Jóvenes en política: El debate del desinterés

¿Con qué autoridad moral le exigimos a los jóvenes que participen en política?


Juan Carlos Bolívar
abr 15 de 2024 09:37 a. m.
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Frecuentemente, las personas hablan desde la “superioridad moral” sobre la importancia de que los jóvenes participen en política. Se han escrito cuantos ensayos se puedan imaginar sobre este tema donde todos resaltan las maravillas de la participación política de los ciudadanos más jóvenes en la sociedad. Nadie niega la importancia de la participación política, pero cargar a los jóvenes como los responsables del destino político de un país tampoco es algo justo.

Hablemos de realidades

Enterarse de la política es lo último que quiere hacer una persona en su día a día. No lo digo yo, esto lo refleja la encuesta más reciente de cultura política que realizó el DANE. Según el estudio, la política no genera importancia para el 55% y es un tema indiferente para el 27% de la población. A penas el 16% de los encuestados lo señalan como un tema muy importante después de la familia, el tiempo libre, el trabajo, la religión, las amistades y cualquier cosa que pueda ser más interesante y menos abrumadora que la política…

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En este contexto ¿con qué autoridad moral le exigimos a los jóvenes que participen en política? Si a la mayoría no le importa ¿por qué debería importarle a los más jóvenes?

El desinterés es un acto político

Personalmente defiendo la libertad de pensamiento en muchos sentidos, uno de ellos es el hecho de respetar la abstención electoral en los jóvenes. No pretendo que todos se interesen por la política porque desde mi conocimiento realmente entiendo el tedio y desafección que despierta lo político en muchos sentidos. En los más jóvenes la política no es un deber, siempre será una opción para revisar. Entender eso es aceptar que la “superioridad moral” del que vota debe quedarse a un lado.

Sin embargo, aunque respete la abstención y desinterés político, si quiero hacer un llamado a que los jóvenes y las personas comprendan que el término “apolítico” no existe. Constantemente las personas utilizan este término para demostrar que poco les importa la política y que por eso no participan, no se informan y poco conocen del tema. Hasta el desinterés en política es un acto político, por ende, declararse “apolítico” no tiene sentido. Desinteresarse de la política es lo más común que le pueda suceder a una persona ¿por qué romantizar la política para que les interese a los jóvenes?

Los que cautivan “el voto joven”

La mayoría de los políticos quieren contar con el voto joven. Cómo no querer eso si vinimos en un país donde el censo electoral demuestra que cerca de 9 millones de jóvenes estamos habilitados para votar. En este escenario, si un solo político lograra capitalizar el voto joven, sin duda alguna puede subir a la presidencia. ¿Y el agua moja, cierto? Afortunadamente la política no es tan obvia y la tendencia política de la juventud tampoco.

Los jóvenes no son un grupo poblacional

Estadísticamente y en términos muy prácticos si somos un grupo poblacional. Sin embargo, en política entender a los jóvenes solo como un grupo poblacional es subestimar su magnitud y divergencia. Si partimos de la base del potencial electoral de los jóvenes en Colombia, ya superamos en magnitud la población total de países como El Salvador, Panamá, Uruguay, Paraguay y Costa Rica, solo por mencionar algunos ejemplos.

Ahora, ¿en estos países todos piensan igual por compartir la característica de nacionalidad? Evidentemente no. Esto mismo sucede cuando hablamos de jóvenes en política como un grupo macro. El compartir la característica poblacional “joven” no implica que todos pensemos igual. El político que entiende esto aprende a no llegarle a “los jóvenes” sino a identificar a cuáles jóvenes quiere tener como su potencial electoral.

Para los jóvenes, un outsider

Luego de respetar y comprender el desinterés de los jóvenes en política ¿cómo se puede atraer a algunos para que participen y se motiven en estos espacios? No se trata de una receta mágica, pero el político o candidato outsider siempre resulta ser un enganche muy atractivo para contrarrestar el desinterés de la juventud cansada de la política cliché de todos los años. Ojo, porque no es la única forma de atraer jóvenes a la política y tampoco implica que sean la opción correcta. Sin embargo, este tema lo desarrollaré en una próxima columna.

Menos superioridad moral y más coherencia

Mi yo de 18 años no votaría por las mismas personas que votaría mi yo de 22 años por cuestiones de conocimiento y experiencia en política. ¿Se trata de votar por votar o de votar por conciencia? Personalmente elijo votar por coherencia. Ejercer el voto no puede ser un acto derivado de la presión e influencia social de alguien con “superioridad moral electoral”. Los jóvenes que aún no participan en política tienen derecho a cuestionar y no permitir que su desconocimiento de lo político derive en su instrumentalización. Ejercer el voto debe ser una decisión a conciencia tomada con coherencia y no por una obligación impuesta.

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