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Tu hijo no es un post de redes sociales

Publicar fotos de nuestros hijos en redes sociales puede ser motivo de orgullo: sus primeros pasos, el nuevo bikini que le compraron sus abuelos para llevarla a la piscina, su primer día de colegio con su reluciente uniforme


Enrique Fenollosa
ago 25 de 2025 01:37 p. m.
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Y aunque en vacaciones está práctica conocida como sharenting —de share (compartir) y parenting (crianza)— aumenta su intensidad, lo cierto es que a lo largo de todo el año estamos exponiendo a los menores en el mundo digital.

Y uso la palabra ‘exponiendo’ justamente porque el sharenting, lejos de ser una práctica inofensiva, esconde un gran número de riesgos que no son evidentes, en cuanto a su privacidad y seguridad.

Al convertir a los menores —ya sean nuestros hijos, sobrinos, hermanos pequeños o nietos— en posts recurrentes de redes sociales no es una travesura sin consecuencias. No sólo se trata de su privacidad, hablamos también de su seguridad, su identidad y huella digital y su derecho a no tener una infancia mediatizada sin haberse pronunciado al respecto.

Esos cientos de miles de fotos, una vez subidas a las redes sociales, dejan de ser tuyas. O de tu hijo. Circulan. Se descargan. Se reutilizan. A veces se editan. En el peor de los casos, se manipulan. Es ingenuo pensar que en el mundo digital no hay riesgos y personas inescrupulosas.

Varios estudios han alertado sobre el descontrolado fenómeno del sharenting. El informe ‘Who Knows What About Me?’ del Children’s Commissioner de Inglaterra de 2018 indicó que cuando un niño cumple 13 años, sus padres ya han publicado en promedio 1.300 fotos y videos de ellos en redes sociales. Ese mismo informe señaló que 42 % de los menores se siente avergonzado por lo que publican sus padres en redes sobre su vida sin su consentimiento.

A su vez, Ofcom, el regulador de las comunicaciones del Reino Unido, publicó un reporte en 2017 en el que más de la mitad de las personas entrevistadas declaró que piensan que a sus hijos les parecerá bien que compartan sus fotos en la red, y apenas el 15 % señaló que les preocupa que los menores no piensen lo mismo dentro de unos años sobre lo publicado.

La firma de servicios financieros Barclays va más allá y calcula que para 2030 el sharenting representaría más de 870 millones de dólares en fraudes en línea, gracias a que compartir de manera desmedida información de los menores facilitaría a los ciberdelincuentes las suplantaciones de identidad.

No se trata de demonizar al padre que sube una foto del primer partido de su hijo en la escuela de fútbol o a la madre que inmortaliza esa graciosa actuación en la clausura del jardín infantil. Se trata de pensar antes de publicar, de entender que cada clic tiene un eco, de que existe un contexto, de sentido común y de una pizca de empatía.

En Colombia, la ley conocida como el Código de Infancia y Adolescencia de 2006 establece el derecho a la intimidad y a la protección de datos personales de los menores. A su vez, la Corte Constitucional señaló no hace mucho que “debe privilegiarse el respeto por las opiniones de los niños y niñas, de forma que se dé prevalencia a su voluntad y se antepongan sus intereses y derechos a los de los padres”, y recomendó hacer pedagogía sobre el uso responsable, adecuado y seguro de las tecnologías de la información y de las comunicaciones para proteger a los menores de edad.

Para quienes trabajamos en ciberseguridad, este fenómeno no es solo una cuestión privada. En organizaciones de todos los sectores —y muy especialmente en aquellas que operan infraestructuras críticas— vemos cómo la información familiar expuesta puede ser utilizada para perfilar empleados, lanzar campañas de ingeniería social o abrir nuevas puertas de entrada. La seguridad empieza también en casa.

Ante este escenario, desde S2GRUPO hemos preparado estas recomendaciones para esos papás y mamás que no pretenden dejar de subir imágenes de sus pequeños a las redes sociales, pero sí poner freno a un entusiasmo excesivo:

  1. Pregunta al menor. Si tiene edad para entender, tiene derecho a opinar.
  2. Evita información sensible. No publiques datos personales, ubicaciones en tiempo real ni imágenes comprometidas.
  3. Configura la privacidad. Ajusta quién puede ver tus publicaciones y elimina accesos innecesarios.
  4. Piensa a largo plazo. Valora si esa imagen seguirá siendo adecuada dentro de años.
  5. Sé ejemplo digital. Los menores aprenden observando; la prudencia de los adultos es clave.
  6. Habla también con familiares y cuidadores. Explicarles estos riesgos es fundamental para reducir la exposición.
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