Obras son amores
“Recorremos la mitad del segundo año del gobierno Petro y es mucho más larga la lista de pendientes que la de cumplidos”.
En los últimos días se conocieron dos informes que podrían ser el reflejo de buena parte de la incertidumbre que define la situación del país, pero es tal la avalancha de noticias provenientes de actuaciones o declaraciones de funcionarios del Gobierno, que una tras otra se va ocultando hasta que se refunden como los papeles en la mesita de noche.
Del millonario arriendo por las oficinas del Ministerio de la Igualdad, pasamos a conocer los salarios de los habituales acompañantes de la primera dama, luego nos escandalizamos por el arriendo de una casa en Davos, Suiza para promocionar el país; no sin antes sorprendernos con las denuncias sobre un supuesto acoso laboral por parte de uno de los hombres más cercanos al presidente; y eso que falta hablar de la compra de camionetas de alta gama para la Cancillería o los polémicos contratos en la Unidad de Gestión de Riesgo. Y así se nos va el día a día y no alcanzamos a digerir una cosa cuando ya tenemos al frente otra.
Pero no nos enredemos: volvamos al principio, a los informes que motivan este texto y que pueden estar inevitablemente asociados a nuestra realidad caótica y desesperanzadora. El primero lo publicó el Instituto Nacional de Estadística de España. Según la investigación, por segundo año consecutivo la inmigración de colombianos hacia España fue la más alta con 116.000 personas entre enero y septiembre del año pasado.
Miren este dato, en promedio cada día, ojo, cada día, 430 colombianos se quedaron a vivir en ese país en el 2023. Los colombianos pasamos a ser la segunda mayor comunidad de extranjeros asentados en la madre patria superando, de lejos, a venezolanos y ecuatorianos.
El otro informe es del gremio que agrupa a los constructores, CAMACOL, que asegura que en el 2023 las ventas de vivienda se contrajeron en un 44.9%, en el caso de la vivienda de interés social la caída fue del 49.7%. Cerca de 38.000 hogares desistieron de adquirir casa. En resumen, en el 2023 se vendieron 106.554 casas menos frente al 2022, según el estudio, esto representa una reducción de 20 billones de pesos en la inversión por vivienda.
Las razones que empujan a las personas a quedarse a vivir en otro país pueden ser muchas y muy subjetivas, aunque pueden ser sintomáticas de algo. Y aunque no tengo los elementos de juicio para sacar conclusiones, sí puedo asegurar que deberían llamar la atención de quienes nos gobiernan.
No son cifras normales y mucho menos pueden pasarse por alto. Preocupan y deberían preocupar más a quienes llevan las riendas del país. ¿Qué está provocando estas cifras tan alarmantes? ¿Será que alguien en la Casa de Nariño se ha hecho esta pregunta? Francamente no lo creo, pero es que entre tanta pelea por redes y discurso “veintejuliero” no hay tiempo para gobernar. Los hechos hablan por sí solos.
El propio presidente Petro, desde el Pacífico, regañó otra vez a sus ministros por la poca ejecución. Sin embargo, le sobró tiempo para empezar a organizar la campaña del 2026, ¿No será demasiado pronto? ¿No será que es mejor concentrarse en gobernar y ejecutar lo que prometió? Yo me plantearía esas dudas si al frente tuviera el reto de comandar el tan cacareado cambio. Mientras siguen buscando enemigos y denunciados complots, la inacción desespera y las disculpas sobran. Sí claro, los problemas son muchos, pero este Gobierno se hizo elegir con la promesa de solucionarlos y no de recordarnos quién los creo, según su versión.
Mientras nos quedamos divagando sobre las razones por las cuales el cambio no arranca y los fantasmas de la “oligarquía” y el “establecimiento” atormentan a los “progresistas” el tiempo pasa y de ejecución más bien poco.
Y mientras tanto, países como España se siguen llenando de colombianos y en Colombia nos quedamos sin compradores de casa a lo mejor porque no quieren estar aquí. Lo cierto es que recorremos la mitad del segundo año del gobierno Petro y es mucho más larga la lista de pendientes que la de cumplidos, suficiente razón para pensar que definitivamente el Ejecutivo debería apropiarse de un refrán para guiar sus pasos en adelante: señores definitivamente obras son amores y no buenas razones.