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La transición energética necesita un blindaje digital

Sin una infraestructura digital segura, los avances en energías renovables podrían quedar vulnerables frente a las ciberamenazas.


Enrique Fenollosa
nov 18 de 2025 01:03 p. m.
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Colombia ha dado pasos firmes hacia una matriz energética más limpia y sostenible. Con más de 3 gigavatios de capacidad renovable ya conectados al sistema eléctrico nacional, según cifras del Ministerio de Minas y Energía, el país se posiciona como líder regional en transición energética. Sin embargo, este avance —tan necesario como esperanzador— no está exento de riesgos. La digitalización del sector energético, especialmente en el ámbito de las energías renovables, ha abierto una nueva frontera de vulnerabilidades: la ciberseguridad.

La incorporación de tecnologías como la Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas (IoT) y redes inteligentes ha transformado la forma en que generamos, distribuimos y consumimos energía, pero también ha ampliado la superficie de ataque. Cada panel solar, batería o dispositivo conectado representa un nuevo punto de entrada para potenciales ciberamenazas. Y en un ecosistema cada vez más descentralizado, donde conviven grandes operadores, pequeños productores y comunidades energéticas, la exposición es mayor y más difícil de controlar.

Una de las tendencias más preocupantes es la proliferación de dispositivos fundamentales —como inversores solares, data loggers y gateways— que siguen operando con configuraciones por defecto o sin actualizaciones de seguridad. Muchos de estos equipos están conectados a Internet sin los controles mínimos necesarios, lo que los convierte en blancos fáciles para actores maliciosos. La falta de estándares comunes y la disparidad en los niveles de madurez digital entre los distintos actores del sector solo agravan el problema.

A esto se suma la creciente dependencia de la cadena de suministro. Los proyectos de energías renovables involucran múltiples proveedores de componentes, software y servicios. Una vulnerabilidad en cualquiera de estos eslabones puede desencadenar un efecto dominó que comprometa la seguridad de toda la infraestructura. Ya hemos visto casos en otros países donde dispositivos no autorizados, de origen desconocido, han sido detectados en plantas solares. No debemos permitir que eso ocurra en Colombia.

La transición energética no puede avanzar sin una base sólida de ciberseguridad. No se trata solo de proteger datos o evitar interrupciones. Se trata de garantizar la continuidad del servicio, la confianza de los usuarios y la soberanía tecnológica del país. La energía es un activo estratégico, y como tal, debe ser defendido con la misma rigurosidad con la que se protege cualquier infraestructura crítica.

¿Qué podemos hacer? Primero, establecer estándares mínimos de ciberseguridad para todos los actores del sector, sin excepción. Segundo, auditar y monitorear los dispositivos conectados, asegurando su trazabilidad y actualización constante. Tercero, fortalecer la cadena de suministro con criterios de seguridad desde el diseño. Y cuarto, adoptar modelos como Zero Trust e inteligencia artificial para detectar anomalías y responder de forma proactiva ante posibles amenazas.

Colombia tiene la oportunidad de liderar no solo en generación limpia, sino también en resiliencia digital. La seguridad energética del futuro dependerá tanto de la innovación tecnológica como de nuestra capacidad para protegerla. La transición energética no será completa si no es también una transición segura.

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