La ironía del “golpe blando”
Su “golpe blando” viene desde adentro, del autosabotaje interno de quienes no son capaces de gobernar
Durante el último mes, el presidente Gustavo Petro ha insistido con mayor tenacidad en su discurso sobre el “golpe blando” que, según él, están gestando quienes se oponen a su gobierno. Cada discurso se ha convertido en la excusa perfecta para realizar afirmaciones cargadas de odio y ausentes de sensatez, cuando señala que algunas denuncias, investigaciones y señalamientos en contra de su gobierno son el indicio de un golpe blando.
Una de las primeras ironías sobre el “golpe blando” es que la mayoría de los escándalos que han golpeado su gobierno vienen desde adentro, de su círculo más cercano, y no precisamente de especulaciones irresponsables de algunos “antipetristas”. Desde la investigación a su hijo Nicolás Petro por enriquecimiento ilícito y lavado de activos, pasando por las polémicas visitas de su hermano, Juan Fernando Petro, a algunas cárceles del país en época electoral, hasta los lujos de la primera dama que contrastan con una promesa electoral de austeridad en el gasto, demuestran que difícilmente la oposición orquestó estas situaciones con los familiares del presidente para un golpe blando familiar.
Al revisar el “golpe blando” en el Congreso, ¿la caída de la reforma a la salud fue un golpe blando? Definitivamente no, más bien fue una situación inevitable, producto de una propuesta reformista irresponsable con la salud de los colombianos. La caída de esta reforma fue lo más sensato que le pudo suceder al país, teniendo en cuenta el peligro que representaba por un inminente colapso al sistema sanitario. El “golpe blando” fue del mismo gobierno que procuró tomar decisiones a la ligera, y estructuró una reforma para acabar con lo que funciona bien en el sistema de salud y apostarle a la suerte como el modelo de salud predilecto para los colombianos.
¿Las marchas del 21 de abril representan el “golpe blando” de forma más directa? Darse cuenta de que perdió la movilización ciudadana masiva en las calles aumentó el delirio y la preocupación del presidente Petro. Los millones de personas que marcharon pacíficamente en su contra elevaron la inquietud de Gustavo Petro porque representaron el gran descontento que hay hacia su gobierno y quedó claro que el inconformismo no le pertenece a la “élite colombiana”; ojalá la élite de este país fuera así de grande (en el buen sentido).
El escándalo de corrupción en la UNGRD que implica a muchas figuras políticas afines a su gobierno, ¿también es el golpe blando de la oposición? En este punto realmente sobran las explicaciones para entender lo incoherente de sus señalamientos que alegan un “golpe blando”.
El presidente constantemente señala que representa el mandato constitucional que eligieron más de 11 millones de colombianos, sin reconocer que la gran mayoría de esos ciudadanos hoy en día son electores arrepentidos. Su “golpe blando” viene desde adentro, del autosabotaje interno de quienes no son capaces de gobernar y es resultado del “todo vale” para llegar al poder.
Y para reflexionar, si estas situaciones representan un “golpe blando” para el presidente Petro, ¿qué clase de golpe estaba gestando Gustavo Petro cuando fue promotor del caos, la insurrección, el vandalismo, la violencia y la instrumentalización de jóvenes para impulsar sus objetivos políticos durante el “estallido social” de 2021? El camino hacia el 2026 es largo y con un mandatario que desata odio y mentiras siempre que se le presenta la oportunidad, hay que cuidar las instituciones y fortalecer la unión del país. En el 2026 Colombia no debe repetir la historia de mandatarios que solo saben promover discursos de odio a costa de sus intereses de poder.