Ni un minuto de paz
Nos repetimos en las formas, en el diagnóstico y la estrategia con un frustrante resultado, más muertos, más dolor y más miedo.
Los de mi generación nacimos al tiempo con las Farc. Apenas avanzaban los años 60 y el país empezaba a conocer de la creación de otros grupos guerrilleros como el ELN. Y así, de la mano del llamado Frente Nacional y el surgimiento de varias revoluciones como la de Cuba, sin siquiera imaginar su dimensión, comenzaba otra etapa de violencia que no ha parado a pesar de muchos intentos. Los 90 fueron testigos de la paz con el EPL, el Quintín Lame, el M-19 pero no alcanzábamos a celebrar estos anuncios cuando otra guerra asomaba.
Los carteles de la droga y el paramilitarismo irrumpieron poderosos y protagonizaron otro doloroso capítulo de la historia reciente. A comienzos del Nuevo Siglo, las Farc, que aparentemente estaban "dormidas", despertaron, coparon regiones enteras, secuestraron civiles y militares por montones y ahí se desató otro momento de esta guerra.
La ofensiva del Estado significó importantes golpes contra este grupo subversivo, pero también episodios vergonzosos como los ‘falsos positivos’. Triste resumir las últimas décadas en seis renglones y no poder siquiera mencionar un hecho que no esté relacionado con la guerra. En una frase, ni un minuto de paz. Una vida vivida sin un minuto de paz. Puede sonar exagerado, pero desafortunadamente no lo es, es tan real como contundente.
La vida ha pasado entre carros bomba, tomas a pueblos, secuestros, liberaciones y campos minados; ni más ni menos, esa es la escenografía que acompaña los años vividos de los colombianos. Por eso cuando se empieza a volver recurrente la escena de motos cargadas con explosivos, retenes ilegales y guerrilleros ostentosos pavoneándose en camionetas de alta gama, no se puede sentir más que frustración.
¿De nada sirvió el proceso de paz?, ¿de nada sirve lo que se está intentando hoy? No sé, no sé en qué hemos fallado como país. Claro que uno puede hacer una lista interminable de las "causas del conflicto", pero superar la pobreza, educar a los jóvenes, darles tierra a los menos favorecidos, conseguir mejores condiciones laborales, acabar la corrupción, renovar la política, tener atención digna en salud, son preocupaciones de muchos países y no por eso están en guerra.
Otras naciones encontraron escenarios más civilizados para tramitar sus diferencias y sacar adelante los propósitos comunes. En Colombia evidentemente no ha sido posible porque las rentas ilegales son muy provechosas, porque no hemos sido capaces de perdonarnos; porque no hay voluntad, o por lo que sea, este destino no es justo para nadie.
Lo ocurrido esta semana en Jamundí es solo el recordatorio de que estamos lejos de la paz. La imagen del cuidador de carros herido por la moto cargada de explosivos, ensangrentado, desencajado, con las piernas rotas, en el piso, confundido, no es más que la de un país que lo consume la violencia. Al final, don Rafael somos todos.
Lo que sucede en esa región es la muestra de que su gente está sometida a los asesinos y sus negocios de minería ilegal y coca que son tan rentables que lo que menos les interesa es una negociación con el Gobierno.
Hasta una carretera hicieron en la zona pero no para ayudar a conectarse, no, la hicieron para acceder a los lugares donde tienen sus negocios ilegales sin mayor dificultad, como sucedía en los Llanos del Yarí o el Caquetá en los 90. El espiral del que hablábamos antes.
Nos repetimos en las formas, en el diagnóstico y la estrategia con un frustrante resultado, más muertos, más dolor y más miedo. Y en este Gobierno no han encontrado la forma de frenar esta veloz carrera de violencia.
Ojalá tuviéramos la determinación de convertir esta derrota en nuestro mayor reto, que los "señores de la guerra" ocupen el lugar que se merecen y los buenos también. Me resisto a entrar en esa etapa de la vida siendo testigo de los mismos hechos que vi cuando era niño. Las tenebrosas escenas de Cauca y Valle traen a la memoria recuerdos de atrás y sería ideal que se quedarán allá y que solo fueran parte de un pasado que nos sirviera de lección en el capítulo de "cosas que no se pueden repetir".