No subestimen la creatividad en política

Para que la creatividad se traduzca en resultados tangibles, debe estar acompañada de disciplina y estrategia


Juan Carlos Bolívar
ago 22 de 2024 07:00 a. m.
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La creatividad en política (y en la vida) es una habilidad indispensable, especialmente en tiempos de crisis o cuando se busca generar un impacto significativo. Sin embargo, para ser creativo, se necesita entender aquello que direcciona el comportamiento del ser humano: las pasiones. Los seres humanos somos pasionales, la antropología y la sociología se han encargado de estudiarlo y estos conocimientos son la base de lo creativo. La creatividad nos permite retar creencias para encontrar nuevas respuestas, allí radica su valor agregado.

En el escenario político, la creatividad es una cualidad frecuentemente subestimada, aunque debería ser reconocida como una de las herramientas más poderosas a disposición de líderes y tomadores de decisiones. La creatividad no es solo la capacidad de generar ideas novedosas, sino también de encontrar soluciones innovadoras a problemas complejos, adaptarse a circunstancias cambiantes y visualizar un futuro diferente. En un entorno global donde los retos de la política mundial son constantes, y las crisis pueden surgir en cualquier momento, ser creativo es tener la capacidad para navegar con éxito las incertidumbres de la política en diferentes entornos.

Sin embargo, en muchos círculos, ser creativo sigue siendo un tabú. La creatividad a menudo se asocia erróneamente con la falta de seriedad o con la improvisación, lo que lleva a que se subestime su verdadero valor. Es fundamental que la creatividad sea no solo reconocida por los demás, sino también por uno mismo. Autorreconocer nuestras capacidades creativas es el primer paso para impulsarlas y desarrollarlas. Hablar de creatividad no debería ser motivo de escepticismo, sino de curiosidad y apertura. En un mundo en constante cambio, donde los desafíos se multiplican, la creatividad una herramienta que nos permite avanzar, adaptarnos y prosperar como especie.

La historia de la humanidad está marcada por hitos que solo fueron posibles gracias a la creatividad. Desde la invención de herramientas primitivas hasta los avances tecnológicos actuales, nuestra capacidad para imaginar y materializar lo que otros consideran imposible, es lo que nos ha permitido superar los límites que nos imponían nuestro entorno y nuestras propias limitaciones biológicas.

Todos tenemos la capacidad de ser creativos, la diferencia radica en la disposición que se tiene para desarrollarla. En el contexto político, los líderes que abrazan la creatividad tienen un valor agregado porque son capaces de tener una habilidad de observación superior. Entender a las personas y comprender el mundo, permite analizar la dinámica política con una visión más completa y capaz de identificar oportunidades creativas para gobernar, legislar o asesorar.

Es importante reconocer que la creatividad por sí sola no es suficiente. Para que una idea creativa se transforme en una acción efectiva y resultados tangibles, debe estar acompañada de disciplina y estrategia. La creatividad sin dirección puede convertirse en un cúmulo de ideas dispersas que, aunque brillantes, carecen de la coherencia necesaria para ser implementadas. Es en este punto, donde la creatividad y la estrategia se encuentran; la primera es el motor de la innovación, mientras que la segunda es la brújula que guía esa innovación hacia un objetivo concreto.

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