia en los próximos 20 o 40 años. Si bien es una situación similar a la de hace cuatro años, lo cierto es que el populismo buscando socavar nuestra democracia, cada vez es más posible en Colombia.
Estamos en riesgo entonces no solo con el discurso, sino frente a un marco legal que les permita avanzar en la división colectiva, como vienen haciéndolo durante años con fuerzas y alianzas, cada vez más organizadas a nivel nacional e internacional, y con unos ciudadanos o muy pasivos o engañados, frente al albur de lo que algunos llaman cambio, y no es más que un siniestro salto al abismo.