Analfabetismo económico
El desaceleramiento de la inflación, la caída del desempleo y la apreciación del peso colombiano son acontecimientos que poco, o nada, tienen que ver con la gestión del Gobierno.
Durante los últimos días, la función de las bodegas del petrismo y de sus más fieles seguidores ha sido la de difundir que la economía colombiana es una maravilla porque ciertos indicadores han mostrado alguna mejoría, principalmente lo que es la inflación, el desempleo y la tasa de cambio.
Lo cierto es que, si bien estos indicadores han mejorado, no ha sido gracias a alguna política puntual por parte del Gobierno, sino que ha sido la resiliencia propia de la economía colombiana la que le ha permitido avanzar en medio de la tormenta, a pesar de no tener un capitán que sepa cómo navegar.
Vamos a hacer el ejercicio de explicar el por qué el comportamiento de cada uno de los indicadores de los cuales las bodegas se sienten orgullosas y además hagamos un repaso de esos otros indicadores que no incluyen en su “sesudo” análisis porque las cifras no son tan positivas
Inflación
Tal vez el indicador del que más saca pecho el Gobierno es el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Y es que según el Dane, la inflación anual en junio fue del 4,8%, cifra que no se veía desde el 2021 y que se acerca cada vez más a la meta del Banco de la República del 3%.
El descenso de la inflación tiene como principal responsable, precisamente, al Banco de la República el cual ha mantenido relativamente altas las tasas de interés de intervención, lo cual ha hecho que la demanda de bienes y servicios en el país caiga, desacelerando así el consumo y haciendo que los precios de los productos caigan. Recordemos que la teoría económica dice que cuando la demanda de un bien baja, los precios caen si la oferta se mantiene estable, que es nuestro caso.
Acá hay que ser enfático en que el presidente Petro ha atacado en más de una ocasión a la Junta Directiva del BanRep, incluso personalmente, por no descender las tasas de interés al ritmo que quiere el Gobierno. De hecho, en la reunión de la Junta de junio el Emisor decidió mantener estable en 9,25% su tasa de interés, teniendo en cuenta los problemas fiscales del país.
Ha sido esa independencia de la Junta del Banco de la República, en la que no le ha hecho caso a Petro, la que ha permitido frenar la inflación más allá de lo que preveía el mercado. Eso sí, hay que decir que dentro de la OCDE, Colombia sigue siendo uno de los países con la inflación más alta superado únicamente por Turquía que tiene un IPC de 35,4%. En cuanto a Latam, Colombia ocupa el quinto lugar de países con inflaciones más altas, superado por Venezuela (229%), Argentina (43,5%), Bolivia (18,3%) y Brasil 5,2%.
https://www.oecd.org/en/data/indicators/inflation-cpi.html
Hay que agregar que la desaceleración de la inflación se ha dado a pesar de varias de las decisiones que ha tomado el Ejecutivo y que han impedido que el indicador caiga con mayor rapidez, como por ejemplo el aumento de los precios de la gasolina, la subida de las tarifas de gas por la importación del combustible e incluso los incrementos del salario mínimo.
Desempleo
El indicador de desempleo es tal vez el que mejor refleja la resiliencia de la economía colombiana, pues a pesar de los aumentos del salario mínimo y de la mayor carga impositiva que le ha colocado el Gobierno a las empresas, la cifra de desempleados en Colombia es cada vez menor. Eso sí, hay que ver que la forma en la que se ha reducido el número de desempleados no es la mejor.
Al cierre de mayo, el desempleo en Colombia se ubicó en 9%, la mejor cifra para ese mes en por lo menos ocho años. No ha habido una sola política del Gobierno que haya fomentado la creación de empleo formal (más allá de la contratación de más funcionarios públicos) sino que ha sido el sector privado el que ha optado por seguir apostándole al país.
Ahora bien, si entramos al detalle de cómo se distribuye el mercado laboral en Colombia, podemos ver que en el último año, y con corte a mayo, se han creado en el país 243.000 empleos formales llevando la cifra a 10.585.000, los cuales representan tan solo el 44,8% del total de la fuerza laboral del país. El problema está cuando entramos a mirar el número de trabajadores por cuenta propia (informales), los cuales aumentaron 6,6% en el último año llegando a 9.816.000.
