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La revolución silenciosa del campo: innovar para quedarse y regenerar el futuro

Por años, el campo colombiano fue visto como un lugar del que había que irse para progresar.


Lina María Montoya Madrigal
nov 07 de 2025 04:38 p. m.
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Sin embargo, una nueva generación de agroempresarios está demostrando que el futuro —y la sostenibilidad del país— se siembra y se cultiva ahí mismo, entre la tierra, la ciencia y la innovación.

El sector agrícola es responsable del 22% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, pero también representa la solución. Mientras Colombia pierde anualmente millones de hectáreas de suelos productivos por prácticas convencionales, nuevos protagonistas rurales están cambiando la historia: producen más, contaminan menos y regeneran los ecosistemas. La agricultura regenerativa, que une tecnología con conocimiento ancestral, no solo mejora la productividad; también restaura la relación entre las personas y la tierra.

La innovación en el agro no es una promesa romántica, sino una estrategia económica y social que puede garantizar el relevo generacional. Porque cuando el campo se vuelve fuente de conocimiento, ingresos y orgullo, los jóvenes deciden quedarse. Ese es el mensaje que encarnan proyectos como Bioma Colombia y Campo Verde, dos agroempresas del sector microempresarial que son ejemplo de cómo la innovación regenerativa está transformando el agro desde la raíz.

En el municipio de La Unión, Antioquia, Melisa Vergara y Felipe Zuluaga dejaron la ciudad para crear Bioma Colombia, una agroempresa que trabaja bajo modelos agroforestales y promueve sistemas agroalimentarios regenerativos. Desde su finca producen tomate orgánico, integran animales, elaboran bioinsumos y comercializan directamente sus productos a través de la Canasta Básica de Salud Agroalimentaria Ecosistémica (CABASE).

Su finca es hoy un aula viva: un espacio donde la experimentación, la medición y la adaptación reemplazan la intuición por ciencia y datos. Allí la innovación no viene de grandes máquinas, sino de una nueva forma de pensar la tierra.

Por otro lado, Campo Verde, una empresa familiar liderada por un joven de 25 años, Gerónimo Cardona Díaz, que haciendo empalme generacional manteniendo la filosofía empresarial de su tío y sus padres, demuestra que la ciencia puede florecer desde las raíces. En su planta rural producen micorrizas y sustratos —biofertilizantes que regeneran los suelos y fortalecen las plantas— y exportan conocimiento a Centroamérica, Sudamérica y Europa. Su modelo combina ciencia, ética ambiental y economía circular: no usan químicos, priorizan insumos locales y minimizan residuos. Su propuesta es tan simple como poderosa: devolverle al suelo más de lo que se toma de él.

Ambas historias tienen algo en común: la educación y el acompañamiento empresarial. A través del Método Base de Aceleración - MBA Agro- de Interactuar, estos proyectos han fortalecido su visión empresarial, aprendiendo a gestionar, medir y escalar su impacto. Porque innovar en el campo también requiere estructura, redes y conocimiento de negocio.

Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), la agricultura regenerativa podría capturar hasta 23 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2050. Pero su impacto va más allá del carbono: se trata de restaurar la confianza de vivir del campo, cuidar la salud humana y del planeta, y validar que en el campo sí es posible el progreso. La verdadera revolución del agro colombiano no está ocurriendo en las grandes conferencias internacionales, sino en las veredas, en los invernaderos, en las manos de jóvenes que entienden que producir alimentos es también producir futuro.

Colombia tiene todo para ser potencia agrícola regenerativa: biodiversidad, tierras fértiles, conocimiento ancestral y, sobre todo, una generación decidida a quedarse. La innovación, cuando se siembra con propósito, no solo da frutos: regenera la vida.

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