Ojo con los avivatos vendedores de humo | Por: Fernando Rojas
Nos venden la ciudad de los 15 minutos como la solución para la postpandemia. Modelo que debe ofrecer acceso a servicios básicos en distancias de 15 minutos.
Por: Fernando Rojas*
@ferrojasparra en Twitter
Los retos que enfrentan las ciudades para sobrellevar y superar la crisis por el Covid son enormes. No será fácil, pero será más difícil si caen en manos de los vendedores de humo. Esos expertos y organizaciones que, principalmente desde países desarrollados, presentan soluciones de manual para ensalzarnos en una realidad que no es la nuestra. Aunque tienen llamativos nombres, son estratégicamente empaquetadas, prometen cambios revolucionarios y valen millonadas, son modas de las que viven esos gurús, pero que no se traducen en mejoras importantes en la calidad de vida de las personas.
Desde hace algunos meses nos venden la ciudad de los 15 minutos como la solución para la postpandemia. Como lo dije en una videocolumna anterior, según este modelo, que supuestamente es lo último en guaracha, la ciudad debe ofrecer acceso a servicios básicos en distancias que no superen los 15 minutos y que se puedan hacer a pie o en bicicleta.
No obstante, este modelo profundiza la desigualdad y la inequidad, pues en nuestras ciudades sólo algunos grupos privilegiados tienen la oportunidad de tener vivienda, trabajo, cultura, espacio público, salud y recreación a poca distancia.
Para la gran mayoría de personas eso es carreta. Simplemente no es una posibilidad porque nuestras ciudades son extensas, con millones de personas que viven en la periferia y trabajan en las zonas centrales. Son ellas las que deben hacer largos recorridos para trabajar. Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, publicado en 2019, en Asunción, Sao Paulo, Ciudad de México, Lima, Buenos Aires y Montevideo los tiempos de viaje superan los 68 minutos y pueden llegar hasta los 100. Sólo en Bogotá, gastamos cerca de 26 días al año en trasportarnos.
Desde la realidad, surgen preguntas para los vendedores del nuevo modelo ¿Cuáles son las alternativas para la gran mayoría? ¿Cómo descentralizar el empleo? ¿Cómo bajar el valor del suelo que termina expulsando a los más pobres a vivir en las zonas más alejadas? Estas son algunas cuestiones que desde los años 60 del siglo pasado impactan a nuestras ciudades y siguen sin respuestas.
Claro que es importante invertir en el mejoramiento de los barrios, parques y espacio público; también en transformar la movilidad y en intervenir áreas deterioradas que las devuelvan a la vida urbana, pero no pintar pajaritos en el aire.
Ante la debacle de los discursos y modelos que nos vendieron por décadas y la crisis por el coronavirus, estamos por primera vez frente a la posibilidad de repensar las ciudades y explorar caminos desde nuestra propia realidad porque no hay tuerto al que seguir.
* Politólogo. Doctor en Historia con maestrías en Gestión Urbana e Historia