Basta de eufemismos en los medios a la hora de hablar de feminicidios

Nombrar los feminicidios por su nombre y acabar con la revictimización es una tarea de todos en la lucha contra las VBG.


Laura Daniela Alturo
may 19 de 2023 06:00 a. m.
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Tres feminicidios durante el día de la madre se suman a ese contador que parece correr aceleradamente en contra de mujeres y niñas en el país. Una problemática cuya raíz es tan profunda, que incluso resulta indignante escuchar a algunos hablar como si se tratara de casos aislados en los que hombres “locos” matan a sus parejas por “celos”.

Si bien es cierto que cada día existen más espacios y más interés por hablar de violencias basadas en género, el camino para garantizar entornos seguros y eliminar la revictimización aún es largo.

Desde los medios de comunicación, pasando por la impresionante inmediatez de las redes sociales, hasta las conversaciones que tenemos en lo privado con nuestros amigos, familiares y parejas; la reproducción de términos mal usados es infinita.

Y claro, de pronto a muchos no nos enseñaron en el colegio a identificar la violencia, de hecho, tal vez la normalizamos en nuestros entornos cercanos; pero ¿qué tanto justifica esto el hecho de negarnos a llamar las cosas por su nombre cuando los conceptos ya están creados y puestos sobre la mesa?

La violencia contra las mujeres es un tema estructural, tan arraigado a nuestras bases sociales que a veces resulta difícil desligarnos de eso que tenemos tan aprehendido y que nos hace normalizar el maltrato, la discriminación y el odio.

Sin embargo, creo que nada de eso nos quita la responsabilidad que como sociedad tenemos para rodear, escuchar y apoyar a quienes son víctimas de unas claras bases patriarcales que siguen sembrando la idea de que hay hombres que son dueños de mujeres, o de que el amor viene en forma de aguantarlo todo, incluidos golpes, humillaciones y hasta la muerte.

Ahora, ¿por qué tanto miedo de llamar las cosas por su nombre? Los medios de comunicación son una prueba clara de ello. Un feminicidio no es un “crimen pasional” ni un homicidio, es el asesinato de una mujer por su condición de mujer o por motivos de su identidad de género y está tipificado en Colombia como un delito autónomo gracias a la ley 1761 de 2015.

Esa época de llamar con eufemismos las cosas ya pasó, y creo que quienes influyen en la opinión pública tienen la responsabilidad de hablar desde la sensibilidad y la transparencia de las VBG que aquejan cada día a las mujeres sin minimizarlas, deslegitimarlas o justificarlas.

Y no se trata de desconocer la presunción de inocencia, sino de entender que hay un ejercicio de poder y dominación sobre las mujeres por parte de sus agresores, quienes incluso planean anticipadamente los crímenes y sobre los cuales, en la mayoría de las veces, recaen antecedentes por diversos tipos de violencias.

Ser cuidadosos con la forma en la que hablamos de estos casos es un compromiso enorme y valioso. Un feminicidio no es el chisme del momento, ni mucho menos la excusa para escarbar la vida de la víctima para ver qué encontramos que nos pueda ser útil para tener clics. Acabar con la revictimización también está en nuestras manos.

En Bogotá, en lo que va corrido de este año, la Secretaría Distrital de la Mujer ha atendido 9.664 llamadas efectivas a través de la Línea Púrpura, la mayoría de ellas con casos de violencia psicológica, física y económica. Además, se presume que a la fecha hay cerca de 2.400 mujeres en riesgo de feminicidio, un dato alarmante que debería importarnos a todos.

Lo que pasó el Día de la Madre, catalogado además como el más violento del año, es la muestra de esa realidad normalizada y violenta que viven niñas y mujeres en Colombia, y que hoy nos ha dejado sin Erikha, Valentina, Yesica Paola, María Camila, Ana María, Liceth, Yudy y cientos de mujeres víctimas de feminicidio.

Editora de Género de NoticiasRCN.com
@humoazul_

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