“Las niñas pueden ir a las escuelas” y otras ingenuidades sobre los Talibanes

Veinte años y más de 2 billones de dólares no fueron suficientes para reconstruir Afganistán. No hay dinero suficiente para viabilizar un gobierno corrupto.


Karol Franco
ago 19 de 2021 06:00 a. m.
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Los donantes occidentales han inflado el apoyo que le brindaron a este país, desconociendo que quien estaba quebrado era el Estado afgano, no los talibanes. Pues la economía ilegal nutre y financia a este grupo.

El comercio ilegal transfronterizo con Asia y África provee decenas de millones a estos extremistas, por ello, las primeras ciudades que reclamaron y tomaron fueron las fronterizas. Es una de las razones por las cuales, son actores tan relevantes en esta región. Además, este sistema financiero irregular impide aplicar las usuales presiones de retención, congelación de dinero y aislamiento económico, que realiza Estados Unidos. (Para profundizar leer el estudio War gains).

Si bien estos modelos de guerra son insostenibles, también hay que preguntarse sobre los derechos humanos que se están vulnerando con la retirada de Estados Unidos, quien tenía claro que el poder de los Talibanes regresaría entre 30 y 90 días, con la mala suerte de un pronóstico errado, pues se tomaron el país en menos de una semana lo que complicó el plan de salida, y ahora Biden enfrenta humillaciones y una crisis política que reclama políticas migratorias, rendición de cuentas y una profunda discusión sobre el Derecho Internacional Humanitario.

Hay mucho temor por los actos despiadados de este grupo. Los Talibanes promueven el Islam con radicalismo, si bien, sus comunicados invitan a continuar la vida con normalidad, y afirman que las “niñas pueden ir a las escuelas”, no han dicho en qué condiciones y aprender qué.

Hace 20 años la educación era para promover la religión, educar en el Islam extremo. No se sabe si las mujeres tendrán que renunciar a la educación en matemáticas y ciencias. Los talibanes, saben que la educación es una herramienta emancipatoria. Y el Islam, aborrece a las mujeres, por eso, es a la primera población que se le quita este privilegio.

Se habla de un grupo que ha cambiado en estas décadas, no se sabe qué tanto y en qué nivel. Es claro que tienen en este momento en jaque a Silicon Valley, pues el uso de Facebook, WhatsApp lo realizan con mucha pericia, y el número de seguidores no es nada despreciable; las usan para enviar mensajes conciliatorios: invitan a los profesionales a no abandonar el país y promesas de no tomar venganza con aquellos que trabajaron con el gobierno estadounidense.

Lo que es claro, es que no han cambiado su perspectiva hacia las mujeres y los avances logrados. En el comunicado de abril manifestaron estar en contra del feminismo por ser una herramienta colonial que ataca los valores de la familia. Desde entonces, las mujeres han

enviado al mundo mensajes de súplica, sabiendo que perderán los derechos que lograron en los últimos veinte años.

Queda la pregunta, ¿las mujeres afganas fueron un trofeo de éxito para mostrar en una guerra que se daba por ganada, pero que siempre estuvo perdida?

Karol Franco, directora de Revista Level. Experta en equidad de género.

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