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Bogotá, un punto de partida para los jóvenes que quieren construir patrimonio

En Bogotá ser joven no debería significar vivir de arriendo eterno. Con educación financiera, subsidios oportunos y proyectos de vivienda que sí se cumplan, podemos pasar del sueño frustrado de la cuota inicial a la realidad de un patrimonio propio.


José David Castellanos
sept 19 de 2025 11:00 a. m.
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A los veintitantos, tener un trabajo estable parece ser el gran logro. A los treinta y pocos, el pensamiento empieza a cambiar: ya no basta con tener ingresos, ahora queremos construir patrimonio. Pero en Bogotá, para muchos jóvenes profesionales, esa aspiración choca con una realidad frustrante: cada mes pagan arriendo y sienten que no avanzan.

Durante años, la ciudad se asumió como un lugar de paso: llegabas a estudiar, alquilabas con amigos y cambiabas de barrio con cada ascenso laboral. Sin embargo, hoy esa lógica se rompió. Bogotá es el hogar definitivo de miles de jóvenes que quieren echar raíces, asentarse aquí. Y el problema no es falta de ganas, es falta de información y de acompañamiento para dar el salto del arriendo a la propiedad.

Lo cierto es que sí existen caminos reales y alcanzables para hacerlo. Hoy Bogotá ha tejido una serie de programas que permiten a un hogar joven —aun sin grandes ahorros iniciales— pasar de arrendatario a propietario en pocos años. El Distrito ofrece apoyos como “Ahorro para mi Casa”, que entrega hasta $10,5 millones en un año para aliviar el arriendo mientras se ahorra la cuota inicial, o “Reactiva tu Compra”, que aporta 12 salarios mínimos (más de $17 millones en 2025) para quienes ya tienen crédito aprobado pero se quedaron cortos en el cierre financiero. Y si ya lograste comprar, existe “Reduce tu Cuota”, que durante cuatro años cubre parte de la mensualidad del crédito hipotecario para que tus ingresos puedan crecer sin que el banco te asfixie.

Es decir, de a poco, aunque faltan mucho por hacer al respecto, lo que antes era un laberinto de trámites, hoy empieza a convertirse en una ruta clara en la que caminan el ahorro, los subsidio y los créditos, con acompañamiento del Distrito para asegurar que las familias jóvenes no se queden a medio camino.

Y es que esto es clave para el progreso de las personas jóvenes pues la educación financiera no es solo aprender a hacer un presupuesto en Excel, es entender que el patrimonio no se construye de la noche a la mañana, pero tampoco por inercia. Requiere planear, comparar, ahorrar con propósito y usar inteligentemente los instrumentos que ya existen. Y, sobre todo, requiere una ciudad que confíe en su gente joven y la impulse a quedarse.

Por eso insisto en que Bogotá debe ir más allá de entregar subsidios. Necesitamos fortalecer la educación financiera desde los últimos semestres universitarios, ofrecer acompañamiento personalizado en los portales de empleo y crear una ventanilla única para los programas de vivienda. Así, cada joven que hoy paga arriendo podrá proyectarse no solo como inquilino temporal, sino como ciudadano que invierte en su barrio, en su ciudad y en su futuro.

Construir patrimonio no es solo firmar una escritura. Es dejar de vivir con incertidumbre y con zozobra, es dejar de vivir con maletas listas para mudarse. Es comenzar a vivir con raíces.
Y Bogotá —la ciudad en la que es maravilloso quedarse y disfrutarla—, si lo decidimos, será el lugar donde eso pase.

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