Lula presidente

El triunfo de Lula da Silva en Brasil confirma que el descontento popular es el primer elector presidencial en América Latina.


Jairo Libreros
nov 01 de 2022 06:00 a. m.
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El presidente Jair Bolsonaro, derrotado en el balotaje por un margen electoral de dos millones de votos (49,1% de la votación), transformó las formas, estilos y contenidos políticos de Brasil. Y no hablamos de un cambio admirable. Es todo lo contrario. Ese país quedó enfrascado en una división social, económica y territorial difícil de revertir en el corto plazo por cuenta un cuatrienio caracterizado por el crecimiento del descontento popular con la democracia y del fortalecimiento calculado de liderazgos radicales autoritarios como fórmula de respaldo a sus aspiraciones reeleccionistas.

Lula da Silva (50,9% de la votación) gana las elecciones subido en esa ola de descontento popular, pero a partir del 1 de enero de 2023, día de su posesión presidencial, queda atrapado en medio de una oposición mayoritaria en el legislativo y obligado a enfrentar la proliferación de movimientos autoritarios bolsonaristas, quienes, los unos y los otros, harán todo lo posible para bloquear su agenda de gobierno.

El mandato de Lula en Palacio de Planalto será inédito, no sólo por ser el primer líder político que en justas democráticas gana la presidencia por tercera ocasión, sino porque el entorno económico internacional es de crisis, las exigencias sociales son de respuesta inmediata y la sociedad que lo recibe está compuesta, entre otros sectores, por una derecha radical empoderada en diferentes escenarios políticos nacionales y locales, que se siente amenazada y desplazada por el triunfo del Partido de los Trabajadores, el PT, y aislada por un entorno político internacional de izquierda.

De un lado, a diferencia de los resultados electorales posteriores a los estallidos sociales de 2019, los nuevos presidentes de América Latina llegaron al poder derrotando a la élite política -los partidos políticos tradicionales-, como lo atestiguan los casos de Perú con Pedro Castillo, de Chile con Gabriel Boric y de Colombia con Gustavo Petro, en Brasil Lula da Silva conquista la Presidencia con el PT y toda la carga simbólica negativa que representa por su desprestigio asociado a escándalos de corrupción, especialmente bajo el mandato de Dilma Rousseff.

Y de otro lado, la victoria de Lula consolida a la izquierda en América Latina. Ahora son once los gobiernos que se ubican a la izquierda en el espectro político, o para ser más precisos, estos gobiernos manejarán las cinco principales economías regionales. Este poder político y económico regional cambiará las formas de relacionamiento con Estados Unidos, con la Unión Europea y con algunas organizaciones multilaterales como Naciones Unidas, el Banco Mundial o el Fondo Económico Internacional.

¿Pero será Lula da Silva, como en el pasado, la estrella de esta renovada izquierda latinoamericana? No. El contexto nacional lo limitará. Los retos sociales internos y los desafíos que le planteará la derecha radical no le darán espacio para tomarse la vocería política regional. Por ello, en esta elección de Brasil también resultó triunfador otro presidente, el colombiano Gustavo Petro, quién con el apoyo de Lula y de otros mandatarios buscará quedarse con la presidencia Pro Tempore de la CELAC, en el encuentro de jefes de Estado que se celebrará en diciembre en Buenos Aires.

En conclusión, en Brasil ganó Lula, ganó Petro y ganó la CELAC, instancia regional que se convertirá en el motor coyuntural de la integración política y económica de América Latina, una región que de la mano con la CELAC aspira a actuar internacionalmente como un solo bloque de izquierda. Bueno, amanecerá y veremos…

Feliz día…

@JairoLibreros
Editor y analista político de Noticias RCN y NTN24 

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