“Seamos realistas, pidamos lo imposible”: cese al fuego multilateral
El cese al fuego multilateral es una decisión de política pública legítima, necesaria y viable. Pero realmente es un desafío político monumental.
“Seamos realistas, pidamos lo imposible” es una frase del filósofo Herbert Marcuse, que retrató con precisión de detalles la esencia de las protestas estudiantiles de mayo de 1968 en Francia. Y esa frase es la mejor aproximación a la idea del presidente Gustavo Petro sobre un cese al fuego multilateral.
Según los registros de la Casa de Nariño estamos hablando de por lo menos veinte grupos criminales, de las cuales se destacaría al ELN, la Segunda Marquetalia, las disidencias de las Farc y los paramilitares de las AGC o Clan del Golfo, que sumaría un universo de aproximadamente 10.000 delincuentes.
Sin embargo, las bandas que acepten el cese al fuego esperarían garantías recíprocas del Estado, esto es, un cese al fuego oficial. Y es aquí donde saltarán las principales trabas políticas en el sentido de afirmar que esa decisión sería inconstitucional, porque la fuerza pública tiene la obligación de mantener en todo momento y lugar las operaciones armadas en contra de los actores violentos. Pero esta crítica no tiene sustento constitucional.
El presidente de la República está facultado para ordenar ese cese al fuego a cargo de la fuerza pública en su condición de jefe de Estado y comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Como tal, puede ordenar la suspensión de operaciones militares y de Policía en contra de las organizaciones que acojan su llamado a un acuerdo de paz o de sometimiento a la justicia.
En términos constitucionales, el presidente es el principal tomador de decisiones de política pública de paz, seguridad y defensa nacional. Es la cabeza política de la unidad de mando central a cargo de las decisiones de comando y control de las Fuerzas Armadas. Y como tal, se le reconoce autonomía en la conducción de las operaciones militares y policiales, así como responsabilidades en materia de derecho penal internacional por cuenta del Estatuto de Roma.
Lo que sí es realista y en el plazo de pocos días imposible es concertar e implementar los modelos de protección a la población civil territorialmente cercana a las ubicaciones de las estructuras ilegales, así como el establecimiento de un régimen consensuado para determinar las violaciones al cese al fuego multilateral y sus respectivas consecuencias políticas y legales.
Bajo ningún presupuesto se puede facilitar, tolerar o excusar el desplazamiento de comunidades, el confinamiento poblacional ni la extorsión y zozobra colectiva por razones del cese al fuego multilateral. Las macabras lecciones aprendidas de las épocas presidenciales del Caguán con Andrés Pastrana o de Ralito con Álvaro Uribe son los caminos prohibidos que debe tener en cuenta el presidente Petro para no fracasar en su política de Paz Total.
En conclusión, el cese al fuego multilateral es una cirugía institucional de pronóstico reservado. El país entraría a una especie de unidad de cuidados intensivos justificada por el anhelo nacional de dejar en el pasado el lastre de la violencia y del fuego cruzado, que les ha arrebatado a muchos colombianos su vida e integridad personal y sicológica y a otros nos condena a vivir en coma.
@JairoLibreros
Editor y analista político de Noticias RCN y NTN24