¿Qué podemos deducir del párrafo anterior?, que ha crecido mucho más rápido el número de trabajadores por cuenta propia que el de empleados formales. Esto significa que la gente cada vez se está desplazando más hacia la informalidad (repartidores, conductores de plataformas, etc) y que la creación de empleos por parte de las empresas se ha venido desacelerando.
Ahora bien, al mirar la informalidad laboral el Dane nos muestra que el indicador llegó al 55% en mayo, lo que significa que de los 23 millones de trabajadores que hay en el país, 12,6 millones son informales. La informalidad laboral es el principal problema del mercado laboral colombiano y hay regiones del país (Sincelejo, Riohacha, Valledupar) donde supera incluso el 60%.
Hay que resaltar que estas cifras aún no tienen en cuenta el impacto de la recién aprobada Reforma Laboral, la cual, precisamente, solo beneficia al 45% de los trabajadores que son formales y condena a los ciudadanos de los departamentos de La Guajira, Sucre y Cesar a vivir del rebusque. Conclusión: tenemos menos desempleados en el país, pero cada vez son más los informales, sobre todo en las regiones, lo cual amplía la brecha social y la inequidad en el territorio nacional.
Dólar
El orgullo de todos los petristas es que el precio del dólar volvió a ubicarse por debajo de los $4.000 en las últimas semanas. ¿Se les olvidó que por allá en noviembre de 2023 la divisa superó los $5.000?
Un dólar barato es una buena noticia para varios sectores del país: importadores, la deuda externa, la inflación, entre otros. Pero como con el desempleo: la revaluación del peso colombiano no tiene nada que ver con el Gobierno. Incluso, al igual que la planta nuclear de Springfield funciona adecuadamente a pesar de la ineptitud de Homero Simpson, el peso colombiano ha ganado fuerza a pesar de la ineptitud de Petro y de su gabinete completo.
El principal responsable de la caída del dólar es el antónimo de Petro: Donald Trump. El mandatario estadounidense, en medio de su populismo, ha hecho que en 2025 el dólar tenga el peor semestre de sus últimos 36 años. ¿Por qué?, los aranceles y el mayor endeudamiento al que va a llegar el país del norte. El dólar ha perdido terreno, no solo con el peso colombiano, sino con todas las monedas de las economías emergentes.
A esto se le suma que cada vez falta menos para que termine el Gobierno Petro y eso tiene al mercado optimista con la posibilidad de un cambio de rumbo en las políticas económicas del país.
Hoy en día al mercado le importa tan poco este Gobierno que ya no reacciona a las declaraciones del Presidente, tampoco a las rebajas de las calificaciones por parte de Moodys y S&P, ni a romper la Regla Fiscal o a las tensiones diplomáticas con Estados Unidos. Todos los ojos están puestos en lo que vaya a suceder en el 2026.
¿Y la crisis fiscal?
Lo que ignoran, por conveniencia, las bodegas y los analistas que apoyan al Gobierno es la crisis fiscal que vive hoy en día el país, el alto nivel de endeudamiento que va a llevar a Colombia a su peor déficit fiscal en 120 años, sin contar con el año de la pandemia.
Sin tener una justificación clara, el Gobierno decidió romper la Regla Fiscal por tres años con el fin de aumentar el endeudamiento más allá del 7% del PIB y así poder seguir gastando indiscriminadamente en época electoral.
El Ministerio de Hacienda ya afirmó que es necesario hacer por lo menos dos nuevas reformas tributarias con el fin de sanear las finanzas de la Nación. Seguramente, el problema de la reforma tributaria estructural se lo dejarán al nuevo Gobierno, pues es la más impopular.
El mayor endeudamiento de Colombia dejará en aprietos a la nueva administración que llegue, pues contará con ingresos bajos y obligaciones muy altas para pagar. A fin de cuentas, todos nosotros tendremos que poner más de nuestros bolsillos para reparar la irresponsabilidad del gasto implementada por el Gobierno.
Siempre insistiré en que en los colegios se deberían dictar clases básicas de economía en las que se expliquen conceptos como inflación, desempleo, crecimiento económico y emisión monetaria. Con dos añitos de clases diarias, la gente dejaría de creer en discursos populistas como los del Gobierno y nos ahorraríamos mucha energía, palabras y tiempo que se pierden hoy en día intentando explicarles por qué las cosas que suceden no son gracias al “todopoderoso” Presidente.