Más salario mínimo = más brechas sociales
Los incrementos desmedidos del salario mínimo que ha implementado el Gobierno han aumentado las diferencias sociales y económicas entre las grandes ciudades y las regiones del país.
Durante los tres años que lleva el Gobierno Petro, el salario mínimo ha aumentado 42% al pasar de $1.000.000 en 2022 a $1.423.500 mensuales en 2025. En ese mismo periodo, la inflación acumulada del país ha sido de 19,48% (estimando un IPC del 5% para el cierre del presente año), por lo que el crecimiento real del mínimo sería del 22,5%, cifra que llena de orgullo al Presidente.
“...al aumentar el salario mínimo aumentan las ventas en los comercios grandes y chicos. Es decir a los grandes comerciantes les va a muy bien”, repite Petro cada vez que puede para intentar convencer a la opinión pública que sus creencias son superiores a la teoría económica que lleva décadas dominando en occidente.
Y en cierta medida, lo que dice el Presidente es cierto. Por supuesto que hay personas beneficiadas de los incrementos del salario mínimo: los trabajadores de las grandes ciudades del país, los cuales son la minoría, pues la informalidad supera el 55% de la fuerza laboral.
De acuerdo con cifras oficiales del Dane, el 60% de la población colombiana vive con menos de un salario mínimo, por lo que los incrementos de los que el Presidente saca tanto pecho no le afectan a 6 de cada 10 colombianos. Ahora bien, si nos ponemos a mirar el ingreso medio del país, para el 2024, fue de $1.169.770 cuando el mínimo durante ese mismo año fue de $1.400.000.
Las cifras del Dane también muestran que sólo en ocho ciudades del país (Bogotá, Medellín, Manizales, Bucaramanga, Tunja, Pereira, Cali y Pasto) el ingreso medio fue superior al salario mínimo de $1.400.000, lo que demuestra que los aumentos del mínimo que hace el Gobierno cada año no impactan en los ingresos de las personas que viven en las regiones más apartadas de Colombia, sino que, por el contrario, las termina afectando.
Y es que con el incremento del salario mínimo también suben los precios de distintos bienes y servicios como el copago de las EPS, el servicio de recogida de basuras, multas de tránsito y tarifas judiciales. Veamos un ejemplo: una persona en Santa Marta con un trabajo informal y un ingreso medio de $929.924 (según el Dane), en 2025 no vio un incremento en su mensualidad (pues es informal), pero sí vio cómo subió de precio las multas de tránsito o de su copago a la EPS, por lo que el dinero cada vez le alcanza para menos.
Hay que mencionar también que el Banco de la República ha demostrado en varios documentos de estudio que el aumento del salario mínimo, por encima de la inflación más productividad, termina teniendo un impacto directo en el Índice de Precios al Consumidor el cual mide la subida de precios de distintos bienes como los alimentos o la ropa.
Por más que en el imaginario colectivo se crea que aumentar el salario mínimo de manera desproporcionada beneficia a la “clase trabajadora” del país y a la mayoría de colombianos, lo cierto es que es una minoría la que saca provecho de este tipo de decisiones. Y sobre todo esa minoría de las principales ciudades del país. Si el Gobierno en verdad quisiera ayudar a la mal llamada “Colombia profunda” debería buscar la forma de que las empresas lleguen a todo el territorio nacional.