No la dejen sola

Si María Corina sigue libre y en pie, se mantienen la esperanza y la lucha para que la democracia vuelva a Venezuela.


Gustavo Nieto
ago 10 de 2024 07:00 a. m.
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La crisis en Venezuela provocada por el descarado fraude electoral del chavismo tiene cada día distintas caras. Una de ellas la conforman las reacciones vehementes de líderes mundiales, que no solo denunciaron las evidentes irregularidades, sino que reconocieron a Edmundo González como el legítimo ganador.

Otra, no muy amable, la dibujan los tibios pronunciamientos de algunos reconocidos voceros de la izquierda latinoamericana que disfrazados de "diplomáticos" no han sido capaces de llamar las cosas por su nombre y aduciendo una supuesta mediación, mantienen prudente distancia para no afectar su cuestionable cercanía con el dictador Maduro.

Y la más valiente, y seguro la de mostrar, es la que construyen los venezolanos de a pie, los que están allá en las calles de las maltrechas ciudades exigiendo que se respeten los resultados y que se haga justicia con la decisión de la mayoría. Esa cara está siendo golpeada y abusada por la tiranía que ya sin tapujos secuestra, tortura y desaparece sin compasión. Los feroces perros guardianes del régimen actúan sin orden judicial y sin problema invaden domicilios, asaltan oficinas y emboscan vehículos para llevarse sin explicación a quienes declararon enemigos.

Y ese rostro valiente y decidido tiene una voz potente, una voz de mujer que retumba en todos los rincones del planeta, la voz de Venezuela, de los que quieren libertad, es la voz de María Corina Machado, la mujer que tiene contra las cuerdas al arrogante dictador. La mujer que ahora, desde la clandestinidad, enfrenta la poderosa máquina de terror desatada por el régimen.

Y no la pueden dejar sola porque, aunque cuenta con el apoyo incondicional del pueblo que no la desampara, afuera de Venezuela a muy pocos parece importarles los atropellos y amenazas que padece desde Miraflores. Desde los balcones de ese palacio la sentenciaron a cárcel solo porque al dictador y sus áulicos les enfurece saber que una mujer los puso en evidencia.

María Corina ya está escondida, teme por su vida y ayudada por sus más fieles seguidores trata de sobrevivir ante la mirada indiferente de los vecinos y otros tantos "revolucionarios". Parecen insuficientes las voces de respaldo al triunfo de Edmundo porque sin el apoyo unánime a su victoria y a la verdad, María Corina está en peligro y si a ella le pasa algo, el mundo no tendría perdón.

Cómo puede suceder que Maduro, nervioso, pero al fin y al cabo con poder, se desmande con amenazas e insultos, decrete su persecución y eso a algunos líderes de la región no les parezca inaceptable.

Dicen fuentes cercanas a la líder opositora que se mueve por tierra porque le prohíben montar en avión y duerme cada noche en un lugar distinto para evitar el acoso de los colectivos chavistas. Así y todo, María Corina se ha convertido en la conciencia de quienes quieren derrotar la dictadura y también de quienes aún dudan de lo que está pasando en Venezuela.

Según la ONG Foro Penal, desde las elecciones y hasta el momento de escribir esta columna van detenidas 1.263 personas, las últimas arbitrarias fueron las de los líderes opositores María Oropesa, Américo de Grazia y Williams Dávila. De ellos nada se sabe a pesar de que han pasado varias horas después de la captura, sus familias han recorrido todos los sitios posibles y desconocen su paradero y menos su estado, desesperadas piden explicaciones porque nadie entiende por qué fueron privados de la libertad.

Por eso el temor más grande es que la ofensiva del régimen no se detenga y ya acorralado por la contundencia de los hechos, ponga en la mira a María Corina. Ella es hoy un símbolo de fortaleza, es la cara más valiosa en medio de esta crisis que avergüenza a todos. Si María Corina sigue libre y en pie, se mantienen la esperanza y la lucha para que la democracia vuelva a Venezuela. Nadie debería estar detenido.

La respuesta de Maduro frente a las denuncias de fraude ha sido atacar a sus conciudadanos, por eso no pueden dejar sola a la única voz que puede cambiar el rumbo de esta historia. La voz que a todos les está haciendo ver que el silencio no es opción.

De la cifra de personas retenidas de la que hablé unas líneas antes, 160 son mujeres, de por sí una aberración inaceptable y de todos depende que María Corina no se convierta en la 161, por eso, no la dejen sola.

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