Boric: la revelación

No es un tema "de subordinaciones ni cálculos, es un tema de principios" y los principios no son de derecha ni de izquierda.


Gustavo Nieto
ago 03 de 2024 09:05 a. m.
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"Esperamos que la voluntad del pueblo venezolano sea respetada cumpliendo con los estándares básicos de la democracia", esta frase hace parte de uno de los sensatos mensajes que el presidente de Chile, Gabriel Boric, escribió en las últimas horas después de conocerse el fraude electoral fraguado por la dictadura chavista. Nada más simple y contundente que lo allí escrito. Que se cumplan las normas mínimas que hacen de una democracia, eso, una democracia, ni más ni menos. Y pedirlo no hace a Boric traidor de la causa revolucionaria, ni fascista y mucho menos un oligarca enemigo del pueblo. Lo hace un demócrata serio y consecuente que no cae en la fácil tentación de defender a Maduro porque es de "izquierda" sino que, por el contrario, entiende que no es un tema, como él mismo lo dice, "de subordinaciones ni cálculos, es un tema de principios" y los principios no son de derecha ni de izquierda, son y punto.

Y allí precisamente radica el triunfo de Boric en esta coyuntura tan dolorosa para Venezuela, en demostrarnos que no por ser de un lado o del otro una dictadura cambia su significado. Una dictadura no es más o menos buena, es una oscura realidad. ¿Cuántos horrores ha conocido la humanidad en nombre del pueblo, la libertad o el progreso? muchos, muchísimos que nos avergüenzan y, al menos, nos deberían invitar a la reflexión para no repetir esos episodios oscuros de la historia.

Es muy común encontrar a fanáticos de distintas orillas que pretenden defender regímenes impresentables como el de Cuba. A muchos aún no les parece grave que en ese país los partidos políticos estén proscritos, las cárceles llenas de personas que cometieron el pecado de pensar distinto, que no haya medios de comunicación diferentes a los oficiales y que los ciudadanos tengan restricciones para salir o entrar del país. Hay otros que se atreven a recordar con nostalgia las dictaduras de Argentina o Chile que llevan a sus espaldas la vergüenza del horror de miles de desaparecidos, asesinados y torturados.

¿Cómo atreverse a justificar alguna dictadura?, nadie que se precie de demócrata y civilizado puede caer en semejante despropósito. Todas las dictaduras terminan siendo iguales, una carga de opresión sin sentido contra su propio pueblo. Y quién lo creyera, en eso terminó Venezuela y Boric nos lo hace ver con una claridad inesperada.

En el régimen chavista cierran medios de comunicación, meten a la cárcel a los que critican, expropian, provocan una migración infame y de 'ñapa' se roban las elecciones y claramente eso no se hace en una democracia. Boric fue el primero en plantear el verdadero dilema: no se trata de izquierdas o derechas, se trata de lo que es correcto o lo que es incorrecto, de democracia o antidemocracia.

La pregunta que cualquiera se debe plantear frente a Venezuela es ¿qué tan demócrata soy? porque francamente cualquier otro dilema es inconsistente. Lo que tenemos al frente es una violación descarada de los mínimos requisitos de una democracia, lo demás es demagogia y complicidad.

Y es que la democracia depende absolutamente del compromiso de quienes la disfrutan, por eso es tan frágil en países como Venezuela en donde se convirtió en un comodín para que el régimen chavista se perpetúe en el poder. Se disfrazan de demócratas, pero lo único que pretenden es atornillarse en su trono y lo que más duele es que hay quienes los secundan con comunicados 'políticamente correctos", pero que al final son una pose para defender lo indefendible. Por eso la voz de Boric suena distinta y potente, sus actuaciones como presidente lo definen.

Convocó a una Constituyente que perdió y sin dudarlo aceptó los resultados. Incluso, la gallardía con la que acompañó los funerales de Estado del expresidente Sebastián Piñera, su contradictor, revelan su respeto por las instituciones y su clara disposición a ser un factor de unión, no de provocación.

Boric es el más joven, pero los hechos lo hacen ver como el más aplomado de los testigos de este triste episodio para América Latina. Habla con una convicción aprendida desde su propia historia, eso tal vez le da aún más autoridad moral porque Chile padeció una dictadura que los hizo valorar la democracia más que nadie. Y en democracia el que pierde se va.

Por eso aquí no caben propuestas de acuerdo, el acuerdo se firmó el domingo 28 de julio y lo ganó Edmundo González y la contraparte vencida en las urnas debe tener la decencia de honrarlo y entregar el poder en una transición armónica y civilizada, ese es el único acuerdo posible, porque como bien lo dijo Boric, "no es un tema de cálculos, es un tema de principios".

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